La solidaridad con los «viejos» casi cuesta la vida en la Argentina de Milei
Las imágenes de la violenta represión de la protesta de los jubilados de Argentina contra el recorte de sus pensiones han conmocionado al mundo. El disparo de un bote de humo a la cabeza del fotógrafo Pablo Grillo, que le dejó entre la vida y la muerte, ha activado la movilización.

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El pasado 12 de marzo, las fuerzas de seguridad de Patricia Bullrich reprimieron de forma violenta la manifestación de jubilados en contra de los recortes de sus pensiones, a la que se habían sumado en solidaridad distintos sectores de la sociedad, incluidas las barras de los clubes de fútbol. Hubo más de un centenar de detenidos, que la jueza puso en libertad a las pocas horas, y decenas de heridos. El más grave, el joven fotógrafo Pablo Grillo, de 35 años y natural de Lanús, en la región metropolitana de Buenos Aires, al que la Policía disparó a bocajarro un bote de humo que le impactó en la cabeza y le dejó en estado crítico debatiéndose entre la vida y la muerte. Tras varias intervenciones quirúrgicas, se recupera poco a poco, aunque sigue en terapia intensiva, estable dentro de la gravedad de su estado y es pronto para conocer las secuelas que le dejará el disparo al haber sufrido grandes daños por la pérdida de masa encefálica.
La grabación que muestra el momento del impacto a quemarropa cuando Grillo se encontraba fotografiando lo que estaba sucediendo en las calles de Buenos Aires ha recorrido las redes sociales y ha provocado una ola de indignación, sobre todo en Argentina, donde amigos, vecinos y activistas se han movilizado junto a su familia para pedir justicia y denunciar al Gobierno de Javier Milei y, especialmente, a su ministra de Seguridad, Patricia Bullrich. Esta insiste en justificar la actuación de sus fuerzas de seguridad contra las marchas de los pensionistas y ha calificado de correcta la utilización del material antidisturbios por parte del policía autor del disparo -«rebotó en una barricada», dice- que hirió al «fotógrafo militante», como si ese calificativo, utilizado de forma despectiva, disculpara cualquier consecuencia de la actuación policial.
Desde que el Gobierno de Javier Milei iniciara su mandato, los movimientos sociales han salido a las calles contra los diversos ajustes impulsados por el líder ultraderechista en los más diversos ámbitos. Lo ocurrido el 12 de marzo responde a una escalada represiva contra los pensionistas que se manifiestan todas las semanas, que causó una gran conmoción nacional y había movilizado en solidaridad con los «viejo» a muchos sectores, sobre todo jóvenes e hinchas de fútbol, entre ellos los de su club, Independiente.
«Ser militante es un orgullo»
Fabián Grillo, su padre, respondió a Bullrich señalando que «somos una familia de militantes, y lo digo con orgullo. La militancia no es mala. Ser militante es un orgullo -subrayó-. Él es militante, un militante solidario, pero también es un fotógrafo independiente, y estaba haciendo fotografías. Él siempre documenta cuando hay movilizaciones como estas. Pero si hubiera estado allí como militante tampoco tenían derecho a darle con una granada de gas en la cabeza».
Su hermano Emiliano recurre a la infancia: «Cuando jugábamos al escondite, siempre esperaba a ser el último para salvar a los demás. Ese es mi hermano».
«Deseamos que se haga justicia y que los responsables paguen por esto. No es posible que en un Estado democrático el Gobierno masacre a inocentes», denuncia Andrés Larroque, amigo de la infancia y baterista de la banda Doctor Kein, de la que Grillo es fotógrafo. «Es un chico de barrio, humilde, solidario y comprometido con la sociedad. Siempre. En pandemia participó en acciones en barrios humildes para ayudar a la gente», añade.
Pablo Grillo heredó la pasión por la fotografía de su padre, pero también es un apasionado de la botánica. Trabaja como jardinero en el Hospital Policlínico Evita, donde nació Diego Armando Maradona, en Lanús. «El 12 de marzo pasó por aquí, cogió su cámara y se fue alegre y enérgico como siempre a fotografiar las protestas. Empezó a hacer fotos, se agachó para hacerlas y un policía le apuntó y disparó».
Fátima Carbone, amiga de adolescencia, lo tiene claro: «Pablo estaba en el punto de mira por ser un activista. Fue el primero en solidarizarse con los jubilados, el primero en ir a la manifestación a quejarse, en movilizar a amigos y vecinos, la gente no tiene ni idea de quién es. Por eso lo defendemos».
«Hola, viejo»
«Mi mundo se vino abajo. Había riesgo de que no sobreviviera a la primera noche. En la primera operación le salvaron la vida», cuenta Grillo, quien llama a defender la sanidad pública. Tras dos semanas hospitalizado, mueve brazos y piernas, reconoce a todos, lee y conversa, dentro de sus limitaciones, lo que anima a la familia. Cuenta que se emocionó al oír de nuevo su voz. «Fue fantástico. Me senté a su lado, le cogí la mano, se la apreté y me devolvió el apretón. Me miró. La enfermera se acercó y le dijo: ‘Habla con tu padre’. No me di cuenta de que podía hablar. Entonces, me dijo: ‘Hola, viejo’».
Agradece la solidaridad, un «sostén maravilloso», no solo de la familia y amigos, sino de la gente del barrio y de los gremios o los trabajadores del hospital, «sin importar ideología o credo». «No tengo palabras para agradecer la solidaridad y el cariño constante de absolutamente todos», asegura.