Daniel Montañez Pico
Latinoamericanista

Brigadas internacionales en Kurdistán

De esta forma, las organizaciones que antes habían sido consideradas terroristas pasaban a ser aliadas estratégicas de EEUU y los estados de la región frente a la lucha contra el ISIS. Así, poco a poco las milicias kurdas irían posicionándose positivamente en los medios internacionales como una fuerza que luchaba contra el terrorismo mundial.

Hace unos días nos llegó la noticia de que Samuel Prada León, gallego de 24 años, murió combatiendo en el norte de Siria defendiendo el cantón de Afrín frente al ataque del estado turco. Fue abatido junto a Olivier François Jean Le Clainche, bretón de 40 años. Como tantos otros y otras, se estima que alrededor de medio millar de personas, Samuel y Olivier se alistaron como voluntarios internacionales en las milicias kurdas que defienden su territorio ante las ofensivas de ejércitos de diversos estados y actores políticos armados como el ISIS. En estas milicias hay unas 25 personas del estado español y Samuel es la primera víctima mortal del grupo, razón por la cual la noticia se ha cubierto de forma amplia en los medios de la península ibérica. Para quienes conozcan un poco la historia de la lucha contemporánea del pueblo kurdo, no es nada nuevo el fenómeno de apoyo internacional a su causa. Sin embargo, asistimos a un cambio radical en la forma en que los medios están percibiendo y analizando el fenómeno, llegando a compararlo con las Brigadas Internacionales que combatieron en la Guerra Civil Española del lado antifascista. ¿Por qué este cambio?

En primer lugar existe una razón geopolítica. La lucha contemporánea del pueblo kurdo ha sido ampliamente considerada como terrorismo local nacionalista y fundamentalista. La mayoría de sus líderes e ideólogos han sido asesinados o están condenados a cadena perpetua, como es el caso de Abdullah Öcalam. Esta lucha tiene largo aliento. El pueblo kurdo es una nación sin Estado que se encuentra en el territorio de cinco estados (Turquía, Irán, Irak, Siria y Armenia). En dependencia de la región hay múltiples movimientos y organizaciones, armadas y no armadas y de diversas ideologías, religiones y espiritualidades, que luchan por la autodeterminación de su pueblo y, como suele ser obvio, son más radicales allí donde los ataques que reciben son más intensos. Varias de estas organizaciones están en listas de terrorismo internacional del más alto nivel y son combatidas en consecuencia por estos estados y por EEUU, mayoritariamente. Sin embargo, un factor cambió todo en los últimos años: la aparición en la región del ISIS. Además de su lucha por la autodeterminación, ahora el pueblo kurdo tenía que librar una lucha por la supervivencia frente a la invasión de este nuevo actor político en la región. De esta forma, las organizaciones que antes habían sido consideradas terroristas pasaban a ser aliadas estratégicas de EEUU y los estados de la región frente a la lucha contra el ISIS. Así, poco a poco las milicias kurdas irían posicionándose positivamente en los medios internacionales como una fuerza que luchaba contra el terrorismo mundial. Esta cruel paradoja –terroristas convertidos en héroes de la lucha antiterrorista del la noche a la mañana– permitía que se conocieran en el mundo algunos aspectos de las luchas del Kurdistán, como es el énfasis de muchas de sus organizaciones en el feminismo y el autogobierno comunal, y entonces las imágenes de las jóvenes mujeres de las milicias femeninas kurdas que defendían su territorio dieron la vuelta al globo. Este fenómeno internacionalizó el conflicto e incrementó rápidamente tanto el apoyo internacional a las milicias como la llegada de voluntarios y voluntarias extranjeras. Pero en los últimos tiempos, con la derrota del ISIS, estamos asistiendo a un nuevo giro en la contienda. Las organizaciones kurdas, victoriosas en la batalla, han salido reforzadas y están más armadas que nunca, lo cual es considerado por sus antiguos enemigos como una amenaza, ya que ahora se encuentran más fuertes para luchar por su autodeterminación como pueblo. Es por esto que el Estado turco está atacando ciudades kurdas. Además, cuentan con el apoyo de Rusia, ya que como los kurdos han contado con el apoyo de EEUU, Rusia tiene ahora intereses geopolíticos en el conflicto. Como era de esperar, EEUU ha dejado de apoyar a las milicias kurdas en este nuevo conflicto, fiel como siempre a su esencia hipócrita imperialista. El pueblo kurdo está así más sólo que nunca, y las milicias internacionales que ya estaban ahí se han visto envueltas en un renovado y encarnizado conflicto, entendiendo seguramente que su apoyo no es sólo para una lucha contra un supuesto enemigo mundial, sino la lucha por la libertad y la autodeterminación de un pueblo.

En segundo lugar llama la atención la comparación con la Guerra Civil española. Como sabemos, las milicias internacionales que acudieron a aquel conflicto lo hicieron no sólo por apoyar a los pueblos de la península ibérica, sino como parte de una lucha internacional contra el fascismo, aquel auténtico fantasma que recorría Europa a principios del siglo XX. Luchar en aquella guerra contra Franco era luchar por la humanidad. Salvando las distancias, es algo similar a lo que ha sucedido en este caso en la lucha contra el ISIS. Esto explica la diversidad que existe en el voluntariado internacional, donde encontramos desde personas influenciadas por el anarquismo y el comunismo hasta quienes acuden con fe cristiana o liberal ha luchar contra el gran enemigo que les representa el ISIS para el mundo. Esta es la comparación sencilla y la que estamos viendo en los medios, incluso en grandes medios que son parte del establishment. Pero existe una comparación más interesante con esta guerra. La Guerra Civil española fue en gran medida una guerra popular. Este concepto fue acuñado en los años 30 por Mao Tse-Tung para referirse a la estrategia político-militar utilizada en la Revolución China. Pero el concepto, más allá de ser una estrategia, es sobre todo la constatación de un fenómeno: la toma de partido radical por parte de la población en general en un conflicto. El pueblo en su totalidad, no sólo los poderes del Estado, se autoorganizan intuitivamente contra una amenaza. En el caso de la península ibérica fue contra la amenaza del fascismo de Franco, en el caso del pueblo kurdo es contra el ISIS, y en estos momentos también contra la invasión del Estado turco. Pero por ser intuitiva esta autoorganición de la población no es tampoco sólo un arte de magia, sino que se asienta sobre estructuras organizativas previas, rebasándolas. En la guerra española los sindicatos fueron un gran canalizador de esa energía revolucionaria, en el caso kurdo hay varias organizaciones, como el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), que vienen promoviendo luchas municipalistas y feministas desde hace varios años. Esas estructuras son lo que Marx llamaba el «viejo topo», y ayudan a canalizar enormemente la energía popular en los momentos de su explosión. Mencionar esto no es baladí, porque explica la existencia misma de las milicias internacionales. Cuando se trata de una guerra comandada por guerrillas más organizadas, las formas de participación internacional son mucho más vigiladas y organizadas, más difíciles. Por ejemplo, podemos contar casi con los dedos de dos manos la existencia de extranjeros y extranjeras en las filas de las FARC en Colombia, pese a ser un conflicto que tiene más de 50 años. Por motivos de seguridad y razones ideológicas las formas de entrada son mucho más complejas. Este no fue el caso de la guerra española ni de la guerra del Kurdistán. Algún medio señala que hasta con mandar un email a las YPG (Unidades de Protección Popular) y comprar un pasaje de avión a Siria la participación está garantizada. Seguramente no sea tan sencillo, pero sí es cierto que la llegada es mucho más fácil que en otros casos, y esto pensamos que se debe fundamentalmente al carácter popular de la guerra. Por último, asumida esta cuestión, la comparación nos deja entrever un último problema, la cuestión colonial. La guerra española se dio en el seno de Europa, la guerra del Kurdistán se da en el lejano Oriente Próximo. El racismo imperante que Occidente ha globalizado desde hace al menos 500 años impide que el internacionalismo de este conflicto tenga las altas cotas que tuvo el de la guerra española, por lo que seguramente sea muy complicado que pueda contar con la presencia de literatos y pintores famosos como George Orwell o David Alfaro Siqueiros.

Quisiera terminar con una reflexión a modo de autocrítica. Como casi siempre, la mayoría de voluntarios y voluntarias proceden del mundo obrero, del mundo del trabajo más proletario y explotado. Trabajadores y trabajadoras de lonjas y aserraderos, que no contaban con grandes nociones teóricas previas sobre el conflicto y sus matices ideológicos. Frente a ello me encuentro yo, y muchos y muchas como yo, que llenamos nuestros cuartos con posters de las milicias del Kurdistán y hasta hacemos seminarios y coloquios sobre el pensamiento de Abdullah Öcalam y las propuestas ideológicas del Confederalismo Democrático y los feminismos kurdos. Sé que muchas de estas personas no pueden acudir al llamado por causas familiares o por ser personas necesarias para los movimientos y luchas de sus propios territorios, o porque directamente no quieren, tampoco creemos que la culpa sea una herramienta interesante en ningún caso. Pero la mayoría no lo hacemos por miedo o porque no resulta tan cool como ir de campamento de verano a otros movimientos más instagrameables. Marx se equivocó en algunas cosas, en otras no fue tan acertado, en muchas erró por no conocer de primera mano otros contextos o por ser parte de los errores del mundo de las ideas de su tiempo y contexto. Pero su énfasis en el trabajo, en la cuestión obrera, es una de sus lecciones que más permanece. La intuición revolucionaria, la autoorganización generalizada de la población, pertenece al mundo del trabajo, reside en quienes construyen materialmente el mundo, lo que demuestra que la materialidad está profundamente ligada al mundo de las ideas, quizás mucho más que en el caso de quienes nos dedicamos profesionalmente a su desarrollo. En eso el compañero barbudo sigue sin estar absolutamente nada desfasado. No sólo construyen materialmente el mundo, sino también muchos de los pasajes más importantes de su historia.

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