Gontzal Fontaneda

Chapuzas de Iruña-Veleia

La verdad no se conocerá con teorías ni opiniones, sino con dos sencillas actuaciones científicas: la analítica que determine la época en que se han grabado los grafitos, y la excavación supervisada para ver si ahora vuelven o no a aparecer más grafitos.

Después de once años, por fin se celebró en febrero el juicio de Iruña-Veleia por presunta estafa y daños al patrimonio. Ya solo queda esperar a la sentencia.

Pero hay otro problema grave que no tiene que ver con el juicio: los hallazgos, si fueran auténticos, aun siendo un gran tesoro cultural correrían peligro de ser destruidos como falsos; por lo menos ya lo han pretendido durante estos doce años unos informes teóricos y cierta prensa.

En 2008 la diputada foral de Cultura encargó a los miembros de la comisión científica asesora unos informes sobre los grafitos de Iruña-Veleia. En base a esos doce informes (a pesar de no haber recibido todavía más que dos) el 19-11-2008 expulsó del yacimiento al equipo arqueológico dirigido por Eliseo Gil. Los otros diez informes llegaron más tarde, demasiado tarde. Los tres informes, solo tres, que proclamaban la falsificación de los grafitos eran, como los demás, obra de doctos académicos. Sus opiniones han querido ser la verdad oficial por medio de la epidemia mediática de estos doce años. [www.veleia.fontaneda.net cuadro 2]

Pero no es oro todo lo que reluce; basta con un ejemplo de los tres informes.

La primera chapuza demostraba que quien cree saber mucho no lo sabe todo. Un docto académico presentó un informe el 25-06-2008 dando opiniones que perjudicaban seriamente a Eliseo Gil y a los grafitos. Afirmaba que resultaba muy poco comprensible que el nombre Veleia, que incluso en fuentes latinas tardías aparecía con B, apareciera siempre en los grafitos vascos con V. Sin embargo, en 2014 el nuevo equipo de la Universidad del País Vasco encontró un ara romana. En su inscripción aparecía el nombre Veleia con V. Ese ara no era una opinión más, sino la evidencia irrefutable de que la opinión dada en el informe era errónea y que los difamados grafitos eran correctos. [ib. cuadro 6]

La segunda chapuza era un buen ejemplo de lo de la viga en el ojo propio. Otro docto académico presentó el 03-12-2008 su informe tardío, donde se atrevía a criticar el trabajo del equipo de Eliseo Gil diciendo que la estrategia de excavación seguida en Iruña-Veleia no «parece» ser la más adecuada para conocer un yacimiento en el que «cree» que hay unos procesos... O sea, todo vale para perjudicar seriamente a Eliseo Gil y a los grafitos. Eso era la paja, la viga llegaría más tarde: en 2010 metió una excavadora para extraer del yacimiento 6.000 m3 de tierra y los llevó en camiones a algún vertedero con todo lo que había dentro. Su estrategia no solo no fue adecuada, fue destructora. [ib. cuadro 5]

La tercera chapuza fue un chivatazo. Otro docto académico presentó el 03-12-2008 su informe también tardío, en el que se atrevía nada menos que a denunciar que Veleia había dejado de ser un problema científico para convertirse en policial y judicial. La Diputación, aprovechando esta opinión, presentó en 2009 la denuncia ante el Juzgado. Tres páginas del informe más adelante, el docto académico aclaraba lo que le habían pedido para perjudicar seriamente a Eliseo Gil y a los grafitos, al confesar que el informe requerido no demandaba diseñar un escenario en el que las inscripciones vascas pudieran ser aceptables. Blanco y en botella. [ib. cuadro 3]

La verdad no se conocerá con teorías ni opiniones, sino con dos sencillas actuaciones científicas: la analítica que determine la época en que se han grabado los grafitos, y la excavación supervisada para ver si ahora vuelven o no a aparecer más grafitos. A estas actuaciones se niegan rotundamente desde el principio los poderes políticos y académicos.

Quienes queráis que la verdad, en vez de imponerse con opiniones, se obtenga por evidencias científicas, podéis reclamar las dos citadas actuaciones firmando en www.irunaveleia.eu el Manifiesto en favor del esclarecimiento del caso de Iruña-Veleia, de la plataforma Iruña-Veleia Argitu.

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