Antton Lafont, Jule Goikoetxea, Manuel Díaz de Rábago, Olatz Salvador*

Donostia necesita un cambio

En los últimos años Donostia, la ciudad de todos y todas las donostiarras, camina peligrosamente hacia un modelo desvertebrado y elitista que amenaza con conducirnos a ser un mero objeto de negocio de lobbies e intereses económicos que poco tienen que ver con el bienestar de una gran mayoría de la ciudadanía y, asimismo, con la personalidad cultural que define la voluntad y el deseo de sus habitantes.

En nuestra ciudad, con innatas condiciones naturales, parece que todo se mercantiliza o todo se proyecta en función de unos intereses corporativos que, en muchas ocasiones, nada tienen que ver ni con la mejora de las condiciones de vida de la ciudadanía ni, tampoco, con el impulso del indispensable desarrollo socioeconómico que todos anhelamos para nosotros y las generaciones futuras.

Las legislaturas del señor Goia reflejan ese desarrollo caótico de variables (turismo, vivienda, movilidad interna...) que, afectando a nuestra vida diaria, nos está introduciendo en una evolución preocupante que necesita de un cambio urgente de orientación.

El enorme incremento de la oferta turística, además con muchos proyectos en fase de ejecución, nos ha llevado a niveles de insostenibilidad que necesitan de una reorientación rápida y profunda. Desde la consideración positiva del turismo como impulsor económico, creemos que es imprescindible un equilibrio evitando la actual saturación y sus consecuencias sobre el problema de la vivienda y carestía de vida en la ciudad. La «ocupación» por parte de negocios hoteleros de áreas de vivienda y la extensión de los pisos turísticos están expulsando a miles de donostiarras a barrios periféricos o pueblos colindantes convirtiendo paralelamente a algunos barrios en una especie de parque temático para el turismo internacional. Una inversión turística que, cada vez más, tiene como protagonistas a fondos buitre y cadenas hoteleras cuyos objetivos de negocio y especulación confrontan con un modelo sostenible, que no tienen ningún apego a nuestra personalidad cultural y que influyen en condiciones sociolaborales inadecuadas.

Así pues, esta explosión de oferta turística ha tenido consecuencias graves para que las nuevas generaciones puedan acceder, en alquiler o propiedad, a una vivienda en determinados barrios de la ciudad, ante la falta de oferta y unos precios que nadie parece querer controlar.

Mención específica, en esta evolución hacia la pérdida de personalidad que percibimos en la ciudad, a nuestra lengua y cultura, que son ninguneadas o fagocitadas en aras a una oferta que solo valora lo «eficaz» y «práctico» en términos comerciales o de negocio. En este sentido, el euskara o nuestra cultura en general se convierte en algo problemático o improductivo o ligado a «momentos» o «espacios sociales» que se mantienen en la agenda local sin, realmente, un plan o programa estratégico de proyección y extensión ante las nuevas realidades que afrontamos.

La movilidad interna está siendo algo caótica en una ciudad que con las dimensiones de Donostia podría ofrecernos un modelo de transporte público moderno y eficaz en superficie, sin tener que afrontar una obra del metro innecesaria, peligrosa técnicamente y costosísima para el erario público. ¿Es que con esa enorme inversión no se podría mejorar en superficie, con otras alternativas, lo que se pretende conseguir con esa obra monstruosa? Las decisiones, en este sentido, que en relación con dichas obras se han adoptado en torno a cambios en la movilidad en el centro de la ciudad han acentuado los problemas generando un malestar evidente entre los y las donostiarras.

Otras cuestiones como la destrucción de patrimonio cultural, la situación desastrosa de Illumbe... tienen el mismo sesgo: la dejación o supeditación del gobierno del señor Goia ante intereses corporativos o decisiones de otras entidades o instituciones.

Ante esta preocupante evolución creemos que es momento de un cambio, que es momento de abordar un giro en el modelo de ciudad. Un modelo que tiene que estar vertebrado con los barrios y sus necesidades, que tiene que recuperar espacios (la variante, por ejemplo) para nuestros barrios, que tiene que impulsar un turismo sostenible evitando la «venta» de la ciudad a fondos de inversión y multinacionales del sector, que tiene que situar el problema de la vivienda como variable clave para la reproducción de la vida social en todos los barrios de la ciudad, que tiene que situar al euskara y nuestra cultura como referencia de nuestra personalidad como comunidad nacional... y que, por supuesto, tiene que impulsar una gobernanza pegada a la sociedad y sus organizaciones y no supeditada a lobbies o grupos de poder económico o mediático.

Y en ese objetivo, manifestamos nuestro apoyo a la candidatura que representa Juankar Izagirre como alternativa para cambiar de rumbo la evolución de la ciudad y abrir las puertas del Ayuntamiento a las preocupaciones fundamentales de la ciudadanía donostiarra.

*También firman este artículo Iñigo Iruin, Urko Aiartza, Rafa Diez, Iñaki Mujika «Ezkerra», Ramon Agirre, Aitor Merino, Naroa Iturri, Pello Armendariz, Nerea Arriola, Kattalin Miner, Unai Gaztelumendi, Fito Rodriguez, Jose Mari Zendoia, Iñaki Alegria, Onintza Odriozola, Iker Iraola, Joseba Sayes, Udane Goenaga, Reyes Karrere, Bittor Hernando, Sara Del Rio, Ibone Alonso, Iñigo Balda, Iñaki Egaña, Xabier Peñalver, Joxian Urkiola, Jose Luis Rezabal, Koldo Gurrutxaga, Maria Serrano, Lurdes Pulido, Jabi Hernando, Jose Artetxe, Kepa Vicario, Elena Elosegi, Inge Etxabe, Ramon Fernandez, Kepa Aranegi, Carmen Hierro, Aitor Alberdi, Esther Lazaro, Maribel Alberdi, Bea Goñi, Maider Portoles, Kontxi Noble, Edurne Lertxundi, Iker Beristain, Arantxa Uriondo, Bea Alkorta, Iker Espolosin, Aloña Espinosa, Lourdes Eraso, Fernando Herreruela, Gemma Pausa, Fidel Arizmendi, Mikel Pascual, Amaia Oronoz, Lola Calvo, Xabier Arberas, Irati Alkorta y Garazi Otegi.

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