Jesús Uzkudun Illarramendi
Activista sindical por la salud laboral

El déficit preventivo, causa del aumento de enfermedades profesionales

La no «comunicación de sospecha» por los médicos y la ausencia de evaluaciones reales de los riesgos son las causas de la ocultación de las enfermedades profesionales.

En los 8 primeros meses de 2017 se han registrado 14.476 enfermedades profesionales. Euskadi con 2.169 se sitúa en segundo lugar en el ranking. Mientras la media española es de una enfermedad por cada 1.145 afiliados a la Seguridad Social, en Euskadi se reconoce una por cada 378 y Navarra una por 255. Lo cual expresa que se esta resquebrajando el muro que las ha ocultado durante décadas.

De todas maneras estamos muy lejos de las cifras del Congreso de la OIT:2.400.000 de muertes año por enfermedad profesional y 380.000 por accidente de trabajo en el mundo. Datos que nos deben llevar a superar el discurso de quien reduce la prevención exclusivamente a los accidentes.

Por otro lado, la precariedad laboral no es la causa del incremento de enfermedades, sino el incumplimiento empresarial de la prevención de los riesgos laborales, en especial, los riesgos higiénicos y ergonómicos. El deterioro de la salud representa un problema 8 o 9 veces más grave que la sangría de los accidentes de trabajo, aunque sean más fáciles de ocultar.

La enfermedad profesional, a diferencia de los accidentes de trabajo, no son instantáneos, son resultado de la exposición prolongada al riesgo sin las medidas de prevención adecuadas.

El objetivo de los reconocimientos médicos debería posibilitar la detección precoz, pero no se hace. Además, la precariedad en la contratación de los trabajadores favorece la ocultación del origen laboral de dichas enfermedades, al obstaculizar las pruebas de dicha exposición cuando aparece la enfermedad gracias a la rotación laboral. Situación que se  agrava por la actitud de los médicos de los servicios de prevención que vienen incumpliendo la obligación de «comunicar sospecha» tras detectar una enfermedad de posible origen laboral, y por la pasividad de los directivos y médicos de Osakidetza.

En mi actividad de asesoramiento sindical en salud laboral observo la ausencia y chapuzas de evaluación higiénica o ergonómica en los puestos de trabajo. Es lógico, por tanto, que personas expuestas durante años a intensos ruidos, movimientos repetitivos, polvo o gases en el trabajo, terminen con daños en la salud. Que estas enfermedades se oculten como comunes supone una burla y robo a las prestaciones económicas de la Seguridad Social de las personas enfermas, y un fraude a la prevención de los riesgos laborales, ya que gracias a la ocultación, no se revisará el Plan de Prevención en la empresa y otros trabajadores continuarán enfermando por las nocivas condiciones laborales. También es un atraco a los recursos de la sanidad pública que termina asumiendo costes que corresponden a mutuas o a la contingencia profesional.

Resulta inadmisible la desidia de la mayoría de los médicos de los servicios de prevención que tras realizar anualmente miles de reconocimientos médicos se niegan (salvo requerimiento o denuncia sindical) a cumplir el articulo 5 del RD 1299/2006, que les obliga a «comunicar sospecha» a Osalan, cuando detectan una hipoacusia, una reducción de la capacidad respiratoria, alergias, lesiones en brazos y muñecas de trabajadoras con movimientos repetitivos, etc. Del ignorado riesgo psicosocial hablaremos otro día.

La no «comunicación de sospecha» por los médicos y la ausencia de evaluaciones reales de los riesgos son las principales causas de la ocultación de las enfermedades profesionales. El aumento de estas en las estadísticas representan éxitos del sindicalismo en su visualización.

Las cada vez más numerosas sentencias que condenan a las empresas al pago de indemnizaciones a las victimas del amianto, silicosis etc., tras incumplir la legislación preventiva durante décadas, muestran que la inversión en prevención por la empresa es rentable para todos. Pretender ahorrar en prevención resulta dañino y ruinoso a medio plazo para todos.

El incremento de las enfermedades profesionales requiere un cambio de actitud de la Inspección de Trabajo que debe realizar un seguimiento de cada una de ellas, requiriendo a las empresas la revisión y mejora del Plan de Prevención.

Para terminar, los profesionales sanitarios no pueden continuar sin cuestionarse el origen laboral de muchas enfermedades, sobre todo, no pueden continuar sin «comunicar sospecha» tratando de no molestar a las empresas, pues dicha práctica, además de socialmente injusta, es contraria a ley y a la ética médica.

Por otro lado, a mi se me acabo la paciencia ante las malas prácticas: emplearé todos mis recursos para denunciar el fraude con cada enfermedad que detecte en trabajadores sin que los servicios de prevención hayan «comunicado sospecha».

Por ultimo, animo a los trabajadores enfermos y especialmente a los sindicalistas y servicios jurídicos a reclamar el origen profesional de las enfermedades y acto seguido solicitar indemnizaciones por daños y recargos de prestaciones por falta de medidas de seguridad, como única vía para garantizar la mejora de las condiciones de trabajo.

Hemos visto la eficacia del «carnet por puntos» como medida coercitiva para reducir los siniestros en carretera, buscar la compensación del daño favorece la prevención.

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