Elecciones: opiniones orientadas e información
Necesitamos urgentemente que líderes de la comunicación con el espíritu de Paul E. Steiger den un paso adelante
para denunciar conductas vergonzosas como la de los dirigentes de la UE en materia de inmigración
El aroma ilusionante de cualquier elección se ve a menudo encubierto por un tufillo más o menos respirable según el lugar. ¡Si por lo menos pudiéramos creer en nuestras propias ideas! Estamos sometidos a las opiniones de interés generadas por aquellos que disponen de los medios necesarios a su transmisión. Debemos reconocer que tanto el presente como el futuro de cada individuo componen el conjunto de la especie animal humana respondiendo esta a impulsos a menudo ajenos al juicio personal. En el Estado español, la rutina de la capitulación lo arregla todo según las leyes fundamentales defendidas e intrerpretadas al sur del Ebro. Las complicidades del norte del Ebro ya no son noticia, y así se disipan las esencias culturales de un territorio, al ritmo fijado por opinadores públicos de los medios de comunicación.
Los primeros responsables de ese infausto abandono son los peatones medicados por la desinformación o más bien por una información orientada hacia objetivos que solo se alcanzan con la ayuda de dispositivos políticos que actúan en pro de la invasora economía especulativa. Hay que reconocer la capacidad de influencia de la sociedad financiera con sus pertrechos, los bancos, verdaderos Estados sin himno, que obran con una habilidad estratégica minuciosa.
El caudal del grifo de la capacidad de consumo del animal consumista, que somos, lo determina el todopoderoso potosí y llega a crear las circunstancias políticas favorables a la perpetuación del ciclo. A más consumismo, más conservadurismo.
Es difícil resistir a esas demoledoras mareas que no dejan tiempo de reacción a aquellos que aldabean a las puertas de la solidaridad una vez franqueadas barreras de opiniones de diseño.
Nuestros pareceres ya no nos pertenecen, teniéndolos hipotecados con escasas posibilidades de rescate. Quizás procedimientos tecnológicos como internet nos faciliten el acceso a informaciones libres con las que podamos construir opiniones genuinamente propias.
En vísperas de elecciones necesitamos más información saneada y menos opinión por respeto a los electores que son capaces de generar sus propias convicciones. Si eso no fuera así, tendríamos que reconocer que la educación recibida desde la Ilustración ha contribuido progresivamente a un estrepitoso fracaso emocional, siendo nosotros los que hemos aportado nuestro granito de arena para alzar, con determinación, la duna de bloqueo de cualquier cultura. Parece natural que nos dirijamos hacia los creadores de opinión, actores hábiles embozados con despojos de informadores, y les pidamos rendir cuentas. Los medios de comunicación pueden sentirse orgullosos de la parte de su labor que corresponda a transmitir la información que permita a los peatones enriquecer los datos que conduzcan a enjuiciar historias de cada día y hacerles así responsables directos de sus votos. Desafortunadamente asistimos a invasiones de opiniones fundadas en hechos cuya información está voluntariamente sesgada. El antes denominado «periódico más leído de España» quizás merezca aún esa calificación, pero es impresión casi avenida que de publicación bien equilibrada entre su misión de información y la de opinión, se ha dejado escorar rotundamente hacia la opinión monopartidista. Es esa una conducta que se puede desaprobar pero que no hay por qué vituperar. ¡Allá ellos!
Las dificultades financieras que viven diversos periódicos son salvables gracias al apoyo de entidades financieras que pregonan, entre otras preocupaciones, la conservación… de lo que sea. Ese colectivo juzga con criterios cuantitativos y deja de lado, muy de lado, los aspectos cualitativos del paciente.
Las informaciones tergiversadas, manipuladas y la inflación de opiniones teledirigidas, aquellas causando estas, desorientan al elector en el momento de votar entre las opciones políticas propuestas, cada vez más parecidas entre ellas hay que reconocerlo. La situación se agrava cuando padecemos en un Estado, como el español, de un bajo nivel de cultura política poco normal en el mundo occidental.
Los españoles solo están acostumbrados a gestiones políticas mayoritarias, sea impuestas por dictaduras soft o hard, o resultantes de convocatorias electorales «convenientemente mediatizadas».
Sería provechoso afinar nuestro espíritu crítico, de manera que no nos dejásemos arrastrar por corrientes de opiniones groseramente orientadas o por encuestas que ensalzan… a sus autores. Un mínimo de discreción en las autoalabanzas las puede hacer menos irrisorias y hasta verosímiles, exagerando ligeramente el trazo.
Algunos periodistas merecen mayor respeto que el de confiarles la misión de obedecer a una opinión «que viene de arriba», a menos que sea la suya propia. Las carencias de ética profesional en materia de comunicación, tanto de opiniones como de informaciones, pueden causar mayores estragos que los debidos a baches profundos de la sociedad política. Asistimos a este tipo de desviaciones cuando se somete a tristes individuos de la sociedad civil, obsesionados por su pánico de ser lo que realmente son, unos «has been» caducados, al triste aislamiento. La complicidad de algunos medios de comunicación con personajes devenidos virtuales puede mover votos en cualquier sentido.
Hace pocos meses, en «temporada» de elecciones locales, estuvimos sumergidos en dos casos de difusión periodística que provocaron inflexiones políticas en la gestión guipuzcoana. Uno, el tema de las basuras, fue tratado muy hábilmente por el partido que recuperó su hegemonía con una actitud de «información» con la complicidad abracadabrante de medios de comunicación cuya obra, solo en este caso, es digna de pasar a la historia del periodismo internacional. En el mismo sentido, el dirigente de una entidad patronal denunciaba la grave situación de la economía guipuzcoana, y llegaba a afirmar que Gipuzkoa era «tierra hostil para los inversores», pretendiendo contribuir así al ataque y derribo político de los entonces dirigentes del Territorio. ¿Cómo el autor de ese desatino, para algunos empresarios con dificultad para obtener créditos, explica que, pocas semanas después de sus afirmaciones proféticas, Gipuzkoa esté en cabeza de la CAV en materia de empleo, crecimiento de la actividad industrial, exportación, etc…? O bien ese señor nos ha mentido voluntariamente por orden política superior o, teniendo en cuenta la inercia esencial de la economía, un nuevo milagro debe de ser atribuido a la Virgen de Aranzazu. Ese dirigente sigue en su honorífico puesto gracias al también milagroso linimento mediático que algunos comunicadores saben administrar a palmeros jaleados, presos de una fragilidad que esconde su incompetencia.
Necesitamos urgentemente que líderes de la comunicación con el espíritu de Paul E. Steiger den un paso adelante, para denunciar conductas vergonzosas como la de los dirigentes de la UE en materia de inmigración. Si el espacio Schengen constituía un vector de intercambio cultural, su evolución revela la quiebra de la idea optimista de generación de una cultura consolidada que fuera la base de una Europa política civilizada.
Los medios financieros son los mejores previsores del futuro y empiezan a desapadrinar a algunos medios de la prensa escrita. Internet es ya el enemigo letal de algunos medios de comunicación y representa la esperanzadora, y quizás última, baza de regeneración de un periodismo de información independiente y profesional.