Iulen Lizaso Aldalur

En la caverna

Miedo a la verdad que libera y censura al mensajero cuando no lo juzgan y matan. Pero, si la libertad es ausencia total de miedo, ¿cómo nos lo inoculan?... la religión.

La rémora que supone la tradición como norma de ley actualizada en una sociedad moderna, obedece a un acomodo mental e institucional (religioso y político) que se traduce en miedo a la libertad.

El declive socieconómico y crisis civilizatoria del sistema capitalista se expresan hoy con beligerancia inusitada bajo su antifaz más decadente: la venganza violenta hacia aquellos países que rehusando alinearse con los modelos neoliberales en lo sociocultural y socioeconómico... no sucumben al chantaje del imperio.

Siendo el mecanismo más peligroso de los tres primarios de supervivencia que tiene ese poder, el miedo que les embarga, lo denota la creciente inmoralidad política-mediática nacional, en su alineamiento con los poderes supranacionales, por su cada vez mayor dificultad para sostener la mentira que siempre les ha valido para mantenerse encumbrados con sus privilegios de casta y clase.

Un cuarto poder impuesto por quienes ostentan los otros tres, que a modo de «infantería» mediática, en sus planas matinales, les blindan con esa cobertura infame, ante quien debiera ser el cuarto pilar del edificio democrático, desde la igualdad de oportunidad y sin censuras mediáticas. Que diferente a lo que hoy vemos en la España de los pueblos con su eterna lucha de clases como fiel reflejo de la xenofobia de clase que sufrimos por parte de la Europa mercader.

Embozados en hábitos, togas, birretes, «honoris causa», puñetas, másteres y demás señuelos e indicadores de elites jerarquízadas de marca y casta, actores de esa mentira «parida» en despachos episcopales, académicos, científicos y financieros, disfrutan de márchamo ético a cambio de prebendas sobre la mesa hechicera de políticos nacionales y territoriales, por parte de lobbies y oligarquías empresariales.

Ese tótem de poder oscuro silenciado lo mantienen merced a la complicidad de unos medios más dados a deformar que a informar; más dados a labores de guardianes de esa cueva –cerrando todo resquicio a la verdad contenida fuera de ella– que en darle acogida y despertar de conciencia y saberes a sus ciudadanos.

Miedo a la verdad que libera y censura al mensajero cuando no lo juzgan y matan. Pero, si la libertad es ausencia total de miedo, ¿cómo nos lo inoculan?... la religión.

«La forma de ignorancia mas elevada es cuando censuras algo de lo que no sabes nada», máxima de W. Dyer y de terca actualidad por la cruzada inquisitorial desatada por la ministra de Sanidad y el de Ciencia contra las terapias complementarias, haciendo buena la máxima de la escritora Manuela Hernán Matesanz: solo juzga el que no sabe, pues una vez que sabe, ya no necesita juzgar.

Hábito tradicional –juzgarlo todo– de los gobernantes de «un país que envuelto en sus harapos desprecia cuanto ignora»... desde el sentir amigo de Antonio Machado, remarcando con dolor y sin desprecio hacia esta bella tierra: ¡Cuanto cuesta querer a España! Ante tanta infamia política... ¡que dificil lo ponen para amarla como querría!

En su desconocimiento intolerante, juzgan lo evidente y desprecian lo conveniente. A la verdad la quieren fuera de la caverna, al ignorar que la luz que intuyen en ese mundo exterior, también nació de la misma oscuridad en la que inexorablemente vamos saliendo como humanidad encerrada y atrapada en esta densidad terrenal.

Así, y a pesar de que día a día, capa a capa, embadurnan con sus falacias el universo neuronal de un colectivo inconsciente y-o desidioso, que se resiste cada vez mas a pensar por si mismo... hoy se confirma la fórmula de libertad: «solo la verdad os hará libres»... que anunciaba Jesús de Nazaret, al denunciar a quienes desde la oscuridad de sus sepulcros blanqueados le amenazaban de muerte por situar la ley y la verdad por encima de la tradición... tampoco sucumbió.

Los hechos evolutivos de la memoria de la tierra ya cumplidos. Y el calor naciente como verdad primera de su nueva primavera universal, confirman las palabras del maestro también hoy caminante: «Nada quedará enterrado bajo las piedras, tan solo se debe esperar al momento solar debido». Tanto en lo macro universal como para lo micro individual... llamada a sentir y respirar la nueva ciencia de la existencia.

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