¡Es el momento!
La aniztasuna-diversidad, sin duda, es una gran riqueza humana y cultural. La humanidad siempre ha migrado y se ha mezclado. Lo ha hecho con frecuencia el pueblo vasco.
Necesitamos provocar una ola imparable en la que participe el mayor número de las personas que queremos cambiar esta sociedad. Es el momento de hacer visibles a las personas invisibles. Esas personas que no cuentan para las estadísticas. Las que no existen porque se les niegan todos los derechos. A las que una inhumana Ley de Extranjería deja violentamente fuera de toda ley. También a las que trabajan sin contrato, a las temporeras sin padrón que malviven en chabolas de plástico, y al resto de las personas marginadas y excluidas que viven entre nosotras. A todas las empleadas de hogar internas y esclavizadas. A las víctimas de trata, sobre todo mujeres y menores. Es decir, a los miles de personas que, viviendo entre nosotras y formando parte de esta sociedad, no cuentan para nada, y lo que es peor, ni se les espera para que cuenten.
La aniztasuna-diversidad, sin duda, es una gran riqueza humana y cultural. La humanidad siempre ha migrado y se ha mezclado. Lo ha hecho con frecuencia el pueblo vasco. ¿Qué otra cosa es eso que algunos llaman «diáspora»? Lo que diferencia las actuales migraciones masivas es su origen por las políticas criminales del norte global. Es necesario repasar el mapa del mundo y constatar cuantos millones de personas padecen hambre y por qué. Es necesario detenerse a pensar en los miles y miles de niños y niñas que mueren antes de cumplir cinco años. Es necesario pensar en cuantas niñas y jóvenes sufren trata y/o están esclavizadas. Es necesario saber por qué millones de personas se ven forzadas a dejar sus países en varios continentes, siendo consideradas por la vigente política como «población prescindible». Eso nos ayudaría a entender por qué hoy se criminaliza, persigue, encarcela, o simplemente se deja morir por falta de auxilio a quienes tratan de llegar a los países del norte global. Por qué se llega a acuerdos criminales con Libia, Marruecos, Turquía, etc. solo para que impidan –a cambio de dinero– que las personas pobres puedan acceder a la UE. Y, si consiguen llegar, ¿qué pasa con esas personas? Para eso está la Ley de Extranjería y su largo calvario de años de vida ilegalizada y sin derechos. Por eso son tan necesarias campañas como la de «¡regularización ya!».
Pero nunca se podrá lograr esa ola imparable sin contar con las personas que, estando ya entre nosotras, son las principales afectadas por ese robo de derechos que es la razón de ser del capitalismo y sus políticas liberales. ¡Es imposible! Sin incluir las reivindicaciones de estas minorías silenciadas, sin contar con sus múltiples brazos, no es posible levantar la Euskal Herria que decimos queremos construir, una Euskal Herria socialista, feminista, diversa y en equilibrio ecológico, donde todas tengamos los recursos suficientes para vivir dignamente. Es el momento de ponerse manos a la obra para conseguir todos los derechos para todas las personas en todos los lugares, ya que ninguna persona es ilegal; la regularización para todas las personas residentes, sean ucranianas o no, y la abolición inmediata de la Ley de Extranjería.