Julen Zabalo
Profesor de la UPV-EHU

España y Euskal Herria plurinacionales

Si España es evidentemente plurinacional, ¿Euskal Herria no lo es? Evidentemente, sí. ¿No es tiempo de decirlo?

Dice Arnaldo, y lo dice bien (como siempre), que «la única manera de democratizar el Estado es aceptar su plurinacionalidad y el consiguiente derecho a decidir y de autodeterminación» (en información recogida en GARA por Martxelo Díaz el 22 de febrero).

Se supone que Arnaldo se refiere a que en el Estado español malconviven cuatro sentimientos nacionales: el español, el vasco, el catalán y el gallego. Lo limitamos a estas cuatro naciones, porque entendemos que aspiran a formar un Estado, cosa que no ocurre con otros sentimientos étnicos y culturales. Dicho así, no parece problemático que existan diversos sentimientos nacionales, por lo que lo más correcto, inteligente y democrático sería aceptar la plurinacionalidad del Estado español, públicamente y en la Constitución.

Pero lo que resulta tan evidente y fácil de entender se complica enormemente cuando a ese sentimiento nacional le queremos añadir un territorio. Se complica por tres razones, al menos.

La primera, porque la existencia de una nación no conlleva ningún derecho adherido, de constituir un Estado, por ejemplo. La nación pertenece a una categoría subjetiva, relacionada con el sentimiento de pertenencia nacional en la que una persona se siente a gusto. Es decir, por más que el Estado español se empeñe en decir que toda su ciudadanía es española, nadie va a impedir (algo que sí hacía el franquismo, en cambio) que una persona afirme que no es española, sino vasca. Pero por repetir que existe la nación vasca tampoco se obtiene el derecho a autodeterminarse.

La segunda cuesta un poco más digerirla: si España es evidentemente plurinacional, ¿Euskal Herria no lo es? Evidentemente, sí. Por partida triple, si incluimos el sentimiento nacional francés. ¿No es tiempo de decirlo?

La tercera, en consecuencia, es que si a España y Francia se les demanda un referéndum de autodeterminación en base a que existe una nación vasca, ¿todas las naciones que coexisten en Euskal Herria lo podrían hacer también? Para evitar este complicado problema, las izquierdas estatalistas suelen argumentar, o podrían hacerlo, desde una postura sensata, que podemos asumir un Estado plurinacional, pero sin entrar en dinámicas inacabables de referéndums por la autodeterminación.

Repensando el nacionalismo vasco y la nación vasca. En esta situación, ¿qué plantea el nacionalismo vasco? Al igual que el resto de nacionalismos, en su planteamiento clásico ha jugado con la confianza y la ilusión de que podría convencer a todos los vascos y vascas de que se sientan abertzales y reclamen la independencia. Solo visto así es como se entiende la importancia que se le concede al reconocimiento de la existencia de una nación vasca, porque ello, supuestamente, nos proporcionaría el derecho automático a formar un Estado vasco, o al menos a celebrar un referéndum de autodeterminación.

Este argumento clásico, sin embargo, está totalmente agotado hoy en día, como nos gusta decir ahora. Si hablamos de Estados plurinacionales, si hablamos del derecho a decidir... estamos negando categóricamente que ser una nación conlleve algún derecho, porque la capacidad de poder decidir estaría por encima de supuestos derechos históricos o esenciales.

Si hablamos de Estados plurinacionales y del derecho a decidir necesitamos actualizar el discurso del nacionalismo vasco, no podemos incorporar nuevos conceptos y herramientas y pensar que se puede seguir con el mismo discurso. Pero cuando nos ponemos a ello, cuando nos decidimos a tratar el tema, decimos nación y entendemos euskara. Y acabamos hablando de la situación del euskara y de lo importante que es su extensión por toda Euskal Herria, su uso, los ataques externos, etc. Nos preocupa, y se reconoce públicamente, la pérdida de interés por el tema nacional, el pulso nacional, especialmente en la juventud, y la juventud responde que ya saben y/o utilizan el euskara. Porque pensamos que es lo mismo. En cambio, cuando hablamos del Estado vasco, entendemos derechos sociales, mejoras, empleo, etc.

Pero si el Estado vasco no tiene íntima relación con la nación vasca, ¿en base a qué queremos un Estado? Para querer ser independientes hay que sentirse diferente y eso va relacionado con el sentimiento nacional.

No se puede explicar un referéndum de autodeterminación si no existe una nación que lo anime: si nos sentimos españoles o franceses, ¿para qué separarse de España o Francia? Es decir, las supuestas mejoras que un Estado vasco traería solo son viables si antes existe un deseo de separarse. No es cuestión de que el total del electorado que pudiera estar a favor de un Estado vasco se sienta abertzale (esa sería la visión clásica anterior), ¡pero alguien, una buena porción, sí que se tiene que sentir abertzale!

El objetivo principal del nacionalismo vasco, como del resto, es la independencia, es formar un Estado propio. Un Estado que, para hacerlo atrayente, deberá recoger mejoras (sociales, ideológicas, económicas, culturales) con relación a otros, pero que vendrá motivado por el sentimiento de diferencia con respecto a regiones y países vecinos. Podremos ser un Estado plurinacional dentro de España, o podremos ser un Estado plurinacional en Euskal Herria. En ambos casos habrá que coexistir con sentimientos nacionales diferentes. ¿Cómo solucionarlo? Parece irresoluble, pero sí sabemos que el instrumento para ir avanzando es el derecho a decidir, la consulta constante a la ciudadanía sobre todos aquellos temas que puedan crear división en un territorio.

Ahora que estamos en fase de cambio, ¿no tenemos nada que decir sobre el modelo de nación y nacionalismo que proponemos?

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