Estado de alarma, confinamiento y redes solidarias
Si queremos sobrevivir como especie deberemos ensayar nuevas formas de autoorganización alternativas a las jerárquicas, no dejar en manos de las élites nuestro futuroSe hace necesario ensayar nuevas formas de autoorganización que entrelacen las luchas de la ecología, el feminismo y la igualdad de los desiguales. Trabajar en ámbitos cercanos e ir ampliando la red de redes solidarias.
En el estado de alarma, en la medida que supone un recorte a los derechos civiles y libertades, debemos estar alerta a que no se transforme en un estado de excepción encubierto. La cara amable del capitalismo, los denominados del centro izquierda al decir de una escuela del PNV, nos pueden llevar a un trágala colectivo. Yo no he votado al PNV ni al PSOE, y como yo otra parte importante de la sociedad, tan grande como la que ha votado a estos partidos. Desde mi voluntad contraria a la jerarquía, defiendo el derecho a la desobediencia, si las medidas excepcionales que se adoptan no son asumidas por una mesa de partidos, de agentes sociales y de sindicatos, que deben ser escuchados y atendidos en sus demandas. Ya ha pasado un tiempo prudencial para que las medidas que se adopten no sean de improvisación e interesadas para determinados intereses económicos. Las medidas que se apliquen deben ser el resultado de la reflexión y el debate entre los partidos representantes del arco parlamentario, priorizando la salud y el bienestar de la población en general. Si no queremos que se instauren en nuestra sociedad practicas dictatoriales, enmascaradas en el bienestar común que venden los mercenarios de la prensa, debemos estar alertas a las decisiones que se adoptan y de quienes las deciden. En época de decisiones excepcionales las formas de decisión también deben ser excepcionales y colegiadas por el máximo de partidos, representantes sociales y sindicales. No siendo así las medidas excepcionales se convertirán en medidas que encubren estados de excepción, ya conocidos en Euskal Herria.
Las circunstancias del coronavirus y el estado de alarma reúnen una serie de elementos preocupantes para las libertades y los derechos civiles que a continuación paso a enumerar:
• El miedo generalizado de la población que voluntaria o involuntariamente han inoculado los medios de comunicación y las informaciones y desinformaciones interesadamente teledirigidas. Un miedo paralizador del pensamiento y que nos transforma en una masa sumisa y despersonalizada.
• El desarrollo en una gran parte de la población de un pensamiento militarizado –cuando se ha hecho evidente que lo que faltan son sanitarios– que lleva a la población a perseguir a otra parte de la población, cuando ha predominado un comportamiento cívico generalizado. Esta militarización del pensamiento es el reflejo de ruedas de prensa con presencia mayoritaria de los militares, y el empleo de una terminología militar –guerra contra el virus– , cuando las causas del estado de alarma son fundamentalmente sanitarias. El gobierno debería de arropar sus decisiones en el personal sanitario y científico.
• El aislamiento de la población en sus casas neutraliza cualquier movimiento de protesta y dificulta la asociación, el debate; e impregna de impotencia las iniciativas de redes solidarias que chocan con la burocracia, la jerarquía y el interés político de algunos gobernantes.
• En esta situación de confusión, de incertidumbre, más que nunca dependientes de los medios de comunicación y de la manipulación a la que podamos estar sometidos; no tenemos la posibilidad del contraste de la realidad vecinal, el contraste de la calle y de la vida social. Estas circunstancias son propensas a un lavado de cerebro generalizado.
• La oposición se encuentra paralizada sin el respaldo de la masa de votantes, de las movilizaciones, de la presión ciudadana y de los diferentes colectivos. Más que nunca es importante atender no solo a lo que se hace, sino a como se hace, no solo a lo que se decide sino quienes y como se decide. Si es Confebask-PNV Y PSOE la que decide o es una mesa de partidos asesorada por sanitarios y científicos, y en las que también están representados los empresarios, los trabajadores, agentes sociales y sindicales, la que asume las medidas previamente debatidas. Si son medidas excepcionales las que se adoptan debe de buscarse el máximo consenso; son leyes y medidas que van en contra de los derechos civiles y de las libertades y la colaboración de la ciudadanía debe estar condicionada a un máximo consenso.
•La prevalencia de la policía y de los militares en estas circunstancias define la tendencia jerárquica e impositora de los gobernantes en general, cuando lo que fundamentalmente procura el bienestar de la comunidad son las redes sociales de solidaridad. En muchos casos la tendencia de los gobernantes ha sido la de prescindir si no de silenciar esas iniciativas.
Si queremos sobrevivir como especie deberemos ensayar nuevas formas de autoorganización alternativas a las jerárquicas, no dejar en manos de las élites nuestro futuro, ni delegar el poder en políticos profesionalizados, a su vez manejados por el poder económico. Eso nos lleva al holocausto como especie. Se hace necesario ensayar nuevas formas de autoorganización que entrelacen las luchas de la ecología, el feminismo y la igualdad de los desiguales. Trabajar en ámbitos cercanos e ir ampliando la red de redes solidarias. Las circunstancias del confinamiento por coronavirus ha movilizado a muchas personas hacia la solidaridad organizándose en redes sociales, hagamos de eso el germen para la construcción de una nueva «normalidad». Construyamos estructuras horizontales barrio a barrio, pueblo a pueblo, que sean la voz directa de los más necesitados. Necesitamos menos pensamiento militarizado y más pensamiento crítico. Organicemos grupos de debate sobre la planificación política del futuro en ámbitos de decisión cercanos. Descentralizar el poder hasta diluirlo y dárselo a la comunidad. Si no estamos condenados a que nos gobierne el pensamiento adolescente de una Ayuso vasca o un militar disfrazado de cura.