Isidoro Berdié Bueno
Profesor en Ciencias de la Educación, Doctor en Historia y Doctor en Filología Inglesa

GARA y la "proscriptio" (antigua Roma). El Moises de Miguel Angel (S/XVI). Amaia kalea, Iruñea

Señores del poder, no nos priven de GARA, es lo único bueno y noble que le queda a esta sociedad, de la que Nietzsche, en su lenguaje aforístico y profundo, dice que «el hombre es la enfermedad de la Tierra... llevemos la luz a la Tierra».

El artista renacentista italiano Miguel Angel, considerado uno de los más grandes genios en la historia del arte, por su obra pictórica ("Juicio Final", en Capilla Sixtina del Vaticano), obra arquitectónica (Cúpula de la Iglesia de San Pedro en Roma), y en su calidad de escultor destacamos su "Moisés", cuando lo terminó lo vio tan perfecto que le gritó «¡Habla!», tras gritárselo varias veces, y la escultura no soltar palabra, le arrojó con furia el martillo a la cabeza, con el riesgo de haberlo dañado y pasar con una tara a la posteridad. Hogaño tenemos otro escultor de la palabra, de la noticia y del argumento, que se llama Iñaki Soto, y otro "Moisés" que se llama GARA, que este sí que habla, y lo hace de manera conexa, sin tutelas ni prejuicios, enriquecido con un caleidoscopio de colores en su interior que adornan su discurso cada mañana y, además, algo que Miguel Angel no le exigía a Moises, porque GARA también escucha, nos escucha previamente para luego respondernos adecuadamente.

Y dejamos el hall de entrada (exordio)/ para entrar derecho al salón/ donde allí nos espera el «logos»/ o núcleo de la cuestión/ asunto socio político/ en absoluto trivial/ luchamos por el buen hacer y hacemos frente al mal/ se llaman Gansón y Estado/ que a "Egin" han aniquilado/ y a GARA han multado/sin pistola y sin capucha/pero la prisa es mucha/ pues es dinerito a la hucha/ una forma de proscripción/como vemos a continuación.

La «proscriptio» (proscripción) en la antigua Roma, era una palabra de peso político muy fuerte, la había civil y política, consistía en una identificación pública y oficial de personas u organizaciones catalogadas como enemigo público o enemigo del Estado, que conllevaba el destierro o la pena de muerte, con la consiguiente incautación de todos sus bienes y propiedades para el Estado. Se solía utilizar para eliminar en masa a rivales políticos, entidades religiosas y enemigos personales. Para la proscripción política bastaba con fijar en el foro la lista de proscritos sin dar ninguna explicación ni motivo. Sencillamente era «razón de Estado». Todos hemos visto en las monedas romanas la efigie del emperador Octavio Augusto, de cara tan limpia, pero de entrañas negras y crueles. Este de un plumazo, proscribió a 300 senadores y más de 2.000 rivales políticos, procedentes de familias importantes de Roma, a los que incautó todas sus propiedades en beneficio propio y para pagar sus campañas militares. Era «razón de Estado» o ¿terrorismo de Estado?

Hace unos días, GARA nos helaba la sangre con otra «proscriptio», era la notificación de la multa irredenta de "Egin" sobre sus espaldas, de la cual se hace eco, se queja y la trabaja magníficamente el historiador vasco Iñaki Egaña; pero Iñaki, te remito al filosofo griego Trasímaco de Calcedonia, siglo V a.C. que ya entonces definía la Justicia como la voluntad del más fuerte, y es obedecida, nada importa la forma de Estado. Las leyes son dictadas por los que ejercen el poder, y lo hacen en su propio beneficio o conveniencia. ¿Y de la libertad?, ay de la libertad cuando su defensa está en manos de quienes más la desprecian ("El Zurriago Libertario"). Los verdugos el Estado y un juez estrella: Gansón, socialista, que utilizó las instituciones de Justicia en un sentido ególatra, megalómano, de exaltación y culto a su personalidad profesional para adquirir una aureola de «justiciero universal», cuando no pasó de simple juez instructor y, de los malos, pero aupado hasta la Biosfera por una izquierda rancia (de cuando Cascorro hacía la mili) y una progresía analfabeta española, que le aplaudía bobaliconamente, espectáculo deplorable en la historia contemporánea, no solo de España, sino también del extranjero. Muchas de sus instrucciones se las echaba atrás el Tribunal Supremo por no ser conformes con las leyes procesales. De manera inconsciente, fue el aliado y cómplice más firme del delincuente y el que más le favoreció. Un auténtico «tonto útil», pero millonario y narcisista, un maromo carota que se iba de los restaurantes de Madrid sin pagar con la panza llena de grasa y de colesterol, ¿un sinvergüenza? ¡¿una joyita apestosa?! Pero ambicioso. Su carrera terminó con una expulsión vergonzosa y humillante de la judicatura, mas bien tardía, aunque le faltó la cárcel. Esta es su triste historia, restaurantes y ciudadanos, con su ida, hemos descansado.

Esperemos no verlo más por estos lares, allá por donde ande hará tropelías, desgraciados los países por donde vaya, repetirá los mismos desacatos y felonías que dejó aquí, queda como figura devaluada, a la hora de alquilarse a poderes dictatoriales bananeros y Tirano Banderas: Castros y Maduros, amén de ONGs corruptas, unos y otros, todos ellos se lucran de la miseria de la humanidad. De lo que da la caridad pública y la generosidad internacional esos «vivillos» se quedan con la parte del león y queda para las necesidades humanas la parte del ratón. Todo un negoción de explotación de los buenos sentimientos de la gente. Este juez, con las luces de un candil apagado y alas de gallina vieja, soñó con vuelos de águila real, como otros muchos fracasados y botarates, pero no pasó del vuelo de ave de corral ("El Zurriago Libertario"). Su currículum, a base de logorrea vacua, le sitúa en el estercolero mayor de la historia, pasando a formar parte del basurero humano, un señorito andaluz disfrazado de juez. Con delirios enfermizos de grandeza, pretendía y se sentía cualificado para ocupar la silla junto a Dios en el Monte Sinaí (Biblia) y dictarle otro decálogo al oído, con lo que tenia que hacer para gobernar mejor el mundo.

El otro verdugo es el Estado, pero no somos los anarquistas quienes han de determinar quien es más vampiro o asesino, ni quitamos ni ponemos rey, lo dejamos a cargo de la historia que tiene sus estadísticas. Pero a vuelapluma, a vista de pájaro, los dos son sangrientos, como hemos dicho, y vampiros. El filósofo anarquista alemán Nietzsche dice: «El Estado es un monstruo frío, el más frío de los monstruos fríos, es frío hasta cuando miente y dice: ‘Yo represento al pueblo’». El Estado zarista ruso instituyó una policía especial dedicada a la represión de grupos subversivos, control en el mundo intelectual (en la Universidad en 1850 se prohibió la enseñanza de la filosofía) y censura en la imprenta. En teoría los policías tenían que entregar los detenidos a las autoridades judiciales para ser juzgados con penas de cárcel, deportación a Siberia y pena de muerte. La práctica de la tortura era muy común, y llegado el momento, los policías tenían licencia para ejecutar inmediatamente. Fue considerada, en cuanto a eficacia, como la mejor del mundo.

Y llegó la Revolución rusa 1917, y se estableció el Estado soviético, un Estado de izquierdas, en principio para cambiar y superar una autocracia, se precisaba mejorar, cambiar, pero no fue así. Merece que destaquemos y hablemos de las chekas, a imagen y semejanza de las soviéticas se crearon en España durante el Frente Popular. Las chekas sirvieron de modelo en España a los diferentes colectivos rojos, para suprimir y liquidar disidentes y adversarios (caso del POUM, partido comunista heterodoxo, de afinidad trotskista, que fue aniquilado en su totalidad, por consigna de Stalin), con amplísimos poderes, y sin limite legal alguno, autenticas policías políticas, en cuyos locales se detenía, interrogaba, torturaba y juzgaba de forma sumarísima, con fusilamientos nocturnos, como nos cuenta el diplomático alemán en Madrid Felix Schlayer. Este fue personalmente a Azaña a quejarse de los excesos, asesinatos y violaciones que se estaban cometiendo en Madrid, y el citado presidente republicano le respondió: «yo no me atrevo a reprender a un miliciano si este lleva pistola al cinto». Schlayer constató que Azaña, aunque con el alto cargo de presidente, no pintaba nada, era mera figura decorativa, estaba para lavarle la cara a la II República frente a Europa. Esta es la verdadera faz del Estado totalitario.

En este corral nublado (Valle Inclán) aparece en un rincón escondido y avergonzado el PNV, este no es el Judas del Evangelio, que vende al Maestro por 30 monedas de plata, pero sí el Pilatos romano que se lava las manos «políticamente», a sabiendas de que la razón está de parte del más débil, pero él se pone de lado del más fuerte, temeroso de posibles reacciones adversas que pusieran en peligro su poltrona, de la misma manera el PNV no se arriesga y deja sola y al albur a la izquierda abertzale. Pero los cálculos y proyectos de Pilatos no se cumplieron, muerto el emperador Tiberio, su valedor, entró Tito, quien lo cesó y desplazó a las Galias, donde murió lejos de su lugar de origen.

Pero, como reza la filosofía popular en mi pueblo, la conciencia era verde y se la comió un burro, y por mal camino se llega a mal pueblo. Señores del poder, no nos priven de GARA, es lo único bueno y noble que le queda a esta sociedad, de la que Nietzsche, en su lenguaje aforístico y profundo, dice que «el hombre es la enfermedad de la Tierra... llevemos la luz a la Tierra». La luz como antítesis de las tinieblas, dicha función antaño la llevó a cabo con elegancia "Egin", hogaño con no menor resplandor ilumina este diario abertzale, allende sus fronteras a toda la humanidad, mas para nuestra desgracia, lo vemos amenazado, en peligro, pues sobre él pende otra espada de Damocles, está en juego la libertad mayor y más absoluta, la libertad por antonomasia, es nuestro último tren, quítenos un brazo, arránquenos el alma, lo sentiremos menos.

Los pueblos indoeuropeos irrumpen en la Historia con las Trinidades, tríadas o trimurtis. Tres han sido también las experiencias que en mi vida más me han impactado: la primera fue ante el Monumento a la Batalla de las Naciones contra Napoleon, en Leipzig (Alemania), la segunda el Valle de los Caídos, en Madrid y la tercera el despacho del abogado Patxi Zabaleta. En los dos primeros lugares había sobriedad, recogimiento y un ambiente de ultratumba, que me recordaba las danzas de la muerte medievales, el film de Bergman "El Séptimo Sello", las coplas de Jorge Manrique a la muerte de su padre, y el eterno interrogante, hasta de ahora sin respuesta: "Ubi sunt mortui?" (¿donde están los muertos?) y la tercera el despacho de Patxi Zabaleta, en Amaia kalea, Iruñea. Un despacho de abogado, al igual que una consulta médica son atalayas de la miseria humana. En el primero convergen empresas en crisis, estafas, asesinatos, malos tratos, agresiones a la libertad de expresión etc. Pero ahí no se bajan los brazos ni se resignan a su destino, en el despacho de Amaia kalea encontraban para sus heridas el auténtico y mágico bálsamo de Fierabrás, de las leyendas carolingias, en él había vida, había paz, había esperanza. La vida y la paz florecen en la esperanza realizada, la misma que GARA predica y que todavía estamos esperando, este se resiste siempre a ser burlado o a morir y mantiene viva y activa la lucha.

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