Lidón Soriano
Yala Nafarroa, BDZ y Palestinarekin Elkartasuna

Genocidio en Palestina

El lunes 9 de diciembre se cumplieron 76 años de la aprobación por parte de la ONU del texto del Convenio para la Prevención y Sanción del delito de Genocidio a través de la Resolución 206 de la Asamblea General. Dos años antes, el genocidio fue considerado por Naciones Unidas como un crimen que debía ser perseguido a nivel internacional.

Pero, ¿qué se entiende por genocidio? Tal y como apuntó el señor Lemkin, abogado que acuñó este término, el genocidio no implica necesariamente la destrucción total de un grupo nacional, religioso o étnico. Lo que caracteriza, fundamentalmente, al crimen de genocidio, es la existencia de un plan coordinado y sistemático de acciones encaminadas a destruir los fundamentos esenciales de la vida de un grupo determinado de seres humanos.

Si tenemos en cuenta las declaraciones públicas realizadas por el exministro de Defensa, Yoav Gallant, el 10 de octubre de 2023 en el rotativo "The Times of Israel", «Gaza nunca volverá a ser lo que era. Lo eliminaremos todo»; incluso las del propio presidente de Israel, tres días después, «No hay civiles inocentes en Gaza», entenderemos perfectamente cuál es su objetivo. Como puede observarse, nítidamente, sus explícitas intenciones coinciden exactamente con la descripción del crimen de genocidio, tal como se redactó en 1948.

El genocidio, por tanto, no son acciones que se lleven a cabo en un día sino, como bien establece Naciones Unidas en su descripción, es un plan establecido, un proceso cuya implementación puede oscilar de meses a décadas. El primer paso para la consecución del crimen de genocidio es la deshumanización del «otro», proceso que podemos constatar en las declaraciones del exministro Gallant el 9 de octubre del año pasado, cuando, refiriéndose a los habitantes de la franja de Gaza, dijo: «Los animales humanos deben ser tratados como tales». Este ejemplo de deshumanización hacia los y las palestinas, desgraciadamente, no respondía a ningún hecho puntual, esa deshumanización lleva sucediendo en Palestina desde hace décadas, declarativa y fácticamente, fundamentalmente por medio de las ilegales medidas de la ocupación israelí.

A la deshumanización le sigue el asesinato aleatorio de civiles, particularmente de mujeres y de niños y niñas, que representan el futuro de ese pueblo. Y parejo a ese segundo paso, viene la destrucción de su forma de vida, destrucción de todas las infraestructuras, los desplazamientos masivos forzados, la utilización del hambre como arma de guerra, la negación de la ayuda humanitaria, el establecimiento de zonas de reclusión limitadas y exiguas donde se permite vivir a los supervivientes de ese genocidio, mientras el resto del territorio, devastado y limpiado étnicamente, es anexionado por el Estado criminal, imponiendo, sobre ese territorio y pueblo, el orden que el atacante elige y que siempre es un sistema de apartheid.

Como podemos observar, las acciones de Israel sobre Palestina y, especialmente, sobre la Franja de Gaza encajan perfectamente en la definición que establece el derecho internacional y no se circunscribe a las acciones cometidas por Israel este último año. Tal y como aseguró Craig Mokhiber, director de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos en su carta de dimisión el 28 de octubre de 2023, el sionismo lleva décadas implementando este genocidio, consolidando la limpieza étnica de Palestina.

Por si faltaban datos, Amnistía Internacional acaba de publicar, el 4 de diciembre en La Haya, un detallado informe donde concluye que Israel lleva a cabo el crimen de genocidio sobre el pueblo palestino. También supervivientes del Holocausto nazi, como Marione Ingram, y académicos versados en la materia, como el israelí Amos Goldberg, coinciden al concluir que lo que se está viviendo en Palestina es un genocidio similar al holocausto nazi. El nacionalsocialismo convertido en nacionalsionismo. El mismo perro con distinto collar: supremacismo colonialista fomentado y respaldado por el libre mercado y las potencias hegemónicas del momento que velan por los intereses del gran capital.

Y también, como ha sucedido en la historia con otros genocidios mientras se están llevando a cabo, a día de hoy, hay Estados y comunidades que niegan la existencia de este atroz genocidio, incluso aunque sea retransmitido segundo a segundo, día tras día, por las propias víctimas, como sucede en Palestina. Aquí es donde entra en juego el otro gran poder fáctico: los medios de comunicación. Si los medios no muestran la brutalidad del genocidio, este «no existe», cae en el olvido. Y nuestro olvido es la victoria del proyecto colonial.

Por eso es nuestra obligación como ciudadanía consciente y responsable seguir informándonos, movilizándonos y recordar a los Gobiernos del mundo que el artículo primero del Convenio por la Prevención y la Sanción del Crimen de Genocidio obliga a todos los Estados miembros a prevenir y sancionar la comisión de dicho crimen. Exigimos a nuestros Gobiernos y a todos los partidos políticos que se posicionen abierta y claramente: o en el lado del genocida Estado de Israel o en el lado del admirable y resiliente pueblo palestino. No hay una tercera opción. Pero, sobre todo, les pedimos que actúen acatando los dictámenes del Tribunal Internacional de Justicia y que hagan todo cuanto esté en su mano para terminar con la ocupación y el apartheid en Palestina, principalmente aplicando sanciones y desinversiones a Israel.

No hacerlo les convierte en cómplices de genocidio.

La historia pondrá a cada cual en su lugar.

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