Guggenheim Urdaibai: donde la falta de conocimiento es arte
Iñigo Ansola, presidente del Bizkai Buru Batzar, está en racha. Sus reiteradas declaraciones ensalzatorias sobre el proyecto de un nuevo Museo Guggenheim, con dos sedes en Urdaibai, llevan camino de batir todas las marcas anteriores y, sobre todo, de alcanzar un lugar prominente en la historia de los récord Guinness.
Prácticamente no hay día desde que comenzara a ejercer de titular en su cargo como máxima autoridad del PNV en Bizkaia, que no se descuelgue en alguna entrevista en prensa o acuda a algún plato de radio o televisión, a dejar claro que su formación política quiere ganar este partido como sea, quizás de la misma forma que él mismo ha ganado su puesto en el BBB, es decir, siendo elegido por un escasísimo 15% de los afiliados a su club.
Pero vayamos a los hechos. Si bien en anteriores declaraciones se descolgó con afirmaciones tan elevadas intelectualmente como decir que «estamos hablando de un proyecto cultural «bonito», ahora su discurso, quizá aleccionado por sus entrenadores de argumentario que deben estar metiendo horas extraordinarias a manta, se adentra en otros terrenos que mezclan amplios conocimientos de Arquitectura y Urbanismo con una evidente capacidad adivinatoria: «No sería un edificio como los de Nueva York o Bilbo».
Ni Perogrullo lo hubiera dicho mejor. Repetir titanio en Urdaibai no va demasiado bien con el paisaje de la marisma ni con las deposiciones que a buen seguro harían sobre esa superficie metálica las pocas aves que quedan en un hábitat cada vez más degradado, ante todo, por la inacción de su partido durante los últimos cuarenta años. Y de Nueva York, qué decir, sino sugerir que antes que en Urdaibai, en todos caso, hagan más réplicas de su franquicia en otros distritos de su propia ciudad, como pueden ser el Bronx, Brooklyn, Queens o Staten Island.
Pero lo mejor de sus últimas declaraciones es que le elevan a experto en Contención de Multitudes, una nueva profesión surgida de un nuevo campo del conocimiento científico en el que ni siquiera se ha atrevido a experimentar la Inteligencia Artificial, aunque sí Iñigo Ansola. Atentos a los que dice sobre el futuro proyecto Guggenheim-Urdaibai: «No supondría una invasión de turistas porque todo se puede regular».
La frase tiene su enjundia y conviene analizarla al detalle. Es una oración compleja compuesta por dos cláusulas, propia de quien controla mucho la dialéctica. La principal («No supondría una invasión de turistas»), en la que hay un verbo en condicional («supondría») que expresa una condición hipotética. Y la cláusula subordinada («porque todo se puede regular»), es decir, una cláusula explicativa que justifica la razón por la cual no supondría una invasión de turistas.
O sea, su maravilloso argumento parte de una condición hipotética («no supondría»), pero para nada de un hecho cierto o comprobable. Es más, si algo está ocurriendo en muchos puntos ya de nuestra geografía es, justamente lo contrario, que «si está suponiendo una invasión de turistas» (por ejemplo, en Abando Ibarra y Casco Viejo en Bilbao, en San Juan de Gaztelugatxe, Mundaka, Lekeitio, Zumaia, Donostia...) y, ¿qué ha hecho el señor Ansola y su propio partido hasta la fecha? Pues nada, bueno sí, incentivar aún más la afluencia de turistas, ofreciendo incluso más servicios a cuenta de los presupuestos públicos.
Pero vayamos a la segunda parte de esta frase del ahora experto Lingüista: «porque todo se puede regular». Aquí ya crujen las meninges de una mente con un CI (coeficiente intelectual) muy alto, por encima incluso de 140. ¿Regular? ¿Cómo? ¿Poniendo controles de la Ertzaintza por tierra, mar y aire? ¿Con unos chips a la población turista que le reviente las venas caso de querer entrar en una zona «densamente poblada por visitantes» y controlada por imágenes satelitales? ¿O quizá el presidente de BBB tiene la fórmula mágica que todavía no han encontrado en París, Venecia, Roma, Bangkok, Barcelona, Singapur, Shanghai…? ¿Nos explica su plan de regulación, Ansola jauna?
Iñigo Ansola lo tiene todo tan claro que ahora, en un arranque de audacia, se sube a la Didáctica en su última declaración el pasado viernes día 17 a Onda Vasca: «es preciso realizar «una labor pedagógica y de explicación muy importante» sobre el proyecto del Museo Guggenheim en Urdaibai.
¿Una labor pedagógica y de explicación? ¿Cuándo? ¿Quizá en alguno de los 64 batzokis cerrados en los últimos años? ¿Dónde? ¿Tal vez en el próximo Alderdi Eguna? ¿Y qué van a explicar? ¿Que vamos a regalar 140 millones de euros a la Fundación Solomon R. Guggenheim? ¿O todo el proceso de «desbroce» administrativo que llevan haciendo estos tres últimos años, a cargo también de dinero público para hacer posible esta ocurrencia de «Museo Verde»? ¿O lo filtrarán a los medios de comunicación amigos y miembros del Patronato del Museo Guggenheim, tal y como han venido haciendo hasta la fecha? ¿O se lo contarán finalmente al exlehendakari Urkullu, que afirmó no saber nada acerca de esto?
Continúa Ansola con su discurso para elevarse a cotas superiores, tirando de país. «Este es un proyecto que ayudará a revitalizar Busturialdea, a que la economía en Bizkaia mejore, y, por qué no, es un proyecto nacional, un proyecto de Euskadi». ¿Un proyecto nacional de Euskadi o de Euskal Herria? ¿Nacional del PNV o nacional de Arkansas o de Wyoming? ¿O nacional de España que, a través del Miteco, ya ha entregado 40 millones de euros, pero no para hacer el Museo, sino para recuperar la zona?
Para rematar ya la faena, el más alto cargo del partido en Bizkaia aporta un consejo gratuito en su consultorio de Psicología Política: Tenemos que quitarnos todos los miedos», insistiendo en que, «sin lugar a dudas, tenemos que contar con la sociedad del entorno, explicarlo bien y hablar mutuamente para que consigamos un proyecto positivo y adecuado».
Por hoy es suficiente, pero habrá nuevas entregas, seguro. Y si ahora Ansola nos habla desde la Arquitectura, el Urbanismo, la Contención de Multitudes, la Didáctica, la Dialéctica, la Lingüística o, incluso, la Psicología Política, quien sabe qué nuevos aportes de alto nivel nos serán entregados a la sociedad vasca para que elevemos nuestros escasos conocimientos sobre lo que significa hablar por hablar sin más pretensiones que las de sentar cátedra.
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