Herodes y Nietzsche
Existe la historia real con verdades aptas para la historia «magistra vitae», historia maestra de la vida, que casi nunca llega al dominio público, llega desfigurada, maquillada y relativa al sujeto y a sus intereses
La vida de Herodes se parece en lo loco, a la aventura equinocial del vasco guipuzcoano don Lope de Aguirre, aquel ha pasado a la historia por negar una gran crisis en su reino, no veía un elefante en su retina, y su ministro de Economía tuerto, muchísimo menos, amén de la Matanza de Inocentes cuyo espíritu cainita se proyecta a nuestros días. Como la historia dicen que se repite, vemos que el actual inquilino de la Mont Kloa: Poncio Piloto, también Faconetty (desde niño, le tiraba mucho la aviación) camina por su misma senda, deslizante cual una pista de hielo.
Herodes hizo sus pinitos, como hombre y como albañil, en la erección de pirámides, él solito hizo una, por la cual ha entrado por la puerta grande en la posteridad, fue: La Gran Pirámide Social del Paro, sí una pero tan grande que vale por las tres clásicas (Keops, Kefren y Micerinos) del Valle de los Reyes, en Egipto. Es el primero en la historia de la albañilería y del pegote, en utilizar materiales humanos en vez de piedra sillar: «¡5 millones de parados!» fueron los titulares, en tinta negra de luto y a toda plana, de la prensa nacional e internacional, también le destacamos, porque nunca hay que olvidar su matanza de inocentes, cuyas secuelas perduran, que además en su vertiente «calavera» era un avispado tahúr del Missisippi (frase de A. Guerra a Suárez) en el juego de bacarrá en el elitista casino del lugar.
Poco más se sabía de él, pero unos pergaminos hallados en el Mar Muerto por un tuareg manco indican que era un presocrático nihilista, que, dos milenios antes de Nietzsche escribía que «el hombre era un puente entre el mono y el superhombre», y que «el hombre era un animal frustrado que se quedó a medio camino en tierra de nadie». Con ello engatusó a la filósofa Bibiana de Mileto, que pensó que las mujeres abortaban animales pez-queñines, y que abortar por deporte no era crimen. También sedujo a Chacón, de la Escuela de Elea, que pensó que en Afganistán los talibanes abortaban monos, estos, de 20 años. La oposición de entonces era tan lerda que no dio en denunciarlas a la Sociedad Protectora de Animales, ni en pedir ayuda a PACMA.
Fue con su obra caliente ‘‘Obama mon amour, nos separa un Océano’’ con claros tintes homo con la que cautivó a Safo de Lesbos, hija de padre falangista, de la línea de Cesar Girón, que temporalmente estuvo destinado en Delegación de Trabajo de Zaragoza y que ella siempre negó, pero que entró en el PSOE para hacerse perdonar, así llegaría a vice en el Gobierno, aureola de la ‘Nouvelle Vague’ que le catapultaría a lucir modelitos en la Cibeles con sus bien cumplidos ¡60 años! ¡Horror, pánico en el zoo! Luego Herodes vuelve a sorprender con paraísos, pero fiscales, rompe con la Biblia, quita crucifijos de las aulas escolares, y la Sagrada Familia, artesanos de la madera, esa que se gana el «pan» con el sudor de su frente es sustituida por la familia Pajín, políticos de sueldos millonarios (simonías laicas), esos que se ganan el «caviar» con el sudor del de enfrente.
En Judea el Parnaso de las letras se desata, se desboca como un joven corcel, por sorpresa, Kospedal de Efeso abre de par en par las aguas del Mar Rojo y salta a la palestra, tras un viaje de estudios interestelar, con su trilogía: ‘‘Felices tardes en la hípica de Bono’’, ‘‘Yo también me forré las alforjas’’, ‘‘Pajín y yo vivimos como reinas’’ que son un best seller. La masa enloquece, la idolatra, y desde el comercio la llaman para firmar ejemplares en el Corte Francés. A partir de ese momento, Belén Esteban deja de ser princesa del pueblo, con tremenda depresión, marcha al exilio a conspirar para recuperar su corona perdida, su jefe de programa y de la cadena televisiva, ingresan como becarios en un templo griego, dedicado al dios Baco, donde en privado libarán y seguirán con sus bacanales, con verdadero fervor y un entusiasmo religioso.
Esta atmósfera de felicidad política se ve turbada por una Gran Crisis y Herodes se quedó solo con el fiel tuerto ‘‘Sol Ves’’ cabe de si sentado, siempre a su lado, con fidelidad perruna. A los pies de su Gran Pirámide lloró amargamente, y ¡hale! un llorón más en la Historia; este lo hace sin un paño de la Verónica, y sin una madre como más tarde Boabdil en Granada, que le dieran teta y enjugaran sus lágrimas. Quemó sus libros sobre el Súper hombre (Nietzsche), nunca los escribió tenía un negro contratado «ad hoc», tampoco los entendió y murió atormentado por su nueva Ley del Aborto que instauraba en Judea la pena de muerte, recomendando a los suyos sí a la vida y volver a los 100 años de ¿honradez? o de espera a los ERE para dejar de serlo.
Existe la Historia real con verdades aptas para la historia «magistra vitae», historia maestra de la vida, que casi nunca llega al dominio público, llega desfigurada, maquillada y relativa al sujeto y a sus intereses. El que hoy tenga la verdad no piense la va a tener para siempre, la verdad eterna no existe, pues cosas, objetos y fenómenos diferentes están en movimiento, cambio y desarrollo continuo (Heráclito).