Indignación por partida doble
Como podemos ver, dentro de un mismo colectivo de pensionistas, la disparidad de conciencia es grande. No es cuestión de culpabilizar a nadie por su falta de conciencia, pero sí de responsabilizar por la falta de acción.
Hace menos de un mes enviaba a la prensa sendas cartas de opinión para los lectores, al objeto de hacerles llegar el relato de las vicisitudes y desencuentros con el ayuntamiento de Donostia y Diputación Foral de Gipuzkoa a partir de escritos (todos ellos incontestados), recordándoles la situación de precariedad en la que se encuentran personas mayores de Donostialdea... quedó en carta al director.
Esta semana leía una carta de opinión para los lectores ponderando al Imserso institucion distinguida en Europa: «Voy conociendo la Península gracias al Imserso, en hoteles de cuatro estrellas, con un bufete de categoría y una atención inmejorable. No tengo constancia de ningún país de la UE que tenga esas atenciones con sus pensionistas».
Desde nuestra puesta en marcha y cita semanal de pensionistas y jubilados de la plataforma de Alderdi Eder, en estos 17 meses hemos dado curso formal en los Registros de ambas instituciones a siete escritos, en los cuales, además de recordarles acuerdos como el del pleno del 3 de marzo de 2018 y que no terminan de hacerlo operativo, por su carencia, solicitábamos el censo de pobreza de personas mayores principalmente viudas y sus direcciones para facilitarles trámites para el acceso a las ayudas sociales establecidas... y nada.
«Pongamos todos de nuestra parte. Así, todo es más fácil»... nos invitaba en su despedida la persona contrariada por este lapsus de servicio social del Imserso.
Como podemos ver, dentro de un mismo colectivo de pensionistas, la disparidad de conciencia es grande. No es cuestión de culpabilizar a nadie por su falta de conciencia, pero sí de responsabilizar por la falta de acción pues rememorando a Bertolt Brecht: «Antes eran los pobres los que no tenían nada... y no dije nada porque yo poseía bienes. Luego, los inmigrantes eran los pobres, y yo continué callado, pues era de aquí. Después los pobres eran los parados, y no dije nada dado que yo tenía trabajo. Al final también los que teníamos trabajo nos convertimos en pobres, pero entonces ya era tarde, porque la pobreza se había convertido en la situación normal».
Desde una conciencia global sobre todo lo que nos acecha como colapso sistémico y abuso de clases, podemos tener pues eso: una toma de conciencia global... sin más. Pero solo a través de la acción local cara a cara todos los lunes ante las instituciones cercanas, es como logramos, como mínimo, desenmascararles... esto también es un logro y a su vez crea conciencia.