Isidoro Berdie Bueno
Doctor en Ciencias de la Educación

Llanto por Antonio Álvarez-Solís

Cada semana con su artículo en GARA nos hermanábamos con él, convivimos en un verdadero idilio tan casto, pulcro y sublime como el de los Amantes de Teruel, y ahora se pone de manifiesto que el euskaldun «mourn» llora con el corazón.

Con motivo de la actual pandemia sanitaria, la pandemia política tiene peor agüero, el reparto de GARA en Aragon ha sido mas bien irregular, y la noticia del fallecimiento de Antonio, me la ha trasmitido personalmente nuestro correligionario y amigo Patxi Zabaleta, quince días mas tarde del fatal desenlace. Analizando a Patxi, he recordado mis tiempos en Inglaterra y de su gramática. Para llorar, el inglés tiene dos verbos: «cry» llorar con los ojos, «mourn» llorar con el corazón. Todos los que conocimos su vasta obra y cada semana con su artículo en GARA nos hermanábamos con él, convivimos en un verdadero idilio tan casto, pulcro y sublime como el de los Amantes de Teruel, y ahora se pone de manifiesto que el euskaldun «mourn» llora con el corazón.

A continuación, con la obra de Garcia Lorca "Llanto por la muerte de Ignacio Sanchez Mejias", ponemos el ejemplo de alguien que llora con los ojos «cry», gimotea e incluso lo adorna con aspavientos de plañideras bíblicas, nosotros lo haremos acto seguido, como lo hace Zabaleta «mourn» con el corazón y con desesperacion, plasmadas ambas en su frase, más bien queja: «¡Gran pérdida!».

A las cinco de la tarde/ eran las cinco en punto de la tarde/ un niño trajo la blanca sábana/ a las cinco de la tarde/ Una espuerta de cal ya prevenida/ a las cinco de la tarde/ Lo demás era muerte y solo muerte/ a las cinco de la tarde/ ... / Las heridas quemaban como soles/ ... /a lo lejos ya viene la gangrena/ .../ ¡Ay qué terribles cinco de la tarde!/ ¡Eran las cinco en todos los relojes!/ ¡Eran las cinco en sombra de la tarde!/ ... / Dile a la luna que venga/ que no quiero ver la sangre/ de Ignacio sobre la arena.

En el poema en cuestión, García Lorca hace uso de la precisión cronológica para aprehender de alguna manera la fatalidad, el «Fatum» y la «Moira» de los greco latinos. Pone en «La cogida y la muerte» una deliberada intención de subordinar aquello que naturalmente está por encima de la voluntad humana (la fatalidad, el azar, la muerte) al dominio y control de lo subjetivo, que aquí se encuentra en el ámbito de la emoción de la memoria. El poeta se ve desbordado por la emoción que le produce la muerte de un gran amigo y apela a su memoria para que ésta la contenga, constituyéndose en un punto de referencia consciente.

La repetición obsesiva de la hora que hace el autor es un registro objetivo y consciente que va alternándose con la irrupción de imágenes que se agolpan en el inconsciente. Así el primer verso del poema («A las cinco de la tarde») es un enunciado objetivo, carente de verbo, que deja en vilo su dilucidación semántica y su continuidad. Pero García Lorca no quiere ir al suceso, a la noticia, a lo que ya se sabe (para eso están el rumor de la gente, la prensa, etc.). El tiempo que transcurre para las personas y las cosas, y ese otro tiempo irrefrenable y soberano que rige nuestras vidas y nuestras cosas, más allá del reloj y su cronometraje.

El poema se inicia, pues, con una directa referencia al tiempo, el tiempo que se puede medir, concreto, exterior a nosotros, y a este tiempo se enfrentará el tiempo de la conciencia del poeta, el tiempo subjetivo de su recuerdo y, con él, aflorarán su emoción, su desasosiego, de tal modo que todo quedará subsumido en su evocación, que es fruto de la tensión o el desfase entre el tiempo histórico, ya finito, y el tiempo interior o psicológico, potencialmente infinito, es el instrumento espiritual inevitable de toda gran elegía; y repárese que toda elegía empieza y termina con palabras que, ya explícita o implícitamente, aluden al acto de recordar y a la memoria, al dolor que causa en quien evoca la pérdida o muerte del evocado. Jorge Manrique comienza su gran poema consolatorio: "Coplas a la muerte de su padre", con la palabra «Recuerde» (que aquí es «despertar», pero también –no se olvide- «rememorar»), y el último vocablo de las «Coplas» es, significativamente «memoria».

Responsabilidad

Cuando la epidemia de coronavirus era una dramática realidad en gran parte del mundo, incluida España, personas con plena autoridad convocaron manifestaciones multitudinarias que produjeron una rápida multiplicación de casos. Madrid fue un escenario de lo que digo.

Me eché las manos a la cabeza cuando contemplé la masiva concentración femenina en la que destacaba como animadora nada menos que una ministra del actual gobierno. Me pregunto ante este amargo suceso si esa concentración no hubiera sido aplazable a momentos posteriores, con la perturbación patológica ya vencida. Una presunta victoria política no puede justificar la enfermedad con muertes incluidas.

Mi segunda pregunta ante el suceso la dirijo al jefe del Gobierno ¿Qué ha hecho el Sr Sánchez ante la tremenda irresponsabilidad que he descrito? Esa ministra sigue en el cargo y el Parlamento permanece silencioso ante un acontecer que debiera dar lugar incluso a denuncia ante esos tribunales con fiscalías tan atentas para intervenir enérgicamente en otros sucesos menos relevantes.

Como ciudadano me pregunto cada día si circulamos sobre un planeta vivo, con una piel sensible, o si, en lenguaje hermano, marchamos silenciosamente en una noche dramáticamente iluminada por las fúnebres velas de «os mortos viventes».

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