Tere Maldonado
Profesora de Filosofía

Lo que está a debate

Es un secreto a voces que en el Acuerdo Educativo ha prevalecido el punto de vista abertzale en detrimento del componente de izquierdas.

En las líneas que siguen quiero hacer algunos comentarios críticos al artículo publicado recientemente en GARA “La aportación de las ikastolas”. Como creo que nadie ha negado esa aportación, considero que es mejor concretar los puntos en los que no estamos de acuerdo. Y dado que el Acuerdo sobre Educación suscrito recientemente por una amplia mayoría en la cámara de Gasteiz va a afectar sólo a la CAE, y no al resto de territorios de Euskal Herria, yo también me voy a referir solamente a esta administración.

1. Los firmantes del artículo dicen que es necesario superar la dicotomía público/privado. Por lo general, quien sostiene que hay que ir más allá de una dicotomía se sitúa a sí mismo en una síntesis superior que abarca los dos polos antes contrapuestos, «superándolos» hegelianamente. De forma automática, parece que su posición es más compleja y sofisticada que la de quienes siguen utilizando la dicotomía. ¿Que hay que superar en Educación la distinción público/privado? Perdón: ustedes tienen que superarla para poder mantener su propuesta (pagar con dinero público los centros privados). No el resto, que no queremos eso.

Obviamente, la frase que acabo de poner entre paréntesis carecería de sentido si «se supera», es decir, si desaparece la dicotomía público/privado. Diferenciar lo público de lo privado es necesario, en cambio, para poder denunciar el expolio de lo público. Desfigurando y difuminando por completo el concepto de lo público, ¡chas! Desaparece como por arte de magia la posibilidad misma de expolio de lo público. Pero es un juego de manos tramposo.

Las tan criticadas dicotomías nos sirven para orientarnos: izquierda/derecha, pobreza/riqueza, religioso/laico, oprimidos/opresores. Es cierto que en el fondo de casi todas las dicotomías se esconde la primordial, aquella que distingue el bien del mal. Debemos ser conscientes de que el maniqueísmo reduccionista siempre acecha, y estar alerta, pero eliminar todas las dicotomías no sirve de nada: otras aparecerán en su lugar para sustituirlas.

2. Que las ikastolas no nacieran para reproducir el elitismo y el clasismo no significa necesariamente que después no lo hayan hecho (ojo, tampoco implica forzosamente lo contrario). Olvidarlo es caer en una falacia (es decir, hacer un razonamiento no válido pero con apariencia de serlo), concretamente en la denominada «negación del precedente».

3. ¿Que Buesa dijo una vez que en adelante no habría ikastolas, sino centros públicos y privados? ¿Y? Mengano dice «x»; no te gusta Mengano; deduces que hay que rechazar «x» per se. De nuevo, una deducción bastante problemática. Es evidente, por otro lado, que no tuvo ningún éxito, aun siendo consejero. Respecto a que el esquema público/privado en educación tuvo su origen en la ley Buesa… parecería más bien que surgió con la aparición de la educación pública, porque antes toda la educación era privada. Según creo, eso ocurrió hace entre dos y tres siglos, según los lugares.

4. El artículo dice también que «quien consigue definir el marco del debate tiene ganada gran parte del mismo». Estamos de acuerdo, aunque no sé bien a quién se lo dicen, porque el marco del debate actual, al menos para mucha gente y por desgracia, toma como punto de partida indiscutible el sostenimiento público de centros privados (ikastolas y escuelas cristianas) a cualquier precio, siendo aquí por cierto de lo más adecuada la alusión al precio.

5. Seguro que los firmantes no creen que cuando tengamos un Estado propio seremos felices, que no habrá debate sobre modelos económicos o educativos, que podremos hacer todo lo que ahora no podemos hacer. Pero leyendo el artículo entran serias dudas. ¿Que la escuela pública en Hego Euskal Herria es la escuela del Estado español? Pues lo mismo ocurre con el sistema sanitario, los ayuntamientos, el Parlamento, la Lehendakaritza y un largo etcétera. Eso es precisamente no tener Estado propio. No niego que sea legítimo luchar por tenerlo, pero sí rechazo que la falta de Estado propio se utilice como excusa para mantener un sistema dual en educación pagado con impuestos.

6. Que la falta de Estado propio es una mera excusa se ve a la perfección en el tema de la laicidad. El Estado español tiene unos acuerdos firmados con el Vaticano que obligan a algunas cosas, pero no a muchas otras que el PNV ha ido añadiendo. Los grupos políticos del Parlamento Vasco han recibido una lista de propuestas concretas que les hemos trasladado desde Hezkuntza Laikoa. Todas son medidas que se puede poner en marcha hoy mismo, pero en el Acuerdo no hay ni rastro de ello. Claro que Kristau Eskola quizá no esté muy de acuerdo.

7. Puede que el objetivo de todos los estados sea fortalecer el patriotismo y que Wert quisiera fomentar el españolismo, pero pensar que éso es lo que hacemos en la Escuela Pública Vasca, gestionada durante décadas por los jeltzales y con gran presencia de abertzales, es sorprendente. Muestra un desconocimiento inaudito de la Escuela Pública Vasca.

8. Las ikastolas nacieron para hacer frente a una situación que hoy no existe, tras décadas de gestión nacionalista del sistema educativo y de la cultura. Que hoy se mantenga una situación de diglosia desfavorable al euskara, después de años invirtiendo grandes cantidades de dinero, debería llevarnos a una reflexión amplia, profunda y serena, no a una de esas que se hacen deprisa y corriendo en dos días; en dicha reflexión, el sistema educativo debería ser una pieza fundamental, sin duda, pero no la única. (¿Por qué no se aborda el tema en la empresa privada, por ejemplo?).

9. El día que haya un Estado propio estaría bien que fuera eso, un Estado, no una comunidad (ni una parroquia, ni una gran familia, ni una gran cuadrilla, ni «gu ta gutarrak»). Ha sido y es necesario combatir el individualismo ultraliberal con la reivindicación de lo comunitario, sí, pero no debemos olvidar los riesgos que tiene también la comunidad sacralizada. Las iniciativas populares y los movimientos sociales muy activos, es decir, la sociedad civil organizada, es necesaria para asegurar y preservar que el Estado sea democrático y garantista. ¿Pero qué sociedad civil es aquella financiada por el estado (español, además)? Las feministas, en la transición, tuvimos muchas veces que hacer abortos de forma clandestina, pero el objetivo no era seguir practicando abortos sine die, sino que la sanidad pública asumiera esa tarea.

10. Es un secreto a voces que en el Acuerdo Educativo ha prevalecido el punto de vista abertzale en detrimento del componente de izquierdas (aunque también hay quien cuestiona que los promotores del acuerdo se apropien del label «abertzale» o de la defensa del euskara). Paradójicamente (o no tanto) el proclamado «proyecto de país» corre el riesgo de quedarse en proyecto de una parte del país. Una verdadera pena.

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