Carlos Benetó Clérigues

Noche de fuego en el hospital Al Aqsa

El momento más atroz de nuestro tiempo ha alcanzado en este preciso instante las cotas más monstruosas que el fascismo internacional dio de sí en la primera mitad del siglo XX, y lo hace de la mano de las mismas naciones ejecutoras de aquellos horrores, que fueron las mismas tejedoras de las narrativas que vendieron al mundo que aquello jamás se podría volver a repetir, de lo que nació la ONU, hoy inútil y en coma, y que Occidente era paz para el mundo mientras tras el hundimiento del campo socialista ordenaba su dominio, ahora en declive, y de ahí los conatos y tambores de guerra, que cada vez más vaticinan la gran conflagración por la que el mundo en bloques y especialmente las grandes potencias, ya en fase belicista, han entrado en orden y economía de guerra preparatoria, y que son los mismos que hoy amparan a Israel en su plan de exterminio con toda su fuerza, sí, pero con una reputación maltrecha ante la verdadera comunidad internacional, que no es el G7 sino los 195 países de la tierra.

Y es que Israel no solo bombardea indiscriminadamente a la población para dar a entender que no existe ningún lugar seguro, ni de forma masiva para causar un insoportable y continuo número de muertes, lo hace de forma precisa, sin víctimas colaterales ni errores, sino con precisión y objetivos claros, como lo son los más de 25.000 niños asesinados en el último año, sino que además, ejecuta su plan de exterminio con la mayor crueldad y barbarie posible, de forma que a los palestinos solo les quede un mensaje de horror sobre su destino, como el que anoche reforzó cuando arrojaba bombas incendiarias sobre un colegio en Gaza en las inmediaciones del hospital Al Aqsa, y por el que, en un puro infierno de fuego, decenas de personas eran quemadas vivas, como cuando la noche del 27 de mayo en un campo de refugiados en Rafah, sobre tiendas de lona que cubrían a cientos de familias desplazas, Israel arrojó el fuego en forma de bombas sobre el silencio de los dormidos, y los hermanos abrazados, las madres que mecían a sus bebés, los padres que soñaban con sus hijos, se convirtieron de pronto en algo que prefiero por esta vez no relatar. Ahí están las imágenes si quieren buscarlas, algo que jamás se pudo hacer durante los horrores del siglo XX.

Recordemos todo esto, no solo cuando se esgrima la más mínima defensa de Israel y su plan de exterminio, sino para saber quién es quién en la tierra, de qué son capaces, hacia dónde nos llevan, y de qué manera a los pueblos del mundo no le interesan las guerras que organizan las élites que no arden en ellas.

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