Ane Aizpurua y Jesús Oñate
Delegada y delegado de LAB en Osakidetza

Osakidetza, el momento de la plantilla

Osakidetza es la empresa más grande de la CAV y afronta unas elecciones tras 12 años. Es un servicio público fundamental, que tiene una clara influencia en la cohesión y bienestar social. Su debilidad y su fortaleza emanan de la misma fuente, su plantilla. La debilidad se sitúa tras la altísima temporalidad, que supera el 50%. Ésta ha puesto en jaque el propio funcionamiento del sistema. La fortaleza, por otro lado, reside en el compromiso que adquiere y pone de manifiesto la plantilla en cada una de sus actuaciones. La pandemia fue un escenario dramático en el que se pudo comprobar ese compromiso.

Las disfunciones en Osakidetza, por tanto, son numerosas, a pesar de verse minimizadas por la profesionalidad de los y las trabajadoras. La situación de la sanidad pública ha sido objeto de numerosas quejas, que en 2024 han batido récords. En muchos casos, somos los y las mismas profesionales quienes animamos a poner las pertinentes quejas, porque sí que sirven, al menos para dejar constancia del malestar.

LAB considera que no es posible solucionar gran parte de dichas quejas sin una mejora en las condiciones de trabajo de la plantilla. Cuestiones como negociar un plan de conciliación, promover una ley de ratios para todas las categorías y ampliaciones de plantilla, la lucha contra la privatización, estudios de necesidades de recursos humanos, mejora de los procesos de acceso, abordar los problemas de atención primaria son las ambiciones de este sindicato, porque además, somos conscientes de que será por esa vía por la que se dé solución a muchísimas disfunciones que provocan gran malestar en los y las usuarias.

Para conseguir eso, LAB está activa en todos los frentes abiertos donde hay que ejercer una defensa y fortalecimiento de la sanidad pública. No vamos a abandonar barcos por muy fuerte que haya sido el abordaje.

Estemos solas o acompañadas en esa tarea, vamos a pelear cada milímetro de espacio público en cualquier escenario. Nuestras actuaciones nos definen. Fuimos nosotras las que, en 2018, dijimos que tras la filtración de exámenes en la OPE existía una red clientelar, y fuimos las únicas que solicitamos la imputación de personas de la dirección de por aquel entonces con nombre y apellidos, incluido el consejero. Luchamos ideológicamente contra la privatización, para aumentar la conciencia social respecto a un problema gravísimo que devora nuestro servicio público, y a la vez, hemos parado 194 millones de euros en decenas de pliegos de externalización suspendidos por las denuncias del frente jurídico que hemos puesto en marcha. No estábamos de acuerdo con las valoraciones subjetivas de la carrera profesional y por eso, firmamos un procedimiento extraordinario al que han accedido miles de personas solo con la antigüedad. Hablamos de falta de estructura y fuimos quienes la cuantificamos por primera vez, cifrándola en un mínimo de 3.000 plazas que se escondían tras el fraude en la contratación. Algo que después corroboraron las sentencias europeas.

Lo que está en juego no es poco, es optar por el trabajo o por la sobreactuación, por la propaganda o el análisis, por la palabrería o los hechos, por el corporativismo o por la conciencia de clase. En definitiva, en Osakidetza, el día 28 de noviembre se decidirá quiénes y con qué fuerza van a afrontar las negociaciones que se van a poner encima de la mesa. Estas van a ser muchas e importantes tras años de huelgas y movilizaciones, por lo que es fundamental huir de planteamientos puramente particulares y ver la situación de manera colectiva, global, antes de votar. La población lleva años a nuestro lado, en la calle, reivindicando un sistema público fuerte y la mejora de nuestras condiciones. Ahora es nuestro momento, el momento de la plantilla, y no podemos fallar.

En demasiadas ocasiones, escuchamos que luchar no merece la pena. Pero en LAB nos gusta apreciar las victorias cuando se dan, y es ahí donde encuadramos la existencia de la Mesa de Salud, creada por la movilización de la plantilla y de la población. Dicho esto, y obviando lecturas interesadas, LAB está dando batalla en ese espacio, como en todos, y hemos mejorado el diagnóstico inicial de manera muy relevante, haciendo girar la atención del propio documento hacia la sanidad pública y poniendo límites a muchísimas prácticas inaceptables como, por ejemplo, la falta de exclusividad o la auto concertación.

Pero más allá de las numerosas e importantes mejoras recogidas en el diagnóstico final, nuestro desacuerdo con el texto en su conjunto es también claro. Así lo hemos reflejado mediante el único voto particular formulado en la mesa. Hay cuestiones como la privatización que merecen un examen mucho más exhaustivo.

No obstante, para LAB es relevante que ese texto, aunque insuficiente, da pie para que, en próximas fases, podamos plantear medidas de calado.

El sindicalismo es una herramienta de la que dispone la plantilla para defender sus intereses. No somos vanguardia de nada, ni retaguardia de nadie. Somos un sindicato de clase, nacido para defender las aspiraciones del pueblo trabajador vasco y para construir una sociedad cohesionada y justa caminando junto a nuestros y nuestras compañeras. Sabemos que no hay milagros más allá del esfuerzo y eso es lo que venimos brindando a la plantilla. Ese sacrificio es el que hace que el voto a LAB sea un voto combativo que estará presente allá donde esté en juego el futuro de la plantilla y de la sanidad pública.

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