Iñaki Urdanibia
Doctor en Filosofía

Un inglés vino a Bilbao

No solo eran ingleses, pero sí que parece que el idioma más usado, la koiné, en el acto del museo bilbaino, era el propio de ellos, de los británicos, digo. Venían los invitados de distintos lugares, con el apoyo de los epígonos locales, mas todos con una patria común: el capital y la cerrada defensa de sus principios, que son defendidos como si de la ley de la gravedad se tratase.

Hubo quienes desde aquí, fieles lacayos, les pusieron la alfombra roja, les agasajaron y luego soltaron unas piadosas jaculatorias para cubrir sus vergüenzas –muy cercanas a la doctrina social de la Iglesia– acerca de que el capitalismo ha de ser más bueno, más humano, y… debe tener más en cuenta a los pobres. El empeñado y bienintencionado lehendakari Iñigo Urkullu, dando ejemplo, disertó sobre la necesidad de crear empleo y seguir con un desarrollo sostenible; no se le ocurrió, por ejemplo, hablar de las obras del TAV que hacen que parte importante del presupuesto se vaya en tan desproporcionada obra recortando en otros aspectos más sociales. Oigo a Esteban, burukide de pro, que muestra su sorpresa ante la falta de autocrítica por parte de los reunidos… Realmente arcangélico: ¿qué esperaba de semejante calaña? Quizá más clarividente era el jefe de Kutxabank, Mario Fernández, que declaraba de víspera, y no se le caía la cara de la puta vergüenza, que nos gusten o no nos gusten, tener aquí, en Bilbo, a las personalidades invitadas era una ocasión única de escuchar a quienes dominan la economía del mundo mundial… ¡Estupendo, como si se tratase de los Stones! ¿Quiénes podían asistir, por otra parte, a semejante aquelarre? Los sindicatos y otros colectivos en la calle, en el museo: el rey, las autoridades del PP y PNV… los gerifaltes del FMI, la OCDE y los grandes empresarios locales e internacionales; era su lujosa fiesta. Mientras tanto, los diarios del pesebre peneuvista campanean la intervención de Urkullu como el colmo de la bravura, como si alguien le hubiese oído o, al menos, le hubiese escuchado en sus lindas jaculatorias… ¡Paparruchas!

Por otra parte, las airadas protestas que acabaron en bronca y ataques violentos a algunos significativos locales bancarios y comerciales son rotundamente condenadas como actos de vulgares gamberros antisistema… cosa de geografía: como no fueron ni en Kiev ni en Caracas –pues en tal caso serían actos heroicos–, no caben en cabeza humana… con lo bien que se vive por aquí, que nos mean en el ojo y pensamos que llueve.

…En el mejor de los mundos posibles.

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