Mikel Casado

Aparentemos que regeneramos la política española

Hace mucho tiempo leí un graciosísimo chiste que, a mi parecer, ilustra muy bien la pobre intención que tienen los ciudadanos de C´s de regenerar la fétida política española de la transición. En el chiste, el papa habla a la acrítica muchedumbre reunida en la plaza de San Pedro y les dice: «¡No hagáis la guerra!» Al oírlo, alguien de la masa a quien debía de sonar el lema pacifista «No hagáis la guerra, haced el amor», pregunta ansioso: «Entonces, ¿Hacemos el amor?», a lo que el papa, tras dudarlo unos segundos, contesta: «Bueno, está bien, haced la guerra, pero no mucho», no sea que el personal se ponga a fornicar como salvajes. En el chiste, para el papa matarse un poco unos y otras es más asumible que la orgía sexual. Algo así me parece que piensan algunos obispos españoles hoy en día, pero eso no tiene que ver con el caso que quiero exponer.

Leo en la prensa que C´s sólo exige al PP la renuncia de los imputados que ostenten cargos a nivel estatal, es decir, que no van a exigir regenerar las políticas autonómica ni municipal, pues eso sería una pequeña revolución. Vamos, que quieren una regeneración parcial, que pretender una general es muy revolucionario y podríamos asalvajarnos y luego exigir más democracia. Regenerar sí, pero poco, que no estamos para cambios radicales, que la regeneración hay que hacerla en pequeñas dosis, con la participación de los responsables de la degeneración, con límites, y sólo si conviene por lo de las apariencias, para hacer como si se hiciera borrón y cuenta nueva, pero sin cambiar lo esencial, para que el poder siga en las manos de quienes lo han ostentado antes y después de la transición.

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