Mamporrero, no mediador
Denominar como «papel de mediador» el que ayer realizó el lehendakari de la CAV Iñigo Urkullu frente a Carles Puigdemont, hoy President de la República Catalana es faltar absolutamente a la verdad, pues su papel fue justamente otro mucho menos apreciado, justamente el del título de este escrito, el de mamporrero del Estado español contra las legitimas aspiraciones y decisiones de la mayoria del pueblo catalán y de sus instituciones expresadas democratica y pacificamente en las urnas el pasado 1 de octubre.
Imagen patética y rastrera donde las haya la que Urkullu dió ayer: patética por buscar los titulares de su «decisiva mediación» para «la solución de la crisis catalana», una solución que no se prolongó más allá de unas decenas de minutos, los justos para un pequeño «relumbrón mediático», rastrera porque se prestaba a ayudar al Gobierno español a que su estrategia del miedo y la amenaza fuera más efectiva frente a la decisión adoptada por los catalanes en las urnas el primer dia de este mes de octubre, el Gobierno del Estado español que retiene desde hace más de treinta años varias decenas de transferencias de la Autonomia vasca desde hace más de treinta años, el Gobierno que hoy es su socio y no sólo en lo económico sino también en lo político como la foto ofrecida ayer ha evidenciado.
Ciertamente el Gobierno español no queria el ejercicio del derecho a decidir por parte del pueblo catalán como no quiere la concreción de ese derecho en la proclamación de la República Catalana producida hoy. Pero tampoco lo quería Iñigo Urkullu, ni tampoco Andoni Ortuzar y tampoco la fuerza politica a la que representan por mucho «saludo» que enviasen. La foto de «mediador» que ayer se arrogó, se arrogaron, cobra hoy más aún su verdadero sentido –el del título– a la vista de los históricos hechos de la jornada y de la determinación y dignidad que más allá de las disensiones han escenificado hoy las instituciones catalanas encabezadas por su Govern y su Presidente, representantes de la voluntad mayoritaria del pueblo catalán. Triste y rastrero papel ciertamente el de alguien que diciendo ser «amigo de Catalunya» actúa de esta manera cómplice y servil con un Gobierno como el español que niega tambien los mismos derechos al pueblo vasco, a su propio pueblo.
Hoy la Historia –esa que absuelve pero que tambien condena– sitúa a cada uno en su lugar: a Carles Puigdemont como presidente de la República de Catalunya y referente de la aspiración soberanista de la mayoria de la ciudadanía catalana hoy hecha realidad; a Iñigo Urkullu como el representante de una actitud que refleja claramente no las aspiraciones de la mayoría de su pueblo sino las suyas propias o las de los intereses de los que forma parte, justamente la que transmite su papel de mamporrero jugado ayer.