Sobre los disturbios «trumpistas» de Madrid (y la usurpación ultraderechista de la bandera carlista)
Las concentraciones diarias frente a la sede estatal del PSOE, en la calle Ferraz de Madrid, iniciadas el 4 de noviembre con el apoyo del PP no han tardado en derivar en actos violentos de vandalismo y en enfrentamientos con la policía. Por desgracia ha sido una evolución lógica y esperable, aunque a última hora los líderes del PP hayan querido desmarcarse. Cuando de una forma absolutamente irresponsable se difunden discursos de odio, solamente es cuestión de tiempo que esos discursos se materialicen en actos criminales de odio. Cuando se admite como «compañeros de trinchera» a los activistas de la ultraderecha más abiertamente fascista, solamente es cuestión de tiempo que los neonazis se conviertan en la vanguardia violenta de las concentraciones. Cuando después de un primer intento de asalto a la sede del PSOE que derivó en disturbios, durante las primeras 24 horas inmediatamente posteriores, los líderes del PP no quisieron condenar estos hechos y siguieron respaldando las concentraciones, lo lógico y lo esperable era una segunda noche de disturbios.
Cuando se juega a imitar a Trump, deslegitimando primero el resultado de unas elecciones democráticas y legitimando más tarde la violencia de la extrema derecha, siempre se acaba de la misma manera: imitando a los partidarios de Trump en su asalto al Capitolio de los Estados Unidos.
Los y las carlistas, los y las militantes del Partido Carlista, pensamos que estos disturbios deberían de marcar un antes y un después en la agenda política de todas las fuerzas democráticas y progresistas. No se puede permitir que el PP no pagué ninguna factura política por estos hechos violentos, no se puede seguir de brazos cruzados ante la involución «trumpista» de la derecha nacionalista española.
P. D. Rechazamos y denunciamos también el uso de banderas con la Cruz de San Andrés, histórico símbolo carlista, por parte de algunos de los activistas neofascistas que participaron en los disturbios. Nuestro Partido está en las antípodas ideológicas de toda esa chusma.