A la UE se le amontonan tareas y amenazas
La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, pronunció ayer el último discurso sobre el estado de la UE antes de las elecciones del próximo 9 de junio. Si el lehendakari Iñigo Urkullu no decide lo contrario, será el mismo día en que se celebren comicios al Parlamento de Gasteiz. La mirada vasca se centrará en esta última disputa, pero conviene no perder de vista la importante cita europea, sobre la que pende la amenaza de un voto protesta que alimente el evidente auge de la extrema derecha en el continente.
Culpar a la izquierda de esta subida es un truco que al establishment le ha funcionado con demasiada facilidad. Sin rechazar la autocrítica debida en la izquierda, quien quiera buscar las razones del fenómeno hará bien en centrarse en las fuerzas que han dominado las estructuras europeas durante las últimas décadas. Un repaso a algunas de las políticas que han impulsado solo en la última legislatura sirve para hacer un boceto. En la economía, esta misma semana, la Comisión Europea se ha hecho la sorprendida porque la inflación y la subida de tipos de interés han empujado a la baja la demanda. Parece que en Bruselas no siguen la línea de puntos que enlaza el encarecimiento de la vida con el empobrecimiento de la gente. El anunciado fin de las ayudas permitidas para hacer frente a los precios de la energía –en favor del pago de la deuda– no mejorará las cosas, precisamente. En política exterior, la invasión rusa de Ucrania no ha servido para que la UE emergiese como actor con autonomía. Además, se ha entregado a un belicismo cuyas consecuencias todavía están por verse. En materia medioambiental, todo indica que los hechos no seguirán a las promesas de Von der Leyen, ante la evidencia de que todo es bastante más complicado que cambiar los combustibles fósiles por renovables, un intercambio imposible, dicho sea de paso.
Pese a algunos parches útiles durante la pandemia y la crisis energética, la UE no acierta a dar una respuesta válida a los principales retos contemporáneos. Por contra, en muchos ámbitos, sigue con recetas caducas que dan alas a la extrema derecha y agravan las múltiples crisis en las que está inmersa.