Cambio climático y enfermedades humanas

Las sucesivas y prolongadas olas de calor que se vienen padeciendo últimamente tienen relación directa con la crisis climática, al igual que los incendios de cada día o los cada vez más violentos y frecuentes fenómenos atmosféricos. También la tendencia de las enfermedades infecciosas del ser humano a empeorar, recientemente contrastada por un grupo de científicos en una investigación exhaustiva publicada en la revista “Nature”, para cuya elaboración han analizado 77.000 documentos científicos que tratan sobre manifestaciones de las enfermedades vinculadas a factores climáticos. Según el estudio, más de la mitad de las enfermedades del ser humano son susceptibles de empeoramiento por influencia del cambio climático. Como conclusión, los autores de la investigación destacan que ese cambio es una considerable amenaza para la vida de los seres humanos, para la salud y para el bienestar socioeconómico.

La gran capacidad de adaptación del ser humano no es ilimitada. Así lo dan a entender esos científicos al señalar que la adaptación a todos los peligros no es una posibilidad realista, y para acotar los relacionados con el cambio climático es necesario reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. Una necesidad que ante la evidencia aceptan todos los estados; sin embargo, sus propósitos de tomar medidas prácticas se limitan una y otra vez a ratificar ese compromiso, posponiendo su aplicación porque en sus decisiones prevalecen los criterios económicos de cada estado. La decisión del Parlamento Europeo de considerar «inversiones verdes» el gas y la energía nuclear haciendo caso omiso a las recomendaciones de los expertos es la enésima muestra de cómo las instituciones anteponen los intereses de las grandes corporaciones al medio ambiente y a la propia vida del planeta.

No se trata de tomar posturas fatalistas que impidan ver cualquier salida y ayuden así a mantener esta situación, sino de tomar plena conciencia de la gravedad del problema y de sus causas, como es el condicionamiento del bien común por parte de unos poderes económicos con capacidad para influir decisivamente en las políticas locales y globales.

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