«Caso Almería», un buen punto de partida
El secretario de Estado español de Memoria Democrática, Fernando Martínez, pidió ayer perdón «desde el corazón del Estado» a los familiares de Juan Mañas, Luis Cobo y Luis Montero, los tres jóvenes del «caso Almería» que en 1981 fueron torturados por la Guardia Civil hasta la muerte tras ser confundidos con militantes vascos. Los cuerpos aparecieron mutilados y calcinados en el interior de un vehículo en un paraje de Gérgal, al día siguiente de ser detenidos. La versión oficial ha sostenido durante estos cuarenta años que se trataba de delincuentes que fueron erróneamente identificados como miembros de ETA, que intentaron secuestrar el coche en el que iban detenidos, que el vehículo cayó por un terraplén y que tras un tiroteo prendió fuego ante la impotencia de los policías que no pudieron hacer nada. En el juicio se probó que los secuestraron, torturaron, mutilaron, ametrallaron y quemaron. Aun así, solo se condenó a tres de los once guardias civiles que participaron. Cumplieron una pequeña parte de las condenas y recibieron una recompensa de los fondos reservados. Las familias han pasado este tiempo denunciando el negacionismo y la impunidad.
En el acto solemne estuvo presente la directora general de la Guardia Civil, María Gámez, que señaló que «aquellos terribles hechos no deberían haberse producido jamás» y que «no cabe justificación» al respecto. Sobre el Cuerpo armado y sus miembros, consideró que «en su actuación no cabe la violación de derechos, solo su defensa», ante unos hechos que ha calificado de «horror» y «vergüenza».
Se mire por donde se mire, el «caso Almería» es un buen punto de partida para que la Guardia Civil y el Estado español asuman la responsabilidad de sus acciones criminales amparadas en la «política antiterrorista». El discurso oficial sobre el conflicto complica estos pasos, pero el que no los den desnuda ese mismo relato falaz. Claro que no todo es lo mismo, ni en grado ni en responsabilidad, pero reconocer lo hecho y el dolor causado es un mínimo. En este terreno, al otro lado, les ganan en honestidad y audacia. Tras tanta cobardía impune, sería positivo que las FSE tuviesen algo de valentía moral.