Ikuspegi, Observatorio Vasco de Imigración, acaba de publicar el libro “Dos décadas de reflexión sobre migración y asilo en Euskadi”, en el que ofrece numerosos datos y reflexiones acerca de la migración en la CAV y se revela como un instrumento necesario para abordar la complejidad de un fenómeno de primer orden. Según el informe que publicó en 2004, en el que describía los flujos migratorios en Araba, Bizkaia y Gipuzkoa como un fenómeno incipiente que en los siguientes años provocaría un profundo cambio social, el número de personas de origen extranjero censadas en la CAV era de alrededor de 67.000, el 3,2% de su población. Veinte años después, esa cifra asciende a casi 275.000, un 12,4%.

El análisis de las fases migratorias de las dos últimas décadas en la CAV apunta a factores como el crecimiento económico o el mercado laboral, pero también señala otros como el reencuentro familiar, y ofrece datos sobre lo que la inmigración aporta y lo que recibe, evidenciando bulos y prejuicios al respecto. En estas dos décadas el porcentaje de inmigrantes en la CAV se ha igualado al de la Unión Europea y ha aumentado su peso en el conjunto del Estado español debido a un crecimiento más intenso, si bien está lejos de su media, y más aún del porcentaje de Nafarroa, que la supera. En cuanto a la procedencia de los migrantes, en contra de apreciaciones interesadas, la mayoría vienen de Sudamérica y Centroamérica, y quienes vienen de África suponen un 21% del total.

Según la Agencia de la ONU para los Refugiados Acnur, en los siete primeros meses del año han muerto en pateras y otras embarcaciones precarias más de 1.542 personas, casi todas en la ruta de Canarias y el Mediterráneo Central. La vía canaria, la más peligrosa, se ha cobrado en ese tiempo más vidas que la mediterránea, debido al aumento del tránsito por el Atlántico, consecuencia de las medidas autoritarias y los controvertidos acuerdos con terceros países de Italia y Grecia, y de la cada vez mayor intransigencia de la UE.

Un fenómeno complejo pero necesario de abordar y gestionar, sin demagogia y al margen de intereses espurios, sin olvidar que no es preciso volver la vista a siglos anteriores en busca de sus causas, ya que siguen siendo muy actuales.