La precariedad lastra a la juventud europea

Eurofund ha publicado un estudio titulado “Convertirse en adulto: los jóvenes en un mundo pospandemia”, en el que analiza los cambios en las condiciones de vida de la juventud europea. Entre otros datos, destaca que entre 2017 y 2022 el número de jóvenes entre 25 y 34 años que viven con sus progenitores ha pasado del 24% al 27%. Una situación que generalmente se relaciona con la carestía de la vivienda, que según Eurostat ha crecido entre 2010 y 2022 nada menos que un 47%. Sin duda el alza generalizada de los precios de compra y alquiler han tenido un impacto negativo en la emancipación de la juventud.

No obstante, llama la atención que el informe dedique gran parte de sus conclusiones a las relaciones laborales. Apunta que la tasa de empleo juvenil es la más alta desde 2007, y que además ha aumentado la seguridad y el equilibrio entre la vida laboral y personal. Sin embargo, los jóvenes están menos satisfechos con su trabajo, a casi a la mitad le gustaría cambiar de empleo y entre los que no pueden trabajar nunca desde casa o tienen contratos precarios la proporción es todavía mayor. El estudio asimismo asegura que el 40% de los jóvenes se mudaría al extranjero si pudiera y casi una cuarta parte tiene planes para hacerlo a corto plazo. Datos que confirman que entre los jóvenes existe una insatisfacción generalizada con el modo de vida en Europa. La mejora en las condiciones de trabajo que los autores del informe han detectado no han sido suficientes.   

De hecho, el informe destaca que el trabajo decente debería ser el principal objetivo de la política de empleo juvenil ya que las relaciones laborales siguen siendo «precarias e injustas para la generación joven». Asegura, además, que la mayoría de los empleos disponibles son «poco atractivos, están mal pagados y no pueden ofreces a los jóvenes una vida digna». Lenguaje directo que no suele ser habitual en este tipo de informes oficiales y que indica que la distancia entre las aspiraciones de las nuevas generaciones y sus precarias condiciones de vida es cada vez más profunda, confirmando el fracaso de las actuales políticas neoliberales.

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