Las tendencias están claras; el juego político, no tanto
El mapa institucional vasco puede sufrir cambios tras los resultados de anoche, algunos de ellos pueden ser incluso llamativos, y sin embargo los resultados muestran una clara tendencia a la consolidación del mapa político. En general, el PNV sigue mostrando un poder incombustible, incontestable en Bizkaia y más deslucido en el resto de territorios. EH Bildu sigue al alza, recuperando peso en todos los territorios y con una perspectiva municipalista muy relevante. El unionismo es una fuerza totalmente dependiente de los impulsos metropolitanos. Por eso, en esta ocasión PSE y PSN se mantienen o crecen gracias a la inercia de las elecciones estatales de hace un mes, lo que les da una cuota mejorada, pero también alguna decepción importante. El espacio de Podemos sufre y hace sufrir, porque ni son alternativa ni amplían el espacio para construirlas. El PP se desploma y solo aspira a mantener el pulso precisamente en Nafarroa, siempre como cuestión de Estado.
Chivite lehendakari del futuro o del pasado
Nafarroa es uno de los sitios donde va a haber un cambio político significativo. El cambio político tal y como se ha conocido hasta ahora se ha desplomado, pero el régimen tal y como ejerció durante décadas tampoco lo tiene fácil para volver. Las elecciones de hace un mes han acuchillado a Geroa Bai e insuflado vida al PSN. EH Bildu ha tenido unos muy buenos resultados, espectaculares en Iruñea, pero se ha quedado casi sola. Navarra Suma gana pero no logra arrasar y sigue totalmente aislada. UPN se la ha jugado al todo o nada y puede quedarse auténticamente con muy poco. Depende, de hecho, de lo que le ofrezca a un PSN que tendrá difícil justificar ceder poder gratis a la alianza entre UPN, Ciudadanos y PP. El denominado «trifachito» destilado en una sola marca, casi nada.
No obstante, la historia dice que el PSN es capaz de eso y de más. También dice que cuando no es capaz de algo, vienen desde Madrid y les obligan a lo que sea. Bien es cierto que en Ferraz están empezando a operar otras lógicas y que la aritmética allí no es sencilla. En lógica política, si María Chivite quiere llegar al Palacio de Navarra debe gestionar el capital político de la pasada legislatura y negociar con las fuerzas a su izquierda, no a su derecha. Si no, terminará por subordinarse a una derecha que está tocada pero que, si se le da oxígeno, renacerá y se los acabará comiendo. Ya ha pasado, y volverá a pasar. Para evitarlo se deben buscar alternativas, empezando por Iruñea, donde regalar la alcaldía a la derecha es darle la plataforma desde la que te asaltarán.
Más allá de en el corto plazo, aquí hay otro elemento interesante a futuro. En Euskal Herria el ciclo político ha cambiado y algunos de los dogmas que han imperado hasta ahora tienen fecha de caducidad. En esta legislatura se van a ver otros acuerdos y otras alianzas. Puntuales, tímidas al principio, pero eficaces. Algunos líderes del PSOE, en un ejercicio de amnesia respecto a su responsabilidad en los GAL y las torturas, siguen marcando a EH Bildu como «línea roja». Sin embargo, esos otros acuerdos van a llegar antes o después. La pluralidad del país es un hecho y, a la larga, quienes mejor acierten a ponerla en valor y gestionarla tendrán ventaja respecto a sus adversarios.
Debates de país que siguen pendientes
En general, PNV y EH Bildu son las fuerzas consolidadas y al alza. Son las que tienen proyectos de país y modelos de gestión reconocibles en pueblos y comarcas. En muchos puntos los proyectos jeltzale y abertzale son incompatibles, pero existe un amplio terreno donde son discutibles y negociables. De los resultados de ayer se deduce que de la pugna que sostienen ganan los dos. Es más dudoso que, sin acuerdos en temas estratégicos, esa ganancia la capitalice el país.
Una vez terminada esta campaña, Euskal Herria sigue teniendo grandes retos y debates estratégicos pendientes. Es importante identificar cuáles son los ámbitos en los que las fuerzas políticas vascas deben competir y dónde están obligadas a cooperar. Esos dos partidos y el resto. Demografía y migración, feminismo e igualdad, educación y euskara, sistema público de salud, emergencia climática, política industrial y empleo, reconciliación y derechos humanos… son algunos de los temas en los que no hay demasiado margen para el partidismo. Las obsesiones particulares no deberían cegar esta perspectiva nacional y de progreso.