Un debate renovado desde la cárcel con la libertad en mente

La dirección del Colectivo de Presos y Presas Políticas Vascas (EPPK) ha presentado un documento base para que sus militantes puedan llevar a cabo el debate que anunciaron tras el proceso Abian. Se trata de un documento político en cuya primera parte hacen un breve repaso de su historia reciente y en especial de lo sucedido desde el cambio de estrategia de la izquierda abertzale. Hacen un balance de estos años que contiene una valoración positiva en lo que se refiere a la capacidad de resistencia del Colectivo ante las políticas vengativas de los estados, pero que es también autocrítico al describir la incapacidad para desarbolar el bloqueo al proceso impulsado por el Gobierno del PP y asumido por el Ejecutivo francés.

En una segunda parte analizan su función militante en esta nueva fase y plantean las preguntas básicas que deberán responder como colectivo, como militantes y como ciudadanos vascos. A partir de ahí el texto se enfoca a la renovación de la línea política, con el agrupamiento, la repatriación y la excarcelación como ejes principales. Esos ejes se deberán desarrollar con el acuerdo del colectivo y con el apoyo de la ciudadanía, a la vez que recuerdan la dirección tomada en 2013 y plantean la necesidad de ahondar en ella. En este sentido, todo avance en esos tres ejes será apoyado por EPPK, una decisión colectiva que se traducirá directamente en el apoyo a las decisiones que tome cada unos de sus militantes. Siguiendo lo marcado históricamente por el Colectivo, los únicos límites en este terreno serán el arrepentimiento y la delación.

Plantean también el debate organizativo, su relación directa con la izquierda abertzale y una renovación de sus representantes e interlocutores.

Al poner sobre la mesa los criterios del debate, establecen valores básicos para un debate público y transparente, concretan el modo de participación y el marco del debate, que sitúan como una aportación del Colectivo a la izquierda abertzale y que busca «convertir a EPPK en un activo para el proceso de liberación», así como otros principios como el de «un preso, un voto» a la hora de elegir a sus nuevos representantes. Como epílogo, ante la nula perspectiva de que se dé una negociación bilateral, desvinculan su devenir de la responsabilidad de ETA que marcaba Aiete y lo ponen «en manos del pueblo y del proceso independentista».

Un debate profundo que rompe dogmas
El documento que hoy publica íntegro GARA dice todo lo mencionado, pero en su redacción dice además muchas más cosas. Detalles relevantes que no solo quienes han participado de él o lo han apoyado, sino cualquier persona honesta que haya atendido sus declaraciones y postulados durante estas décadas, puede reconocer y valorar, aunque sea críticamente.

Y es que antes de escuchar algunas reacciones previsibles, por ejemplo las que subrayen las cosas que no dicen los presos por encima de las que dicen, habrá que recurrir a la hemeroteca y recordarles que EPPK ya ha dicho públicamente muchas de esas ideas que reclaman, y que fueron algunos de ellos, políticos y periodistas, los que en su momento no las recogieron o las minusvaloraron. Las decisiones de 2013 son el mejor ejemplo de esas posturas ventajistas y cínicas.

La propuesta de la dirección de EPPK es un documento político e interno. Marca unas líneas claras que proyectan decisiones políticas que quebrarán muchos dogmas, planteando nuevos retos que deberán gestionar como militantes. En ese camino hacia su liberación contarán con el apoyo de decenas de miles de personas. Todas aquellas que están de acuerdo con los objetivos que les llevaron a la cárcel, pero también muchas otras que sin compartir esos objetivos ven claramente que el futuro de este país no puede regirse por la venganza, la excepcionalidad y la violación de derechos.

Fin del confort moral para los despiadados
Todos los derechos para todas las personas. Este debería ser el principio rector de la nueva fase política en Euskal Herria. Si miramos hacia atrás es evidente que la anterior fase del conflicto volvió a todo el mundo como mínimo miope al sufrimiento ajeno y como máximo bastante despiadado. Cada vez menos personas se atreven a sostener ese tipo de posturas, al menos en público. El confort moral de los despiadadas está llegando a su fin. Es en este contexto en el que se va a dar este debate y esta lucha en la que se contraponen venganza y libertad.

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