Un pequeño pueblo en la frontera entre Grecia y Macedonia que se ha convertido en una ratonera para mas de 13.000 personas. Aquí, la esperanza de proseguir el duro camino hacia un futuro mejor se desvanece día a día entre el frío y el barro. Las ayudas gubernamentales son inexistentes. Tan solo el gobierno griego tiene desplegados aquí medios, y la gran mayoría son fuerzas de seguridad. El único apoyo con el que cuentan los refugiados son ONGs y ciudadanos anónimos, lo que pone de manifiesto que la Unión Europea no está a la altura de sus ciudadanos. Tras la reciente firma del tratado con Turquía, una dolorosa sensación de abandono, desesperación e impotencia recorre Idomeni. El futuro de miles de personas pende de un hilo. FOTOS: Juan TEIXEIRA.