2020 MAR. 20 - 16:10h Copenhague, una ciudad de cuento Dicen de la capital danesa que es un cuento de hadas. Y lo dicen, especialmente, por la singular estampa que ofrecen las casitas de color pastel alineadas a lo largo del animado puerto Nyhavn, donde vivió largas temporadas Hans Christian Andersen. Nyhavn, el puerto más famoso de Copenhague. Eguzki Agirrezabalaga El puerto Nyhavnl, donde pasó largas temporadas el escritor danés Hans Christian Andersen (1805-1875), es el más famoso de la ciudad, por lo que la ribera de este antiguo puerto pesquero repleto hoy de concurridas terrazas y embarcaciones de época puede ser un acertado punto de partida para recorrer —con el mapa en la mano— Copenhague, una de las capitales más antiguas de Europa. En el camino el viajero encontrará vestigios de su pasado vikingo y evidencias de su actual pasión por el diseño, además de ingeniosos trucos para superar los largos inviernos escandinavos. Tras pasear por Nyhavn y tomarse tranquilamente una cerveza acompañada de un frokost tallerken o un smørrebrød en una de sus agradables terrazas, quien quiera puede embarcarse en uno de los barcos turísticos que ofrecen una curiosa panorámica de la ciudad desde el agua. Se adentrará por los canales de Christianshavn, un barrio portuario del siglo XVII cuyos antiguos almacenes han sido habilitados como viviendas y centros culturales con gran actividad. El Diamante Negro Además, quien opte por el recorrido en barco podrá contemplar dos de las estructuras referenciales de la reconocida arquitectura vanguardista danesa: la Biblioteca Real, más conocida como el Diamante Negro y la Operaen, el Teatro de la Ópera, diseñado por el arquitecto Henning Larsen en 2005. La Biblioteca Real está considerada como una de las joyas de la arquitectura contemporánea. Los tres puentes que la enlazan con la antigua biblioteca y su estructura de acero negro impresionan por fuera. Y, una vez en su interior, sorprende la calidez de la madera y las amplias cristaleras por las que penetra la luz escandinava, tan especial. Kongebs Nytorv, la plaza neurálgica La Kongens Nytorv, o plaza del Rey, es donde culmina el canal de Nyhavn. Es una plaza circular de grandes dimensiones que en invierno se convierte en una enorme pista de hielo y que el visitante tiene que cruzar si quiere visitar, en la zona norte, los palacios Amalienborg y Rosenborg, la iglesia ortodoxa Alexander Nevsky y la neoclásica Marmorkirken.Desde esa estratégica plaza arranca también Strøget, considerada la arteria comercial más larga de Europa. Por eso muchos visitantes escapan de su bullicio por alguna de las calles adyacentes, repletas de acogedoras plazoletas, insólitas iglesias y pequeños comercios y restaurantes locales donde es recomendable descansar y recobrar fuerzas. Todas esas calles confluyen en Rådhuspladsen, la plaza del Ayuntamiento, salpicada de esculturas que representan los símbolos daneses: Andersen, animales mitológicos y guerreros vikingos. La torre del Ayuntamiento, de 105 metros de altura, ofrece panorámicas espectaculares de la ciudad. De Tivoli a Carlsberg Precisamente, desde esa altura se puede contemplar otro de los atractivos de la capital danesa: Tivoli. Construido en 1843 ante las puertas y los fosos que rodeaban la vieja Copenhague, el histórico parque de atracciones sigue atrayendo a cientos de personas, sobre todo a familias danesas, en los largos días de verano. Se trata de un complejo que incluye un teatro de pantomima único en el mundo, carruseles, un palacio de conciertos, jardines interminables e incluso un lago artificial con un buque de madera anclado en sus aguas.Muy cerca de Tivoli, en el mismo distrito, Vesterbro, se hallan el Museo de Copenhague y el centro de interpretación de la cervecería Carlsberg, de 1882, donde aún se pueden visitar los originales establos de los caballos de los carros de reparto. Una vez allá, también aconsejan acercarse al Carlsberg Glyptotek (1897) y disfrutar de su interesante colección de arqueología y arte. Tampoco queda lejos el Jardín Botánico, con más de 20.000 especies de plantas procedentes de todo el mundo. De todos modos, los aficionados a los jardines no se arrepentirán si viajan varios kilómetros hacia el norte, concretamente hasta el castillo Frederiksborg, cuyos jardines barrocos conforman un mosaico diseñado al detalle en los que uno puede perderse durante horas. Christiania, una utopía alternativa Y, aunque ya no es lo que un día fue, pocos visitantes se resisten a acercarse hasta otro de los iconos de la ciudad: Christiania. Es el lugar donde en los años setenta se asentó una comunidad hippie con el objetivo de crear una sociedad autogobernada. Para ello, ocuparon unos barracones militares abandonados que, en la actualidad, acogen conciertos, talleres y restaurantes veganos. Hoy, su futuro es incierto y motivo de encendidas discusiones entre defensores y detractores de su filosofía alternativa. La visita virtual bien podría culminar con una parada en el paseo de la costa Langelinie, a la altura de la roca donde desde 1913 posa Den lille havfrue, más conocida como La Sirenita; una pequeña estatua de bronce realizada por el escultor Edvard Eriksen en homenaje a Andersen. Muy pequeñita, pero repleta de curiosidades.