GAIAK
Elkarrizketa
Iñaki Urbizu ‘Pela’
Cantante de Víctimas Club

«No se puede vivir ajeno a lo que nos toca, hay que ser realista»

En noviembre por fin se presentaba en sociedad Víctimas Club, formada antes de la pandemia, y entre cuyos componentes nos encontramos a gente que ha militado en bandas como Gatillazo, Willis Drummond, Gose, Obligaciones o Sumisión City Blues, entre otras.

Los integrantes de la banda Víctimas Club. (DOSPORDOS)

Víctimas Club mantiene de su anterior banda a usted mismo, a Joseba y a David, pero supongo que la intención no era, ni mucho menos, hacer una segunda parte de Sumisión City Blues, ¿verdad?

En la gira de despedida de Sumisión City Blues, Joseba y yo hablamos de seguir haciendo cosas juntos porque veíamos que estábamos en la misma sintonía. Además, a mí me mola mucho él como guitarrista y a él también le mola tocar conmigo, así que empezamos a compartir cosas que teníamos guardadas. Pensando en gente para montar otra banda, veíamos que se nos iba a escapar David, que es un batería de la hostia, y en el último concierto de la gira en Barakaldo, con todos los efluvios etílicos, le preguntamos a ver si se apuntaba, e inmediatamente dijo que sí, así que perfecto. Pero, para nada queríamos hacer una segunda parte de SCB ni nada que se le pareciera, sino que queríamos llevar a cabo cierto tipo de sonidos y actitudes que no podíamos hacer porque en Sumisión era difícil hacer música más oscura o meter disonancias… simplemente queríamos hacer punk rock, así de sencillo.

¿Y cómo reclutan al resto de miembros de la banda?

Nos apetecía hacer algo con piano porque nos molan grupos con ese sonido como Radio Birdman o Nick Cave, y nunca habíamos tenido un piano como miembro fijo en una banda. Empezamos a preguntar por Gasteiz, pero era complicado porque aquí los pianistas no hacen rock and roll, hacen jazz y otro tipo de cosas; pero todo el mundo nos hablaba de un tal Julen, contactamos con él y resultó ser un grandísimo pianista que le pegaba al jazz y al reggae pero, cuando le propusimos el rollo de hacer punk o lo que fuera, porque todavía no lo teníamos claro, aceptó y creo que fue un acierto.

Y buscando bajista, llamé a un buen amigo como es Osoron (Kañeria 13, Gatillazo, Gose) y, como se movía por otros ambientes, le pregunté a ver si conocía alguien y me contestó que él mismo podría hacerlo, y nosotros encantados, porque es un musicazo magnífico y un tipo sensacional.

¿Después de tantos años, se valora más ese aspecto personal que las grandes virtudes musicales?

Jamás he tocado con gente que no me parecieran muy buenas personas. El ensayo dura dos horas y el concierto una, pero luego hay que vivir el resto del tiempo, y que haya buen rollo y que en el grupo haya buenas personas me parece básico y primordial. Puedes ser el mejor músico del mundo, pero si eres una rata con el dinero o en otras cosas, o si hueles mal porque no te duchas… tranquilo, que no vamos a hacer una banda juntos (risas). La gente con la que convivo son mi chica y la gente con la que toco, así que tienen que ser buena gente por cojones y, si encima son musicazos como toda esta pandilla, no se puede pedir más a la vida.

Aunque la idea inicial era partir del punk rock, parece que la cosa se fue complicando, para bien, con un montón de arreglos, pianos, sintetizadores…

Cuando empezamos, Julen nos preguntaba a ver qué tenía que tocar y la verdad es que ninguno lo sabíamos muy bien, pero al final, en Víctimas Club hemos encontrado un sitio muy guapo al piano junto al bajo… hay una leyenda que dice que el piano no puede tocar notas bajas si hay un bajo, pero a base de notas graves, creemos que puede ser un apoyo importante para mantener el groove. El papel de Julen en la banda es básico, es como el pegamento que une todo. Por ejemplo, Joseba, que mira que musicazo es, se limita, prácticamente, a hacer arreglos y adornos, porque el piano se come lo gordo de la canción. Alguna vez que ha faltado al ensayo, parecemos una banda diferente, ha cogido un protagonismo brutal.

El sonido ha sido una búsqueda para todos, porque al principio no sabíamos siquiera hacia dónde ir, pero nos juntamos con las canciones para ver por dónde podían sonar interesantes y hacia ahí hemos ido tirando.

Siguiendo con el sonido, hay canciones, como «Farsantes contra farsantes», «El número 6» o «Cortando encía», que van por el lado más industrial, ¿ha sido intencionada esa deriva hacia esos sonidos de Berlín o Londres?

En realidad, hemos tirado un poco hacia rollos surrealistas, e igual por eso te suena a Berlín… a mí siempre me ha molado ese rollo en las letras, y más que buscar un sonido concreto, lo que hemos hecho ha sido introducir el concepto del surrealismo en el rock and roll que se hace en los barrios… me puedes hablar de Berlín, de Londres o de lo que sea, pero yo soy de este barrio de Gasteiz y vengo de Eskorbuto, y eso no me lo voy a quitar nunca, no quiero ser algo que no soy. Mantenemos nuestras raíces y nuestra actitud, pero probando y llenando la música con otras cosas para ver qué pasa.

Ya son muchos años en esto y no podemos estar dándole todavía al high energy y al rock and roll sin más. Tenemos que introducir nuevos elementos a esto para que siga siendo algo divertido y, esta vez, lo que hemos metido ha sido más oscuridad, canallismo y surrealismo.

En cuanto a las letras, era inevitable hablar de la pandemia ¿no?
‘Pandemia revisited’, que es de las primeras que hicimos antes de todo esto, era una canción que tenía Joseba y a la que le puse una letra que, cuando llegó la pandemia, con cambiar un par de cosas me encajaba perfectamente con la situación que estábamos viviendo. Cuando haces canciones se trata de contar, de alguna manera, lo que estás viviendo. Aunque, a veces, te hagas tus pajas mentales o hables de rollos más oníricos, no puedes sustraerte a lo que pasa a tu alrededor y a las cosas que te queman. Así que, hablamos de la pandemia porque nos ha tocado, y lo raro es que no haya más grupos hablando de toda esta estafa o engañufa y del control social al que nos están sometiendo con todo esto.

Te taladran con toda esa palabrería, hablas con cualquiera y siempre salen los mismos temas, todo esto nos ha hecho vivir a nivel mundial una nueva experiencia de mierda que nunca se había vivido: todos encerrados en nuestras casas y teniendo miedo del prójimo y hasta de nuestros seres más queridos… ¡hemos llegado a tener miedo de dar un beso a nuestra ama! ¿Cómo no vas a cantar sobre eso si nos han pegado semejante machacada? No se puede vivir ajeno a lo que nos toca, hay que ser realista.

Siguiendo con la temática social, nos encontramos temas como «Farsantes contra farsantes», «El profesional» y, sobre todo, «Cortando encía», donde el mensaje queda muy claro…

Yo he estado mogollón de años trabajando en una fábrica de automoción de Gasteiz, donde tratan a los obreros como yo trato a las cucarachas que se me meten en el local, y jamás había hecho una canción sobre la situación que se vivía allí porque, cuando salía a hacer rock and roll, quería pensar en otras cosas y hablar sobre otras historias. Pero ahora lo veo con perspectiva y, tanto ‘Cortando encía’ como ‘El profesional’, van sobre toda esa gentuza que te encuentras en esos trabajos de mierda, donde lo peor no son los jefes, sino los compañeros. En ‘Cortando encía’ se habla sobre esas sensaciones que tiene la clase obrera cuando los jefecillos te llaman al orden y el primer sentimiento que te surge es abrir cabezas… esa venganza que, realmente, no lleva a nada porque, seguramente, tú vayas a la cárcel y el otro quede como un héroe. Aunque el primer instinto sea quemar todo, lo que hay que hacer es asociarse y organizar la lucha.

También hay canciones como «Mamashima» o «Cuánto tiempo…» con letras más personales para que cada las entienda como quiera ¿no?

Es importante que cada uno se haga su visión de las canciones y no dejar muy clara la letra para que lo puedas adaptar a tu propia vivencia. También está bien contar una historia sin segundas lecturas y, si eres buen escritor, llevar a la gente donde tú quieras, pero dejar las cosas abiertas es algo que siempre me ha gustado, también como público. Que las canciones hablen de uno, o que Lou Reed te esté cantando a ti… eso es lo más grande que te puede pasar.

¿Ha sido definitivo en el resultado final del disco el hecho de que el propio Joseba se haya encargado de la producción?

Joseba no es solo técnico, es productor. Esas canciones, antes de entrar en el estudio, eran muy diferentes, pero Joseba las convirtió en algo totalmente nuevo. Ha cambiado estructuras, ha metido sonidos que no habíamos pensado y, realmente, ha producido las canciones, hasta el punto de que, una vez que han pasado por su mano, nos hemos tirado meses aprendiéndonoslas de nuevo (risas).

De hecho, algunas las habíamos llegado a quemar en tiempos de pandemia pero,  afortunadamente, en los últimos meses el señor Baleztena se sacó de la chistera unos cuantos trucos y les dio la vuelta totalmente y ha recuperado canciones que estuvimos a punto de dejar fuera.