2022 UZT. 03 - 00:00h Los enfoques en nutrición: tú eliges Xandra Romero Al igual que ocurre en otras áreas de la salud, en nutrición y dietética existen también distintos enfoques de tratamiento o terapia. Estos se refieren a las distintas perspectivas o marcos de referencia conceptuales desde los que se entienden y plantean recomendaciones dietéticas, tratamientos dietético-nutricionales o consejos nutricionales. Sin embargo, dado que la dietética y la nutrición son, como hemos comentado anteriormente, ciencias jóvenes, la evidencia científica es aún muy cambiante y es por ello que podemos asegurar que pocas cosas son blancas o negras en materia de nutrición. Por ello, el enfoque de terapia nutricional o, el enfoque desde el que cómo personas individuales entendemos la nutrición, es crucial. Los enfoques a los que nos referimos son, en primer lugar y, por orden de aparición, la cultura de dieta, donde el profesional juzga, critica y regaña si no se ha conseguido el único objetivo que existe en este modelo: la pérdida de peso. En segundo lugar, el enfoque del salutismo y nutricionismo; el salutismo es un sistema de creencias que concibe la salud como la propiedad y responsabilidad de un individuo y valora la búsqueda personal de la salud sobre todo lo demás, juzgando el valor de las personas según su estado de salud. Y el nutricionismo es una forma de pensamiento reduccionista sobre la comida y la alimentación que asume que el principal fin de comer es mantener y promover la salud corporal (no integral). Estos enfoques son los responsables de la creciente preocupación por comer sano, que está tan extendida que casi se ha convertido en una “moda” y que para muchas personas puede llegar a convertirse en una verdadera obsesión que, de patologizarse, haría referencia a la ortorexia. Por último, el enfoque de alimentación intuitiva, que es un enfoque nutricional que promueve la salud integral desde la compasión e inclusión y que se basa en sensaciones corporales de hambre, saciedad, satisfacción y conocimiento del cuerpo para dictar la ingesta. Consiste, por tanto, en respetar nuestro organismo, escuchándolo a él y a las señales que nos envía. Esto es, comer cuando tenemos hambre y parar cuando estamos llenos, de modo que no es una dieta o plan de alimentación, no son reglas ni normas, no hay una forma de hacerlo bien o fallar y tampoco es una forma de perder peso, pues está muy en contra del pesocentrismo, por lo que, a su vez, promueve una actitud saludable hacia la comida y la imagen corporal. Para ejemplificarlos, vamos a usar un ejemplo muy práctico: un plato de espaguetis. Si empezamos por la perspectiva de la cultura de dieta, un plato de espaguetis sería un alimento prohibido o a restringir, entendido como limitar la frecuencia y la cantidad de su consumo. La razón sería que son muy altos en calorías, ya que son carbohidratos y están demonizados según este enfoque. Así, en este enfoque, hablaríamos de alimentos clasificados como buenos y malos. Desde el modelo del salutismo-nutricionismo habría más ‘miga’. Por un lado este modelo nos haría pensar que es importante incluir carbohidratos en nuestra dieta siempre y cuando se prioricen las opciones integrales en vez de los refinados. Por otro lado, estos no deben acompañarse por carne picada, chorizo o bacon, al tratarse de carnes procesadas. Por lo que la recomendación sería tomarlos con verduras porque reducimos su índice glucémico. Por tanto, la semántica que utilizaríamos se basaría en alimentos llamados de mejor o peor calidad nutricional. Suena mucho al movimiento realfooding, ¿verdad?. Por último, desde el enfoque de alimentación intuitiva, la primera cuestión a resolver ante el plato de espaguetis sería si tenemos o no hambre, en segundo lugar, si nos apetecen o no unos espaguetis, a lo que le seguiría la pregunta ‘¿cómo me gustan y me apetece prepararlos?’. Para estar más conectado aún con nuestro cuerpo y mente, habría que preguntarse sobre la situación emocional que estamos atravesando o la capacidad para poder disfrutarlo en ese instante. En conclusión, elegir escuchando y respondiendo a los mensajes del cuerpo para cubrir las necesidades físicas y psicológicas. Más allá de los enfoques y las modas, la salud siempre debería contemplarse de forma integrativa que consiste, valga la redundancia, en integrar los factores emocionales, sociales y comportamentales basándose en la interacción de los tres determinantes principales del estado de salud: el biológico, el psicológico y el social.