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Mundo plural: electrónica, viejo góspel y futurismos

Contrastes máximos en la penúltima jornada, del certamen. El personal multi-instrumentista bretón Yann Tiersen filtró en el Kursaal su sentido de la melodía por una red de cableado electrónico. La octogenaria cantante y pianista Amina Claudine Myers recordó en la plaza Trinidad su sabiduría góspel.

Amina Claudine Myers, en la plaza de la Trinidad. (Jon URBE | FOKU)

Lleno una tarde más en el Kursaal, esta vez para degustar los particularismos electrónicos de Yann Tiersen (sintetizador, sampler y secuenciador), con Jens L Thomsen en la electrónica y la mujer de Yann, Émilie, a la voz. El multi-instrumentista de Brest ha dado un giro a su extensa obra, pasando su reconocido sentido melódico (recordemos la popular BSO ‘Amélie’) por un filtro electrónico. Las nuevas composiciones, maquinizadas, no anulan la herencia melódica original del creador bretón sino que la revisten de tecnología. Se ha dicho que en esta nueva oferta resuenan ecos de los primeros Depeche Mode, pero también podrían citarse a Kraftwerk, Orbital y hasta el mismísimo Jean Michel Jarre. Bellas fragilidades sónicas, abstracciones de sintetizador.

Tras un telón translúcido y con una permanente imaginaría de efectos fílmicos, la pareja de operadores fue desgranando ‘Kerlan’, ‘Kerteju’ y ‘Poul Bojer’; en general, agradables masajeos sónicos con algún acelerón tecno. Émilie estrenó su suave voz en la leve y envolvente canción ‘Mary’ y repetiría estilo y ambiente en ‘Gwenwilied’ y ‘Chapter 19’, todas en bretón.

‘Kerber’ da título al álbum de 2021 que propone una descripción de la pequeña isla del Canal de la Mancha, Ousssant, donde vive la pareja Tiersen. La tarde fue elevando el tono maquinista con ‘Ker al loch’, ‘Ar Naner Kozh’, ‘Palestine’ y ‘DS 123’ para disfrute de una audiencia que parecía necesitar explicar su entusiasmo al mínimo movimiento de bombo. No hubo mucha novedad en lo compositivo y la sesión se hizo larga y monótona. El esquema de Tiersen parece más apropiado para una madrugada de festival que para la quietud vespertina del Kursaal.

Con la edad a cuestas
Una silla de ruedas se entrevió en la puerta del backstage de San Telmo minutos antes de la cita de la plaza Trinidad. Se intuyó que iba en ella la estrella de la noche, Amina Claudine Myers, que con 80 primaveras cumplidas este año había recibido durante el día el premio Jazzaldia. La compositora-pianista-cantante de Arkansas logró subir a escena con un bastón de apoyo y esas muestras de su desgaste biológico se iban a evidenciar al sentarse al piano.

Con bajón de asistencia respecto a las noches anteriores, Amina se presentó por cuarta vez al festival, tecleó con corrección y sin demasiadas originalidades y entonó algunas de las canciones con una voz desgastada y justa. El esquema de recital de su nuevo proyecto vocal Generations 4, con las señoras Richarda Abrams y Jeanette T. Carter, más el registro bajo masculino del masajista y actor Chinyelu Ingram, pareció un clásico set de coro parroquial.

Se supone que el trío es experto en la materia, pero fue también justo en sus capacidades vocales individuales y como conjunción grupal. Rescataron viejo material góspel, intercalado con alguna composición de la homenajeada (‘It’s Me O Lord’, ‘Steel Away’, ‘Swing Low Sweet Charriot’, ‘Go Down Moses’, ‘Jacob’s Leader’, ‘Mary Don’t You Weep’, ‘God Has Sentled on Me’, ‘Love Is The Way’) y remataron con quizás los mejores momentos de la noche: ‘Do You Wanna Be Saved’ y ‘Call Him’, con Amina comandando el cuarteto.

Libertarios
Si la noche anterior el doble esquema de la plaza Trinidad pareció chocante al mezclar la seriedad jazzística del saxofonista Steve Coleman y grupo con el discutible desenfado de Louis Cole y colegas, ayer retornó la sensación de desajuste al unir el góspel ortodoxo de la primera parte con el inclasificable mundo sónico del vocalista y multi-instrumentista (corneta, sintetizadores) Ben Lamar Gay. El particular creador de Chicago se acompaña de la tuba de Matt Davis en los bajos, la nerviosa guitarra de Will Faber y Tommaso Moretti en la batería.

Libres, sin prisas, inetiquetables, a su absoluto rollo, conocieron un permanente goteo de deserciones entre la audiencia porque su mezcla de free jazz, folk, electrónica y experimentos no hace prisioneros y hay que aguantarla. ¿Quizás el marco de la Trinidad en el festival no era el apropiado?

Pero para aquellas gentes que crean en el ritmo y la música como creatividad abierta a nuevos horizontes, como aventura, Lamar es una personal propuesta. Con sus himnos de jazz avanzado, las canciones con querencia en raíces afro o los momentos de naturalidad sonora con un juego de campanillas o un aire de flautas, ambos a trío. Por su actitud a la corneta sonaba al gran Don Cherry y la loca velada recordó a algunos asistentes la visita en su día de Sun Ra Arkestra.

Tras clausurarse la noche sabatina del escenario de Alde Zaharra sonaban aún los últimos coletazos de fiesta en la playa de la Zurriola con la veteranía rockera de la banda León Benavente, precedidos por la épica irlandesa Pillow Queens, Sarah, Pamela, Rachel y Cathy. Con un presente viento marino acariciando la costa, una abigarrada masa disfrutaba de la clausura del escenario marítimo.

De despedidas
Toca jornada de adioses en este lunes festivo. Al mediodía se irán clausurando las sesiones pianísticas del Museo de San Telmo (Benny Green por segundo día) y de la programación ‘Jazz con eñe’ del teatro Victoria Eugenia, con la sesión ‘Bach & Forward’ de Marco Mezquida y Juan de La Rubia. Se despedirá también la oferta familiar Txikijazz, con Swingtronics y Les Fous.

La traca final en las citas vespertinas del Kursaal mayor será con el influyente pianista Herbie Hancock. En las terrazas del Kursaal darán la última fiesta el colectivo italiano del músico Federico Buccini, los dúos locales Teko Maisin y Rumbling Lips y el trío de allende la muga Swinging Bayonne. El dúo J-Silk entonará el agur en el Nauticool del puerto.

El adiós mayor de la plaza Trinidad arrancará con la prometedora y ortodoxa saxofonista Lakecia Benjamin y su grupo Pursuance. Y la 57 edición terminará con el asegurado fervor popular que concita la casi diva canadiense Diana Krall, otra de las grandes voces unidas desde hace años al Jazzaldia.