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Mitos sobre el agua


Sobre el consumo de agua y el peso corporal hemos oído de todo; por un lado, se habla de que la ingesta adecuada de agua estaría relacionada con la pérdida de peso; por el contrario, también es común escuchar que el agua puede engordar, puesto que, si bebemos más agua, pesaremos más; se dice que beber agua durante las comidas también favorece el aumento de peso, eso sí, la cervecita y/o el vino, nada de nada… Otro mito común entre la población femenina es el manido ‘retengo líquidos y por eso peso más’ y, por último, algo que no se dice pero se hace mucho es sudar para adelgazar.

Estos mitos llevan años y años circulando por la sociedad, muchos de ellos incluso perpetuados por sanitarios, entrenadores, etc. Por eso vamos a intentar saber si son o no ciertos y, de no serlo (spoiler), a qué pueden hacer referencia.

Para ello, la mejor forma de averiguarlo es echar mano de la evidencia científica. Y la primera, en la frente: el agua ni engorda ni adelgaza, ya que no tiene calorías.

Sin embargo, la asociación entre el consumo de agua y la adiposidad ha sido poco explorada, lo que sí está bastante estudiado es la relación de la ingesta de agua con la prevención del sobrepeso y el control del peso corporal, que parece lo mismo, pero no lo es. En este sentido, hay estudios que permiten deducir que existen beneficios al beber agua para prevenir el sobrepeso desde hace años, del mismo modo que hay una evidencia bastante significativa para pensar que la promoción de la ingesta de agua puede ayudar a controlar el peso corporal.

Pero esto no significa que el agua adelgace o no engorde, sino que atiende a otras razones. Así, los estudios más recientes que plantean esta cuestión han analizado el efecto del consumo de agua sobre el peso a través de diferentes estrategias: aumento de la ingesta diaria de agua, reemplazo de bebidas calóricas con agua e ingesta de agua antes de las comidas. La intervención más efectiva entre los estudios fue la sustitución de bebidas calóricas por agua, ¿a quién le sorprende? Más concretamente, en 2018 en la revista ‘International Journal of Obesity’ publicaba un estudio llamado ‘Efectos de reemplazar las bebidas dietéticas con agua en la pérdida y el mantenimiento del peso: seguimiento de 18 meses, ensayo clínico aleatorizado’. Como imaginarán, el resultado fue una mayor pérdida de peso adicional en el grupo de agua en comparación con el grupo de bebidas light.

Otro estudio del pasado año y que lleva por título ‘Consumo basal de agua potable y cambios en el peso corporal y la circunferencia de la cintura a los 2 años de seguimiento en una población mediterránea de edad avanzada’ concluyen que el consumo de agua potable en lugar de bebidas energéticas se asocia con un menor aumento de peso.

Obviamente si elegimos agua en vez de Coca-Cola normal, e incluso su versión light o cualquier bebida tipo energética o similar, ayudará a evitar el aumento de peso y, en conjunto con otras estrategias de cambio de hábitos, ayudará también en la pérdida de peso corporal a costa de masa grasa. Asimismo, puede que beber agua previa a una comida pueda saciarnos en un momento dado, pero es importante saber que con el estómago vacío el agua aparece en el plasma y las células de la sangre tan solo cinco minutos después de ser ingerida, con lo que se absorbe tan rápido que esta estrategia puede no ser muy eficiente.

Por otro lado, si bebemos una cantidad considerable de agua y acto seguido nos pesamos, ciertamente veremos más peso en la báscula sin que esto signifique que se ha producido un aumento del peso corporal a costa de la masa grasa, que es a lo que debemos referirnos si hablamos de engordar.

Igualmente, beber agua entre comidas tampoco ‘engorda’, lo que ocurre es que, a pesar de que el agua se absorbe desde el momento que la tomamos, lo cierto es que, si una persona ha ingerido buena cantidad de alimentos antes de beber agua, la velocidad de absorción se ralentizará en consecuencia y la absorción podría tardar más de 45 minutos.

Asimismo, un organismo sano no retiene líquidos; se las arregla perfectamente para mantener el equilibrio y, si hay exceso de líquido, aumenta la eliminación por orina y esta condición solo se da en caso de enfermedades renales, hepáticas, cardíacas o en situaciones fisiológicas como embarazo. Por lo que no, nadie pesa más por tener ‘retención de líquidos’, salvo que esté enfermo o embarazada.

Por último, sudar tampoco adelgaza, sino que lo que ocurre es que pesamos menos por la pérdida de líquido corporal que, por cierto, hay que reponer de inmediato. Además, mediante ese líquido se pierden también electrolitos y sales que debemos reponer si no queremos poner nuestra salud en riesgo.

De modo que, en cuanto al agua, se pueden concluir solo algunas cosas; uno, que es la bebida de elección para mantenernos hidratados, que ni engorda ni adelgaza pero, si ayuda a mantener un estado de salud óptimo, hablemos de peso o de salud integral.