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Los menores, en el centro del debate sobre el peso

En el Estado español, un tercio de la población infantil tiene un peso por encima de lo considerado ‘normal’. Sus medidas dependen de distintas variables, como la genética o la educación nutricional. Los profesionales nunca deberían poner al menor en el centro del problema.


Hablábamos en la primera parte de cómo el control del peso nos marca desde bien pequeños y cómo angustian los famosos percentiles a los padres y madres. Concluíamos el artículo anterior planteando la cuestión de si lo estábamos haciendo bien, y es que, como en todo, no se trata solo de gráficas, si no de que quien las aplica tenga más o menos tacto, esté más o menos actualizado y formado y con una visión de la ‘normalidad’ más o menos flexible, al igual que las familias que reciben la información.

Pero, sea como fuere, lo cierto es que en Hego Euskal Herria y el resto del Estado, un tercio de la población infantil tiene un peso por encima de lo ‘normal’ para su talla y edad y, a la vez, según el estudio ‘Global Proportion of Disordered Eating in Children and AdolescentsA Systematic Review and Meta-analysis’, que analiza datos de más de 63.000 niños y adolescentes de 16 países, un 22% tiene conductas de riesgo que podrían terminar en un trastorno de la conducta alimentaria (TCA).

Sobre esta última patología, el estudio también advierte de que muchos profesionales no están familiarizados con su manejo adecuado y cada vez es más frecuente su aparición en edades más tempranas y también en niños y niñas con historia previa de obesidad. Y, sobre la manida obesidad infantil, bueno… desgraciadamente sigue siendo habitual que los profesionales pongan al menor en el centro del problema, algo sin duda nefasto, a la par que negligente, y que puede derivar, como comentábamos, en un TCA.

Las medidas de los niños, al igual que las nuestras, hay que entenderlas en un contexto, pues dependen de muchas variables, como la genética (más o menos altos, robustos, crecimiento más lento o precoz etc.) y también de la educación nutricional con la que cuenta la familia, en la que ahora es habitual encontrarnos más extremos que nunca.

Así pues, la ‘normalidad’ es que un niño esté entre el percentil 3 y el 97. Y, ¿si están por encima o por debajo? Pues tranquilidad lo primero, simplemente que sepamos que el profesional, de forma cauta, debe mantener un seguimiento más estrecho por si pudiese derivar en algún problema.

Y, cuando existe un problema realmente, ¿cómo se hace? El profesional, bajo ningún concepto, debe señalarle al propio menor su ‘falta’, pues, siendo menor, insisto, no debe responsabilizarse de un dato médico, la cifra de peso, por ejemplo. En vez de esto, el asunto debe ser tratado con los padres para, conjuntamente, valorar cuál y dónde puede estar la dificultad y así ayudar a la familia a resolverlo.