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La elegancia de la música de cámara envuelve la Quincena

Hoy en día, la música de cámara se ha democratizado. Ya no hace falta pertenecer a cierta clase social o esperar a recibir una invitación para pasar una velada musical en casa de nadie. Prueba de ello es el ciclo de Música de Cámara de la Quincena.

El Cuarteto Trifolium dio inicio al ciclo de Música de Cámara. (QUINCENA MUSICAL)

La –buena– música de cámara tiene dos virtudes indiscutibles: elegancia y calidad.

La elegancia viene unida a su propio concepto: una música que nació para ser interpretada en salones aristocráticos, en casas burguesas y pequeñas salas de conciertos particulares, lleva asociado un nivel socioeconómico alto y, con él, una buena cuota innata de elegancia y otra equivalente, mucho más falsa, de postureo, pero elegancia al fin y al cabo. Era una música para que la disfrutase la gente de posibles con buen gusto o, en su defecto, para que la gente con mal gusto simulase tenerlo.

La calidad viene derivada de esa elegancia. Si esta gente refinada quería buena música, sin duda iban a contratar a los mejores compositores, y esa música de calidad iba a requerir a los mejores intérpretes.

Hoy en día, la música de cámara se ha democratizado. Ya no hace falta pertenecer a cierta clase social o esperar a recibir una invitación para pasar una velada musical en casa de nadie. Se puede escuchar en un pequeño teatro, en una sala moderna de estudiada acústica, en el ambiente recogido de una iglesia o en un sorprendente espacio polivalente; se puede escuchar en bermudas, con zapatillas deportivas o con una anticuada librea. Lo mismo da. Pero la elegancia y la calidad compositiva ahí estarán.

Y si el concierto es no solo bueno sino muy bueno, contará también con instrumentistas de capacidad técnica, transmisión y carisma como para realizar una interesante carrera en solitario –si no lo han hecho ya–. La música de cámara es versátil, flexible, imaginativa… y cuenta con algunas de las piezas más inspiradas de toda la creación musical.

El ciclo de Música de Cámara de Quincena, que reúne a algunos de los intérpretes más destacados del panorama musical actual y obras de grandes compositores y maravillosa factura en el idílico entorno del claustro del Museo San Telmo, comenzó el pasado jueves 10 con la participación del Cuarteto Trifolium, un cuarteto de cuerda de corte clásico que, con articulación firme, estudiadas dinámicas y minuciosa atención al detalle, presentaba un programa dieciochesco con obras de Boccherini, Richter y Mozart.

El segundo concierto de cámara ofrecerá un repertorio muy distinto el día 13, con obras del siglo XX de marcado acento británico, donde las tres integrantes del Trío Nacedo, acompañadas por el piano de Susana García de Salazar, la voz del tenor Francisco Fernández-Rueda y bajo la dirección de Andoni Mercero, interpretarán obras de Vaughan Williams y Bridge, pero también de compositoras mucho más olvidadas como Teresa del Riego y Elizabeth Maconchy.

El día 17 será el turno del Cuarteto Bretón quien, fiel a su objetivo de tocar música de compositores estatales, tiene preparado un programa que incluye un cuarteto de Tomás Bretón –en el centenario de su muerte– frente a uno de los cuartetos más conocidos de Brahms. El lunes 21, tres mujeres de fabulosas carreras en solitario –Judith Jáuregui, Soyoung Yoon y Nadège Rochat– unirán su sensibilidad y su fuerza para interpretar tres obras que muestran tres caras muy distintas del Romanticismo: Debussy, Brahms y Arensky.

Para terminar este corto pero intenso ciclo, el pianista Josu de Solaun y el violonchelista Adolfo Gutiérrez Arenas se unen para presentar su disco ‘Loss & Love’, que gira en torno a dos temas trascendentales en la vida, la pérdida y el amor, a través de obras de Schumann, Schubert y Franck.