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Aumento de accidentes, menor concentración e insomnio, efectos del cambio de hora

Incremento de accidentes de tráfico y laborales, dificultad de aprendizaje, menor concentración o problemas de insomnio son algunos de los trastornos que puede producir el cambio al horario de invierno y que se pueden prolongar hasta dos semanas, según los expertos.

Originalmente, el cambio de hora estacional tenía como objetivo el ahorro energético. (Tymothi A. CLARY | AFP)

En la madrugada del sábado al domingo 29 de octubre acaba el horario de verano y empieza el de invierno, por lo que a las 3.00 horas, el reloj se retrasará 60 minutos, es decir, a las 2.00 horas.

«Los cambios bruscos de horarios provocan que nuestro sistema neurohormonal, de cortisol, de melatonina, de serotonina, de colesterol, que tiene su propio círculo biológico, se desajuste notablemente», subraya el coordinador del Grupo del Sueño y Cronobiología de la Asociación Española de Pediatría (AEP), Gonzalo Pin.

En este sentido, el vicepresidente de la Sociedad Española de Neurología, Jesús Porta, explica que las personas tienen dos ciclos que controlan el sueño, un ciclo interno –que marca los ritmos– y otro controlado por la liberación de melatonina.

Además, el neurólogo recalca que los trastornos se registran más en la península que en otros lugares «porque está fuera de la franja horaria que le corresponde». «Tenemos un problema, porque anochece más tarde que en el resto de países con lo cual la intensidad del sol nos está bloqueando la liberación de melatonina y nos acostamos más tarde», añade.

Los mayores y los niños, los más afectados

Celso Arango, académico de número de la Academia de Medicina en la especialidad de Psicología Médica, resalta que el cambio de hora afecta más a los niños y ancianos debido a que tienen «una menor adaptabilidad y sufren un sueño mucho más fragmentado con muchísimos despertares».

Esto supone que se despierten ante cualquier cosa «atípica o anómala» que suceda, explica el psiquiatra.

Sin embargo, Porta detalla que «la mayoría de las personas no sienten nada o las alteraciones orgánicas les duran entre dos y cinco días», pero aclara que personas que padecen enfermedades neurodegenerativas (como el alzheimer), insomnio, migraña o depresión les puede durar más tiempo, incluso una o dos semanas.

Cómo mitigar los trastornos

«La higiene del sueño es fundamental», destaca el también psiquiatra Arango, que aconseja, entre otras cosas, no tomar estimulantes por la tarde, realizar ejercicio moderado durante el día, no justo antes de acostarse, levantarse en vez de permanecer en la cama sin poder dormir, y mantener unos patrones estables de sueño.

Además, los expertos coinciden en la necesidad de ir adaptando los horarios unos días antes de que se produzca el cambio de hora.

¿Cambiar la hora es beneficioso?

Los expertos concluyen que «lo ideal» sería no hacer los cambios de horario, ya que diversas sociedades científicas, entre ellas la del Sueño y Cronobiología de la AEP, han demostrado que se generan «diferentes problemas de conducta y salud pública».

El gasto económico que justificó el cambio de hora en 1974, con la primera crisis del petróleo para aprovechar mejor la luz del sol y ahorrar electricidad, en la actualidad ya no lo acredita, en palabras del doctor Pin.

También Arango aconseja no forzar el cuerpo dos veces al año a unos «cambios contra natura», especialmente porque «ya tenemos un desfase respecto al horario solar, y el cambio produce un desfase aún mayor».

En el olvido la iniciativa para suprimir el cambio horario

La Unión Europea recomendó a los Estados miembros que acabaran con estos cambios horarios: lo hizo antes de la pandemia y la llegada del coronavirus hizo que el tema cayera en el olvido.

En septiembre de 2018 la Comisión Europea propuso acabar con el cambio de hora en 2019 tras una encuesta pública que recabó un número récord de respuestas (4,6 millones) y que reveló que mayoritariamente (un 84%) los ciudadanos europeos querían terminar con esa práctica.

«Lo suyo sería quedarnos con el horario que más se acerque a nuestro meridiano, que es el de invierno», zanja el pediatra Gonzalo Pin.