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Tesoros en los baúles sin fondo del Premio Nobel Bob Dylan

En un libro enciclopédico, Dylan expone borradores de letras, cuadernos de notas, fotos, dibujos, pinturas y otros objetos como cartas de Bruce Springsteen o George Harrison. Se publican además  grabaciones inéditas de 1978 en Tokio. Y se anuncia la película sobre su vida ‘A Complete Unknown’.

Bob Dylan, en su visita a Woodstock en 1968. (Elliott LANDY)

Parecía imposible que los archivos de Robert Allen Zimmerman (Duluth, Minnesota, USA, 1941), alias Bob Dylan, almacenaran mucho más material escrito y gráfico tras haberse publicado desde hace seis décadas cantidad de documentos en libros, cuadernos de discos y otros soportes.

Pero en ese baúl ‘secreto’ había, por ejemplo, unos seis mil manuscritos del cantautor, como se supo en 2016, cuando el periódico ‘The New York Times’ anunció que una organización filantrópica y una pequeña universidad privada estaban ordenando el material almacenado para engrosar la oferta de un museo que se construía en Tulsa, Oklahoma.

En 2013, la Fundación de la Familia George Kaiser, entidad sin ánimo de lucro, había adquirido el archivo del pionero autor folk Woody Guthrie, influencia mayor de Dylan, para crear un centro sobre su persona y obra, a la vez que la Universidad de Tulsa inauguraba un nuevo entorno de investigación en el Museo Gilcrease, con cientos de miles de objetos de los pueblos indígenas y obras de arte del continente norteamericano.

Unas iniciativas que, con el añadido del Museo Dylan, convierten a la remota Tulsa en un apetitoso lugar cultural. Para universalizar el evento, a finales del año pasado se ha editado el documento ‘Tesoros del Bob Dylan Center. Bob Dylan. Mixing Up the Medicine’, libro de seiscientas páginas, con manuscritos y otros objetos inéditos relacionados con el influyente intérprete. Lo elaboraron Mark Davidson y Parker Fishel, responsables del centro de Tulsa, que resaltan: «Para un artista tan reacio a detenerse en el pasado, lo que sorprende es que tanto de este haya sobrevivido». Lo ha editado en castellano Libros Cúpula.

Autorretrato de Bob Dylan que fue portada de ‘Self Portrait’, firmado por el artista.

El trabajo analiza la trayectoria de Zimmerman desde sus primeras grabaciones caseras en los años cincuenta y el LP de debut ‘Bob Dylan’, de 1962, hasta ‘Rough and Rowdy Ways’ (2020), su trigésimo noveno álbum de estudio y el último con temas originales.

‘Un millón de libros’

No es fácil dar con la cifra exacta de libros publicados sobre el creador de ‘Blowin’ in the Wind’. El propio Dylan bromeó en 2011 sobre que «a estas alturas, todo el mundo sabe que hay un millón de libros que se han publicado o se van a publicar sobre mí. Así que animo a cualquiera que me conozca, que alguna vez se haya cruzado conmigo, que me haya escuchado o siquiera me haya visto a lanzarse a escribir su propio libro. ¿Quién sabe? Quizás alguien esté incubando un libro magnífico».

La nueva obra aporta reflexiones de veintinueve firmas del periodismo musical, músicos, gentes de las artes plásticas o del cine, con imágenes de más de ochenta fotógrafos diferentes. Se pidió a cada uno de ‘los distinguidos escritores, artistas y músicos’ que eligieran un único elemento del archivo ‘que los atrajera, los hechizara, conmoviera, desconcertara o estimulara y que escribieran un breve artículo’.

Jon Baez junto a Bob Dylan, en la gira ‘Rolling Thunder Revue’ (1975-1976). (NETFLIX)

El libro incluye las portadas de sus cuarenta y nueve álbumes y entre sus novedades hay borradores de letras de canciones, fotos inéditas, cuadernos de notas en hoteles, dibujos, pinturas y diversos objetos privados. Por ejemplo, misivas de George Harrison, Paul McCartney, Johnny Cash, Bruce Springsteen, Huey Newton (uno de los fundadores del combativo colectivo Panteras Negras) o el expresidente Jimmy Carter. Fotos con su protegido boxeador Rubin ‘Huracán’ Carter. O un fax de Leonard Cohen en cuyo dorso escribió Dylan la canción ‘Things Have Changed’, que ganó un Oscar en 2000 con la banda sonora de ‘Wonder Boys’. Se incluye un borrador manuscrito de ‘Long and Wasted Years’ en un folio del Hotel Lope de Haro. Bilbo. Gran Lujo.

Meteorito

En el prefacio del libro ‘El movimiento perpetuo de la ilusión’, Davidson y Fishel avisan que «desde el álbum de 1962 ‘Bob Dylan’ hasta el lanzamiento de ‘Shadow Kingdom’ en 2023, y de forma especialmente vívida en sus conciertos, el trabajo de Dylan ha demostrado ser una obra dinámica y en evolución constante, una creatividad inquieta siempre en busca del alma de una canción. Y como no ha dejado de establecer tendencias para acabar rompiéndolas, el propio Dylan se ha convertido en objeto de fascinación sin fin».

Destacan que «a menudo considerado un enigma por su música, ha combatido esa interpretación, o cualquier otra, llevando por bandera el arte de la reinvención, al tiempo que asumía riesgos y desafiaba las expectativas. Como artista, Bob Dylan, con la vista siempre clavada en el horizonte, solo está en deuda con su musa».

El catedrático Douglas Brinkley escribe en el epílogo del libro que «no hacemos ningún favor a su arte analizando en exceso a Dylan. Es una experiencia más parecida a un meteorito que a un objeto momificado de indagación erudita». Pero él mismo cae en la tentación de comentar las lógicas creativas de quien ha aportado «una nueva forma de expresión poética dentro de la gran tradición de la canción estadounidense», como se le reconoció al recibir el Premio Nobel de Literatura 2016.

Apunte manuscrito de ‘Long and Wasted Years’, en el Hotel López de Haro de Bilbo.

Con ochenta años cumplidos, quien fuera airado joven provinciano que arribó en los años sesenta al cultureta ambiente neoyorquino de Greenwich Village, no para de grabar y girar, pintar y exponer o producir libros. En la nueva obra se investiga su brillante evolución creativa con opiniones como la del influyente poeta beat Allen Ginsberg que, a finales de los años sesenta, durante la convalecencia de Dylan de un accidente de moto, le aportó erudición literaria con libros de Emily Dickinson, William Blake, Arthur Rimbaud o Gregory Corso, entre otros autores.

El cantante rana

No suele ser amigo Dylan de discursos o entrevistas y envió a Patti Smith a recoger su Nobel, pero cuando en 2015 le dieron el premio Persona del Año de la prestigiosa Fundación MusiCares, ofreció una larga alocución sobre su itinerario creativo.

Explicó que «mis canciones no han llegado hasta aquí por sí solas. Ha sido un camino largo y ha costado mucho. Son como obras teatrales de misterio, como las que veía Shakespeare de niño. Ahí está el origen de lo que hago. En aquel entonces estaban en los márgenes, y creo que lo siguen estando ahora». Y señaló que «no las saqué de la chistera. Todo venía de la música tradicional, folk, rock & roll y orquestas de big band swing. Me dieron el código para cada cosa que implica juego limpio: que todo pertenece a todos».

Masivos son los partidarios de Dylan y no pocos sus detractores. En aquel discurso dijo que la crítica le había puesto «a caldo desde el primer día. Dicen que canto como una rana. ¿Por qué no dicen lo mismo de Tom Waits? Que no tengo voz. ¿Por qué no dicen eso de Leonard Cohen? Que no puedo aguantar una melodía y que hablo a mi manera durante las canciones. Nunca escuché decir eso sobre Lou Reed».

Mentó a clásicos del blues como Charley Patton, Robert Johnson o Muddy Waters cuando le acusan de arrastrar las palabras y no tener dicción, y recordó que cuando le comentaron a Sam Cooke que tenía una voz maravillosa, dijo: «Muy amable de tu parte, pero las voces no deben ser consideradas por lo bonitas que son. Solo importan si te convencen de que están diciendo la verdad».

El voluminoso libro dylaniano coincide con la publicación de ‘The Complete Budokan 1978’, con temas grabados en ese año en Tokio. En su día se publicó el doble LP ‘Bob Dylan at Budokan’ y ahora un cuádruple CD recopila 58 títulos. Se anuncia además el rodaje de la biopic ‘A Complete Unknown’, con Timothée Chalamet en el papel de Dylan y dirigida por James Mangold.

Y sigue girando. Como declarara en 1997 a ‘The New York Times’, «a mucha gente no le gusta la carretera, para mí es tan natural como respirar. Lo hago porque me llama, y o lo detesto o me encanta. Me aterra subirme a un escenario, pero es el único sitio donde soy feliz. El único sitio donde puedes ser quien quieres». Y en 2004 dijo a la revista ‘60 Minutes’: «¿Por qué sigo aquí? Pues es por eso del destino. Hace mucho tiempo hice un trato con él. Y estoy cumpliendo mi parte». El ‘expedicionario musical’ (como se ha definido a sí mismo) sigue alumbrando desde su incombustible llama.