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«Egkerrik agko, Iruñea!»

La banda tributo Leña al mono homenajeó ayer en la sala Totem de Atarrabia al legendario trío Leño, en el 45 aniversario de la creación del grupo madrileño.

La banda tributo Leña al mono homenajeó ayer en la sala Totem de Atarrabia al legendario trío Leño. (Idoia ZABALETA | FOKU)

La de Leño con Iruñea es una larga historia de amor. Desde que el trío madrileño publicó su primer disco, de título homónimo (Leño), sus canciones comenzaron a sonar y a volar cabezas −con sus melenas correspondientes− en los bares de lo viejo. Y Rosendo y los suyos no tardaron en llegar a la ciudad. Los más veteranos aún recordarán conciertos como el de la gira ‘El rock de una noche de verano’ en la Plaza de toros, junto a Miguel Ríos y a una desconocida por entonces Luz Casal, en 1983; o el de un año antes en un Anaitasuna convertido en una olla a presión; o, retrocediendo aún más en el tiempo, el concierto casi fundacional en el salón de actos del colegio Salesianos, en 1979, al que asistieron como público, entre otros, unos todavía bisoños Alfredo y Boni, de Barricada.

La cantera del rock urbano iruindarra ya comenzaba a extraer sus primeros frutos y a convertir la ciudad en uno de los bastiones del género. Y es que −con el permiso de grupos como Asfalto, Burning, Cucharada o Coz− Leño fundó los estatutos de un estilo musical que todavía, aunque ya sin melenas, mantiene en Iruñea un nutrido y fiel número de seguidores, tal y como quedó demostrado en el concierto homenaje que en la noche de ayer ofreció en la abarrotada sala Totem de Atarrabia el grupo tributo Leña al mono, junto con un selecto grupo de invitados, y que se presentaba bajo el título ‘Fiesta 45 aniversario Leño’. 

Jugando en casa

La gira, después de haber pasado por Madrid, Barcelona o Sevilla, recalaba en casa, nunca mejor dicho, pues Leña al Mono es un combo formado por auténticas leyendas del rock navarro, como el guitarrista y cantante Juanjo Ojeta (Mugre, Txarrena... «¡El mejor guitarrista de rock de la ciudad!», lo proclamó un tipo al lado de este cronista) o el baterista Javier Lizarazu ‘Puntxes’ (Tahures Zurdos,  Mugre...), a los que se sumó la sangre nueva al bajo de Guillermo Soloaga, en sustitución del miembro original Patxi Garro (Los Insoportables, La Síntesis…).

Con semejantes mimbres, el grupo no podía sino arrancar −tras una introducción en la que se escuchó la sintonía de ‘El hombre y la tierra’−  como un trueno, con un sonido demoledor, a lo cual sin duda contribuyó que se escucharon de un tirón, para empezar, tres trallazos leñeros (‘Este Madrid’, ‘Entre las cejas’ y ‘No lo entiendo’), recibidos con entusiasmo juvenil por un público mayoritariamente cincuentón e incluso sesentón que no había ido al concierto a hablar ni a grabarlo con el móvil porque de lo que se trataba era de corear los estribillos y los solos de guitarra grabados a fuego en las meninges desde los quince años.

Tributo a Onán

Llegaron después más temazos, aunque ¿cuál no lo es en el caso de Leño?: ‘Donde está la salvación’, ‘Sí, señor’, ‘Apágalas’..., antes de que interrumpiera en el escenario el primer invitado: Juan ‘Conan’ Carmona, de La Leñera (no hay malos rollos entre los grupos tributos), un «doble» de Rosendo, al menos si atendemos, haciendo honor a su alias, a su envergadura física, pero sobre todo por el timbre de su voz, que tanto nos recordó al de Carabanchel.

A este respecto, es también reseñable que Juanjo Ojeta, por el contrario, canta a Rosendo sin imitarlo, pero que los dos cantantes, cada uno en su estilo, tiene su pellizco, como demostró Conan con ‘La fina’ o con ‘Hoy va a ser la noche de que te hablé’, poniendo a saltar a un público con rodillas para pocos trotes. El de La leñera se despidió con un «Egkerrik agko, Iruñea!», pronunciado con un exagerado acento madrileño, que hizo reír a la concurrencia.

Fue el turno después de ‘Castigo’, una de las canciones más largas y con más minutaje instrumental de Leño, en la que Juanjo Ojeta se lució sobre el escenario, llevando a los amantes de los punteos al orgasmo («¡un momento, no es posible!», el tipo de al lado, «¿está ahora haciendo un tributo a... Onán? Ah, no que es solo un guitar-air»).

Fiesta final

Se sucedieron después más hits y nuevos invitados. Mariano Montero, batería de Rosendo, continuó dando más leña al mono con otra nueva ráfaga de temas infalibles, como ‘Sorpredente’ o ‘El tren’; Rafa J. Vegas, bajista también de Rosendo, interpretó ‘Cucarachas’, ‘Qué desilusión’…

Todo ello antes de los bises. Cualquier canción de Leño en realidad serviría para los bises (incluso las, pocas, que Leña al mono dejó de tocar, como ‘Todo es más sencillo’, que echamos de menos), pero en el tramo final del concierto las elegidas fueron ‘Sodoma y Chabola’, ‘No se vende el rock & roll’, e ‘Insisto’, con la participación en esta última de Chusaco, cantante del grupo barcelonés Chatarra, y de Ángel Urbano, hermano del fallecido bajista de Leño Tony Urbano, en uno de los momentos más emotivos de la noche.

El remate final, como no podía ser de otro modo, fue para el himno ‘Maneras de vivir’, con la presencia de todos los invitados de la noche sobre el escenario. Dos horas, en fin, de un puro rocanrol, rememorando temas (¡temazos!) de un grupo que ya es un clásico del rock callejero y cuya música se mantiene todavía fresca en nuestra memoria, a pesar de que Leño se separara hace ya más de cuarenta años. Todo lo cual, lejos de las polémicas que suscitan en ocasiones las bandas tributo, creemos que da todo el sentido a esta en concreto, pues resultaría del mismo modo absurdo rebatir que pueda seguir interpretándose en directo, por ejemplo, la ‘Quinta Sinfonía’ si no es bajo la batuta del mismísimo Beethoven. ¡Larga vida, pues, a Leño! ¡Y leña al mono!