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Investigan en Nafarroa cómo las bacterias muertas pueden ayudar a combatir la obesidad

Determinadas bacterias muertas pueden ayudar en el intestino a combatir la obesidad y también la diabetes tipo 2. Por esa senda de investigación avanza un estudio de la Universidad de Navarra y el CNTA estatal.

La eficacia de los postbióticos ya ha sido probada en gusanos y ratones. (Wikimedia Commons)

Investigadores de la Universidad de Navarra (UNAV) y del Centro Nacional de Tecnología y Seguridad Alimentaria (CNTA) estudian la forma en que determinadas bacterias muertas puedan ayudar en el intestino a combatir la obesidad y otras enfermedades metabólicas como la diabetes tipo 2.

La investigación la llevan a cabo estos dos agentes del SINAI (Sistema Navarro de I+D+i) en el marco del proyecto ‘Parabiotics’, que estudia la aplicación de agentes paraprobióticos y postbióticos en la prevención y tratamiento de la obesidad, y los mecanismos implicados en este proceso.

Bacterias muertas igual de eficaces

Los probióticos se han presentado como una solución para la mejora de la microbiota intestinal, pero el proceso necesario para que esas bacterias lleguen vivas al intestino es complejo.

Por ello, en este proyecto, los equipos de investigación de UNAV, liderado por Paula Aranaz, y de CNTA, liderado por Raquel Virto, están investigando cómo conseguir que las bacterias también sean eficaces en el intestino cuando están muertas, lo que se denomina como «postbióticos».

Ya han conseguido demostrar la eficacia de postbióticos en gusanos y ratones, lo que abre camino hacia nuevas terapias

 

Actualmente ya han conseguido demostrar la eficacia de dichos postbióticos en gusanos y en ratones, lo cual abre el camino hacia el desarrollo de nuevas terapias contra patologías como la obesidad, la diabetes tipo 2 o alteraciones en los niveles de glucemia, colesterol y triglicéridos.

«Tratamos de identificar qué especies bacterianas concretas estarían detrás de ese desarrollo de obesidad o diabetes tipo 2 y qué efecto tienen esas bacterias en nuestra salud», ha explicado Paula Aranaz a EFE.

Los investigadores han observado que muchas bacterias del probiótico llegan muertas al intestino, pero a veces son igual de eficaces, no debido a su actividad directa, sino a una proteína, un lípido o algún componente de su pared o de su citoplasma que son los que ejercen ese efecto beneficioso.

Buscar el ingrediente beneficioso

Hasta ahora, ha apuntado, los investigadores pensaban que las bacterias beneficiosas del probiótico competían con las bacterias menos beneficiosas o no saludables para llegar a un ‘equilibrio', pero «se está viendo que con esas cepas bacterianas inactivadas se obtiene un efecto muchas veces similar».

El reto ahora es saber el motivo. Se sabe que hay algunos microorganismos, algunas especies bacterianas que son productoras de ciertos metabolitos, como los ácidos grasos de cadena corta, que tienen un efecto beneficioso en la salud. El objetivo es averiguar cuál es ese ingrediente, qué metabolitos aparecen en el suero o en la orina de los individuos con estas enfermedades y que son buenos para la microbiota intestinal.

 

Aranaz: «Estamos viendo que los individuos con obesidad tienen una microbiota diferente»

En todo caso, ha subrayado, la microbiota no va a explicar todo el proceso de la obesidad, todas las enfermedades metabólicas, «pero sí podemos ayudar, a través de la dieta y el ejercicio, y por ejemplo la administración de probióticos, a prevenir estas enfermedades».

¿La obesidad provoca la alteración de la microbiota o es al revés? Es la historia del huevo y la gallina. Aranaz ha reconocido que por ahora se desconoce la respuesta: «La realidad es que, ya sea por los hábitos alimentarios o por la zona en la que vivimos, hay muchos factores que intervienen en nuestra microbiota, como la edad o el sexo. Estamos viendo que los individuos con obesidad tienen una microbiota diferente, pero también hay diversidad entre hombres y mujeres».

Aranaz ha resaltado que «cada uno tenemos nuestra microbiota» y «realmente cambiarla es muy difícil», pero quizá se puedan desarrollar técnicas que «mantengan un poco a raya esa microbiota menos saludable».

La combinación simbiótica

Los probióticos que se comercializan en este momento son principalmente de las cepas lactobacillus o bifidobacterium. El objetivo es descubrir especies bacterianas que por ejemplo reduzcan el colesterol o los triglicéridos, pero «todavía estamos un poquito lejos» de conseguirlo, ha afirmado Aranaz.

La especialista del Centro de Investigación en Nutrición de la Universidad de Navarra ha destacado que los parabióticos o postbióticos no van a sustituir a la alimentación saludable o la práctica de ejercicio, pero se podrían llegar a desarrollar nuevos productos que ayuden en la lucha contra la obesidad.

Aranaz ha considerado que quizás una sola especie bacteriana no vaya a mejorar la salud, pero sí una combinación simbiótica (probiótica y prebiótica). En cualquier caso, ha dicho, «vamos a hablar de microbiota intestinal durante muchos años».