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Pancho Amat
Músico

«Pequeña y con algo de caña, ron y música, ¿el peligro es que Cuba no se arrodilla?»

Más de medio siglo de actividad musical acumula el cubano Pancho Amat, que ha pasado por variadas experiencias grupales y colaborado con una plural lista de destacados artistas. Ahora comanda una revisión de la en su día exitosa reunión Buena Vista Social Club, que visita Iruñea y Donostia.

Amat, especialista y renovador del tres o guitarra caribeña, instrumento central del son isleño. (BUENA VISTA SOCIAL CLUB)

Con raíces en Canarias y Catalunya, Francisco Leonel Amat Rodríguez (Güira de Melena, La Habana, 1950) es un destacado sonero y especialista mayor del tres, guitarra nacional cubana. En 1971 fundó el Grupo Manguaré, después formó parte de Adalberto Álvarez y su Son, en 1995 montó la agrupación Pancho Amat y el Cabildo del Son, y más recientemente ha girado con Efecto Sound.

Colaboró con importantes apellidos de su isla como el fallecido Pablo Milanés y Silvio Rodríguez y con lo más destacado de la música chilena, incluido el asesinado Víctor Jara. Ha trabajado con diversos músicos a este lado del Atlántico y sobre todo con el proyecto Juan Perro del zaragozano Santiago Auserón.

Encabeza ahora la recuperación del proyecto Buena Vista Social Club, escaparate mayor en su día de los sonidos cubanos. La nueva formación incluye a algunos componentes originales y está compuesta por el propio Amat, Carlos Calunga y Lázaro Villa (cantantes), Osiris Valdés (violín, voz), Alejandro Falcón (piano), Javier Zalba, (saxofón), Roberto García y Alain Pérez (trompetas), Alberto Muñoz (trombón), Jean Roberto San Cristóbal, Rosenio Perdomo y Ángel Terry (percusiones), Fernando Arévalo (contrabajo), Kiko Ruíz, Yerián Luisy Rosalía Gómez (voces). Su gira estatal arranca en el Baluarte iruindarra el domingo 16, pasa por Madrid y Barcelona y finaliza el también domingo 23 en el Kursaal donostiarra.

Tras más de medio siglo como tresero, compositor, orquestador, productor… se le ve dinámico, en forma.

Es que sigo siendo un niño. No por la edad, claro, pero sí por la motivación, por la ilusión. Tengo una mezcla genética explosiva: canaria, catalana, cubana… Con todo lo que he hecho, siempre hay algo nuevo, nuevos colores. Y me hace feliz que se disfrute de la música cubana. Que seamos tan chiquitos y hayamos hecho una música que recorre el mundo.

«Las canciones del nuevo Buena Vista son parte del reservorio de la música cubana, la continuidad de nuestra música de raíz»

¿De eso trata el homenaje a Buena Vista Social Club, ‘Estrellas de Buena Vista y más’, con la gira ‘Live in Havana’?

Este nuevo enfoque me ha llenado de ilusión. Como instrumentista, siempre he estado ligado al tres y más con grupos pequeños y de mi área geográfica, más pausado... Y ahora, a esta edad, estoy con un grupo de quince integrantes y girando por el mundo. Hay que ponerse un tinte de juventud y pa’lante.

¿La iniciativa nació en 2023, en Canarias?

Hice una gira con Efecto Sound, con canciones mías, de la trova, sones cubanos… Mucha gente preguntaba por Buenavista y me animaba a retomarlo por mi experiencia en ese campo como compositor, arreglista, director… Y por amistad y por filiación a la música que he hecho toda la vida me pareció interesante intentar el proyecto. Dimos el primer concierto en La Laguna con lleno hasta la bandera tras casi dos horas y media no había forma de acabar la fiesta. Nos confirmó que había apetencia por escuchar de nuevo estas músicas y multiplicó la ilusión que teníamos.

Foto de familia de la nueva formación de Buena Vista Social Club.

¿Se confirmó que Buena Vista no había muerto, aunque falten muchos sus principales protagonistas?

Es que el tronco y las ramas, la esencia de la cultura cubana, seguía florecida por nuevas generaciones que continúan la huella antecedente de quienes a su vez siguieron el legado de sus abuelos. El Buena Vista original solo tenía como compositor a Compay Segundo e interpretaban música clásica cubana que la gente puede tocar y darle su forma. Las canciones del nuevo Buena Vista son parte del reservorio de la música cubana, la continuidad de nuestra música de raíz. El Buena Vista original que fue a la ceremonia de los Grammy, hizo solo tres conciertos: uno en EEUU y dos en Holanda. Y, automáticamente, sus caras principales comenzaron proyectos independientes: Rubén González, Elíades Ochoa, Omara Portuondo e Ibrahim Ferrer. A esos proyectos y otros se sumaron músicos originales de Buenavista y algunos son los que están ahora con nosotros.

El tres, su especialidad, es el instrumento vertebral del son cubano. ¿Tiene que ver con la amplia familia de la viola, bandurria, laúd, mandolina, cavaquinho, bandola, charango…?

Es el cordófono nacional cubano, así reconocido. Y creo que sí, que viene de esa familia original europea. Aunque el charango tenga quizás más que ver con el timple canario. El tres, que se toca a púa, tiene que ver con la bandurria, que era lo que había en los campos de Cuba. Tenemos un movimiento similar a vuestros bertsolaris: los improvisadores. Y lo que se improvisa son décimas, que existían en el campo desde el siglo XIX. Y eso va con la bandurria y con los laúdes de ustedes, que viene originalmente del laúd moro. Tuvieron que haber cogido como modelo los instrumentos de cuerda pulsada que vinieron con la conquista.

¿No está completo un buen son montuno, campesino, si falta el tres? ¿Y no hay son sin tres, por el tumbao, la melodía cubana por antonomasia?

Exactamente, campesino y oriental, donde nacen los primeros modelos de son, que luego se extendió por todo el país. Como dices, si no hay tres no hay son porque es el que marca el tumbao, melodía en origen de raíz europea a la que se le ponía ritmo africano.

«Hay como una involución, jóvenes que parecen proponer algo nuevo, pero muy básico y letras hasta soeces. Anti cultura, covid auditiva»

¿Todo tresista toca diferente?

Sí, el tres tiene que decidir qué nota le va a poner a ese acorde escrito. Y con qué ritmo el tresista improvisa cuando acompaña, por dónde va la línea melódica para no entorpecer el protagonismo del cantante y rellenar los momentos de vacío vocal. Su trabajo es improvisación, esa es la complejidad fundamental del instrumento. La otra es que tiene pocos recursos: tres pares de cuerdas. Tienes que buscar la manera de hacer mucho con poco.

Es continuador de la obra de célebres tocadores que fueron sus influencias. ¿Se cree, como le dicen, el tresero mayor de Cuba y hasta el mejor tresero del mundo?

Vamos a empezar por ahí, sí, que no me lo creo. Lo segundo es que me hace feliz que la gente valore todo el trabajo que he hecho. Y lo tercero, que lo puedo entender como el resumen de todas esas grandes influencias. Puedes aportar lo que quieras, transparentar tu personalidad y capacidades, pero no te puedes separar de la tradición.

En 1971 fundó el Grupo Manguaré en la universidad, que duró hasta 1987. Manguaré es un instrumento de percusión pre colonial. ¿Conoce la txalaparta vasca?

No la conozco. Pero me voy a informar porque soy muy colega de la comunidad vasca de aquí. Me invitan a sus fiestas y, aunque solo se decir ‘eskerrik asko’, mi esposa es casi especialista en marmitako. Pero cuando se habla de alguien muy querido de allí hay que empezar por Javier Colina, que es como un hermano pamplonica. Lo conocí aquí, cuando vino a grabar con Santiago Auserón y cuando hicimos la gira por España y había días libres se inventaba conciertos en clubs de jazz. Ahí se materializó una relación artística en proyectos conjuntos.

¿Cómo ve la joven escena cubana y latina de rap, trap…?

No lo veo mucho. Hay como una involución, jóvenes que parecen proponer algo nuevo, pero musicalmente suele ser muy básico y las letras hasta soeces. Como una anti cultura, una covid auditiva. Y me pregunto: ¿la Humanidad lucha por ser más culta y sale esta involución espontánea? Me cuesta entenderlo.

Lleva a Cuba hasta en las banderitas de la correa de su guitarra. Con su eterna crisis económica bajo el boicot imperial USA… siempre machacada. ¿Cómo ve el futuro de su bella isla?

Machacada es la palabra, y sin sentido. El nuevo Secretario de Estado acaba de decir que Cuba representa un peligro para la seguridad de Estados Unidos. Pequeña, con 11 millones de habitantes, 110.000 kilómetros cuadrados, sin grandes recursos económicos, con un poco de caña, ron y música, ¿el peligro es que Cuba no se quiere arrodillar? No queda más que pensar que la gente sensata, que la hay, cambie el rumbo de ese país. La nueva administración y su lenguaje agresivo, insultante, está ya poniendo contra la pared a Europa, al mundo. Decía Kissinger en su libro ‘Diplomacia’: «Ser enemigo de Estados Unidos es muy peligroso, pero creerte que es tu amigo es una insensatez». ¿Qué vamos a hacer? Es el mundo que nos ha tocado vivir y vamos a ver cómo para.