2022 EKA. 12 Pistas para destinos con historia Viajes por los lugares donde intentaron cambiar el mundo La editorial Txalaparta publica “Revolución, resistencia y memoria. Patrimonio de la Humanidad”, un libro de Xabier Peñalver que transcurre en escenarios donde se produjeron procesos transformadores y luchas o donde vivieron y murieron personas que los hicieron posible. Todo ello con abundante material de consulta. Es la manera de dar visibilidad a esos sitios que no ocupan el lugar que les corresponde y en muchos casos quedan apartados del famoso catálogo de la Unesco. Fotografías: Xabier Peñalver Miren Saenz Xabier Peñalver, arqueólogo donostiarra que dirige excavaciones en yacimientos prehistóricos de Euskal Herria, no ha abandonado las cuevas ni ha cambiado de registro. Su producción de libros sobre Arqueología supera la veintena, sin contar los compartidos y los artículos publicados a lo largo de su trayectoria profesional. Pero esta vez nos descubre otra faceta de su vida, la del incansable viajero que le ha permitido desde hace 50 años conocer los escenarios donde se forjaron acontecimientos o procesos transformadores del siglo XX. Xabier Peñalver junto al célebre mural del pintor mexicano Diego Rivera. Esa afición ha derivado en “Revolución, resistencia y memoria. Patrimonio de la Humanidad” (Txalaparta), un completo y documentado trabajo que ahora ve la luz con conocimiento de causa. La idea se le ocurrió porque echaba en falta una publicación que aglutinara gran parte de lo que no se publicitaba y era difícil encontrar cuando no existía internet. Muchos de estos sitios no tienen cabida en el catálogo de la Unesco que designa qué es Patrimonio de la Humanidad. «Salvo algunas excepciones, que las hay, la mayoría de los grandes y hermosos monumentos que se recogen en esa guía tienen que ver con los poderosos. Las pirámides de Egipto con los faraones, las grandes catedrales con la Iglesia, los grandes palacios como Versalles con los reyes… Lógicamente son obras realizadas con muchos medios, a veces explotando terriblemente a quien las ha construido, y es lo que queda. Cuando vas a viajar a un país consultas la guía de la Unesco porque son cosas dignas de ver, aunque han sido elaboradas o mandadas hacer por los poderosos. Pero hay otra parte, la de la gente que ha luchado, que resiste, que pelea y tienen pocos monumentos, aunque sí quedan restos para la memoria que suelen ser olvidados, no solo por Patrimonio de la Humanidad, sino en las guías de viaje. O no existen o quedan relegados a un par de líneas, aunque hay excepciones», asegura. Peñalver los rescata en este viaje por el mundo combatiente e incluso «resistente», recopilando esos escenarios relacionados con lugares y momentos históricos como «los campos de concentración en los que no se podía combatir demasiado y había que resistir, o el exterminio de las poblaciones de América, Asia y África, las grandes matanzas de indios en Estados Unidos en estos países que ahora son tan democráticos pero que, sin embargo, exterminaron a millones de personas», admite. La casa natal de José Martí en La Habana Vieja, héroe nacional cubano que luchó contra España en la Guerra de la Independencia; la Iglesia de San Francisco de Asís en Gasteiz, en donde tuvo lugar la matanza de trabajadores del 3 de marzo en 1976; la fortaleza de Brest en Belarús, con su escultura “La Valentía”; y justo debajo de estas líneas, las casas-estudio de Frida Kahlo y Diego Rivera en Ciudad de México: la de la pintora de color rojo y blanco y la del muralista de color azul, juntas pero separadas. Aquel chaval que viajaba haciendo autostop y dormía donde podía, a veces en la calle, descubrió desde pequeño esa inquietud por conocer el planeta. No se ponía límites, salvo los que imponía la economía, ni siquiera siendo menor de edad. Su primer viaje al extranjero fue a los 18. «Con un pasaporte de los del franquismo –en cuyas primeras líneas ponía eso de ‘se prohíbe ir a la Unión Soviética, Hungría, Bulgaria, China, Corea del Norte…’–, unas latas en la mochila y dos duros en el bolsillo, viajé a Venecia cuando no había autopistas pasando por toda la Costa Azul. Veinte días sin dormir en ninguna cama». Después vendrían Lisboa, Marruecos... y continúa hasta ampliarse a 80 países en los que, además de conocerlos, se ha dedicado a capturar con su cámara fotográfica los sitios donde se han producido esos hitos con derecho a figurar en la memoria. Como cualquier viajero, Peñalver acumula cientos de experiencias, pero no las cuenta en este libro porque huye del personalismo hasta el punto de que asegura que «podría ser un libro anónimo». En 411 páginas aborda 350 emplazamientos de los que incluye fichas con detalles, biografías, historias, datos básicos y de interés y hasta mapas en los que se señalan esos países que aparecen en esta obra, además de una importante aportación fotográfica que alcanza las 1.000 imágenes en un cuidado trabajo maquetado por Jabi Ubierna. El Museo de los Derechos Civiles en el lugar en el que mataron a Martin Luther King que entonces era el motel Lorraine de Memphis. Ordenado por continentes –África, América, Asia, Europa, Oceanía y Antártida– y por orden alfabético de países, incluye a Euskal Herria y a Catalunya y posee un índice aleccionador y rico en contenido donde lo mismo figura el monumento a La Pasionaria en Glasgow, el busto de Lenin en la Antártida o la casa, cárcel y tumba de Mandela junto a los dedicados a esos héroes anónimos que se revelaron ante la opresión. El libro ha ido un poco hacia atrás para abarcar la Revolución francesa y fenómenos interesantes como el proceso de descolonización de África y América y con él a Simón Bolivar o aquel «colonialismo brutal de las potencias europeas», menciona. No es una guía exclusivamente para gente comprometida y lectores curiosos, sino en general para «todo el mundo, porque toca temas que habitualmente no se tocan y que la mayoría conocemos o hemos oído hablar de ellos, como el heroísmo del pueblo vietnamita contra el colonialismo estadounidense; Martin Luther King y Malcom X en la lucha de la liberación de los negros... Lógicamente lo va a ver con mejores ojos quien tenga un concepto por lo menos progresista de la historia de la humanidad». De izquierda a derecha, el Museo de la esclavitud en Lagos (Portugal), donde antes se encontraba el mercado de los esclavos; la escuelita donde mataron a Che Guevara en la Higuera (Bolivia); el Memorial a Rosa Luxemburgo en Berlín, en el parque donde fue asesinada por los Freikorps que arrojaron su cuerpo a ese río; y, al fondo, la cárcel Modelo de Barcelona, símbolo de represión política en Catalunya. El autor cree que queda claro «quiénes son los malos de la película y no porque haya sido reflejado de una manera deliberada; quiénes son protagonistas de los exterminios de indios, de la colonizaciones en África y América, las masacres con napalm en Vietnam». Y recupera personajes como Frantz Fanon, «un gran luchador e ideólogo del que no he encontrado ninguna estatua, aunque sí su tumba en un pequeño pueblo entre Túnez y Argelia». O Norman Bethune, pionero de las transfusiones de sangre en ambulancia, «que cruzó el mundo con su profesionalidad y solidaridad». Este médico canadiense dejó su sello en tres continentes: América –su casa natal de Gravenhurst está musealizada–; Europa, en la Guerra del 36 en el Estado español; y Asia, venerado en China hasta el punto de que Mao Tse Tung le dedicó un poema y está enterrado allí en el pabellón de las personalidades. En realidad, Peñalver rescata hechos y lugares por los que las guías al uso pasan de puntillas. Cuando estuvo en Bolivia siguiendo la ruta de los últimos días de vida del Che Guevara, las que consultó o no lo mencionaban o lo despachaban en seis líneas. En una de las ocasiones, por cierto, tocaba aniversario y pudo cambiar impresiones con su hermano Juan Martín Guevara. «A lo mejor no lo consideran importante y por eso no lo incluyen. En una guía de Londres seguro que está la tumba de Marx pero igual en una alemana te cuesta encontrar dónde estaba la casa de Engels». La tumba de Karl Marx en el cementerio londinense de Highgate y, debajo, el Monumento el obrero y la koljosiana en Moscú. La portada de este libro muestra el Monumento el obrero y la koljosiana, que se encuentra en Moscú. Construido para la Exposición Universal de París en 1937 –la misma que albergó el “Guernica” de Picasso, «el cuadro que pasó desapercibido e ignoró la prensa»– se instaló junto a la torre Eiffel en la zona de Trocadero y coincidió con el pabellón de Alemania, ya revestido de simbología nazi. Un preámbulo de esa Segunda Guerra Mundial que estaba a punto de estallar y un ejemplo de los cientos de detalles que recoge esta publicación. En pleno debate sobre el turismo masificado, Peñalver reconoce que es destructivo pero se muestra muy respetuoso con las decisiones de cada uno. ¿Otro turismo es posible? Seguro que sí y por estos sitios.