2024 ABU. 11 Bilborock, historia de una pequeña fábrica de sueños El 9 de abril de 1997, en plena transformación de la villa, y con un cartel formado por lo más destacado del rock en Bilbo y Bizkaia (Anarko, Doctor Deseo, MCD, Ke Rule, Ke No Falte, Little Fish, Platero y Tú, Magic Teapot, La Secta…) se inauguraba Bilborock, un centro cultural que venía a cubrir el vacío dejado por locales como Gaueko o el Gaztetxe bilbaino, desalojado por el Ayuntamiento en 1993. Sergio Iglesias Una iglesia desacralizada fue el lugar elegido por los y las responsables del consistorio para ubicar una sala que, con el tiempo, se ha convertido en un lugar imprescindible para el desarrollo artístico de Bilbo, más allá de los enormes focos que alumbran el Guggenheim, el Museo de Bellas Artes, el Palacio Euskalduna, y otros edificios situados en lugares más privilegiados de la villa. Presentación del documental «Bilborock: Mucho más que rock», que recoge la historia de esta emblemática sala. Oskar Matxin Edesa | FOKU Hace dos años, celebración del 25 aniversario de Bilborock, surgió la idea de realizar un documental que ilustrara lo que ha dado de sí, durante este primer cuarto de siglo, este peculiar centro cultural. Así que, los realizadores Alvaro Fierro y Diego Urruchi, ambos con sobrada experiencia en temas musicales, ya que trabajaron juntos en las cintas “160 metros: una historia del rock en Bizkaia” o “Atrapados por la serpiente”, fueron los encargados de recoger el guante sin dudarlo un instante, atraídos por el misterio y la magia del ya mítico centro cultural bilbaino. Producida por Media Attack y con la producción ejecutiva de Paula Bañuelos, “Bilborock, mucho más que rock” se presentaba el pasado 6 de julio en un pase especial en la propia sala, antes de que se estrenara oficialmente el día 12 del mismo mes en la plataforma Filmin. Un documental que nace de la afición por la música y la cultura de los directores de la cinta, quienes, antes que creadores, habían sido usuarios de la sala, donde pasaron muchas horas disfrutando de conciertos de bandas que, con el tiempo, se han convertido en grandes referentes de la música actual como Porco Bravo, Su Ta Gar, Sidonie, Manta Ray, El Columpio asesino… y tantas y tantas que se van recordando en el documental. Así lo explica Diego Urruchi, uno de los realizadores de “Bilborock, mucho más que rock”: «El origen del documental está en nuestra afición, nosotros veníamos aquí todos los jueves casi como una liturgia, y es una sala que ha influido en nuestra historia personal, así que la película es un homenaje a todo eso que hemos vivido». A lo largo de los 75 minutos de metraje, van desfilando ante la cámara figuras más que conocidas dentro de la cultura vizcaina de las últimas tres décadas, así como algunos de los responsables políticos de los años en que se creó Bilborock, como el alcalde en aquel momento, Josu Ortuondo, o trabajadores y trabajadoras de la sala, como Garikoitz Marín, Sergio Robles “Rambo”, Santi López, Raúl Montouto o Ane García. El documental está estructurado en diferentes bloques temáticos, empezando por el origen de la sala como centro de culto religioso, y pasando por los años en que, sin tener todavía la denominación de Bilborock, ya acogía eventos dentro de sus destrozadas paredes, tal y como rememoran los y las artistas que recuerdan sus primeros pasos en el mundo de la música en aquella vieja iglesia en ruinas, situada en un lugar no demasiado estratégico, en un momento en que los gobernantes de Bilbo parecían querer luchar contra el propio pasado industrial y obrero de la ciudad. Varias perspectivas de la antigua iglesia en diferentes épocas reconvertida en Bilborock. Archivo de Bilborock UNA FRONTERA MENTAL Pero precisamente, su ubicación ha terminado siendo uno de los grandes atractivos de Bilborock, situado en el mismísimo corazón de San Francisco y Bilbo Zaharra, y mirando de frente a la ría y Alde Zaharra, una zona de una riqueza cultural enorme que, en aquellos años, parecía ser como otro mundo para mucha gente, a la que le costaba cruzar el puente para acceder al Bilbao más degradado en aquella época, y en cuya regeneración mucho ha tenido que ver todo lo que se ha hecho en Bilborock, tal y como explica en la cinta el programador y hostelero Txarly Romero: «Bilborock y otros bares ayudaron a que la gente superara esa especie de frontera mental que parecía que era la ría, ofreciendo cosas interesantes y atractivas». Una frontera que con el tiempo ha desaparecido, convirtiendo las calles que rodean el edificio en un hervidero de actividades y eventos a lo largo de todo el año, como Arroces del Mundo, o El Mercado de 2 de mayo, y que hacen de este entorno un lugar atractivo para gente emprendedora como Javi Nevado, responsable de la librería Anti Liburudenda, quien destaca el carácter único de estas calles: «El hecho multicultural es lo que más me gusta del barrio, el perfil de los habitantes ha cambiado y hay gente de todas partes, lo que le da una riqueza cultural enorme». El músico y periodista Mikel Izarra también subraya el valor de todo lo que ha sucedido en la zona de San Francisco y Bilbo Zaharra en estas últimas décadas: «Es innegable el efecto positivo que han tenido Bilborock, Bilbao Arte y todo lo que se ha hecho en esta zona, porque se ha creado un núcleo creativo, que antes podía estar más desperdigado, y donde ahora hay oportunidades para los creadores». UN IMPORTANTE ACTOR CULTURAL Así que, partiendo de una zona con una identidad bestial, pero todavía cargada de prejuicios, se apostó por dar cabida a todas esas inquietudes musicales que bullían en la ciudad, pero que no encontraban espacios para desarrollarse, como señala Itxaso Erroteta, actual concejala de Juventud y Deporte en el Ayuntamiento de Bilbo: «Desde el Ayuntamiento, se trataba de proporcionar una salida a todos los artistas que estaban saliendo, ofreciéndoles además un espacio singular como era aquella iglesia desacralizada». Diferentes momentos de la construcción de Bilborock. Archivo de Bilborock Y lo cierto es que, en poco tiempo, Bilborock se convirtió en un centro cultural de vital importancia, en opinión de expertos como el escritor y filósofo Edu Maura: «Bilborock fue un actor cultural francamente importante en Bilbao, en una época en que no había una red cultural como la que hay ahora, y que sirvió para generar vínculos con otras ciudades a través de bandas y escenas musicales». En este sentido, Bilborock se convirtió inmediatamente en un lugar de culto para los y las aficionadas a la música en la capital vizcaina, sobre todo con el traslado a la vetusta iglesia del concurso Villa de Bilbao, uno de los grandes eventos musicales históricos de la ciudad, y que hasta aquel momento no tenía una ubicación fija definida a pesar de que, por el concurso, ya habían pasado bandas históricas como Su Ta Gar, Dr. Explosion, La Perrera, Los Bichos, Canker o Australian Blonde, entre otros. Y es que, para muchos y muchas, Bilborock es, sobre todo, sinónimo de conciertos inolvidables de bandas locales, estatales e internacionales, que participaron en el certamen a lo largo de los años. Así lo recuerda, por ejemplo, Gaizka Insunza, componente de la banda gernikarra Audience: «Para mí, Bilborock son recuerdos de aquellos conciertos de los jueves en la época de la universidad, y que también supusieron los inicios de la banda». Audience son tan solo un ejemplo de bandas que, inspiradas por lo que veían y vivían en aquellos directos, decidieron dar el paso de formar sus grupos con el objetivo de tocar algún día en Bilborock: We are Standard, Señores, Zea Mays, Atom Rhumba, Riff Truckers… un escenario soñado para gente como David Hono, vocalista y guitarrista de bandas como Ya Te Digo o Sonic Trash, quien reconoce que «Bilborock es un lugar mágico para tocar». UNA RESPUESTA A LAS NUEVAS INQUIETUDES CULTURALES El concurso Villa de Bilbao ocupa, por su importancia, una gran parte del metraje del documental, así como la polémica suscitada por su desaparición, en beneficio de la creación del Villasound, dirigido a un público más joven, y que respondía a una demanda que empezaba a ser evidente, especialmente en los últimos años, y que también debía mostrarse en el documental. Lo explica Diego Urruchi: «Queríamos enseñar cómo se han ido transformando los gustos de la ciudad, para demostrar que, aunque las cosas cambien, queda ese poso. Porque la juventud siempre va a tener ese jakinmin, esa necesidad de crear, y Bilbao debe ser una estructura por y para los más jóvenes, más allá de que los que estamos en los 40 y los 50 lo entendamos o no. Así que lo que queríamos era enseñar cómo el cambio de la ciudad afecta a lo cultural y cómo lo cultural influye en el cambio de la ciudad». Álvaro Fierro y Diego Urruchi, directores del documental «Bilborock: Mucho más que rock». Archivo de Bilborock Sin duda, esta parte de la película es la más interesante, ya que muestra la función de Bilborock como apoyo a todas esas inquietudes musicales que van surgiendo en Bilbo, y que se manifiestan de diferentes formas, alejadas de la manera de hacer tradicional de las generaciones anteriores. Pero lo que está claro es que lo importante es que, con sus claros y sus oscuros, todas esas nuevas expresiones culturales encuentren su espacio con el apoyo, ¿por qué no?, de los que llegaron antes, pero sin limitarlos, como subraya Julen Martín, componente de bandas como Simca o Señores: «Es importante ceder los espacios, no pasa nada, los van a aprovechar, tienen las cosas más claras y conocen mucho mejor la industria musical que los que empezamos hace 25 años». En esa misma línea se manifiesta Gaizka Insunza: «Al final, que la música tenga nuevos sonidos y nuevos discursos siempre es positivo». Todo esto, sin embargo, no debe hacernos perder la perspectiva, ni olvidar todo lo anterior y la influencia de los que ya han vivido todas estas cosas, ya que como señala David Hono, «Somos referentes para esas bandas jóvenes que, de alguna forma, están siguiendo nuestros pasos». Algo que está claro que no es suficiente si no se tiene algo que te lleve a hacer música, o a desarrollar cualquier disciplina artística, y así lo explica Eder, componente de Head Holes, una de estas jóvenes bandas que han surgido en Bilborock: «Está muy bien que nuestros mayores nos enseñen el camino, pero de todas formas, para dedicarte a esto, lo tienes que llevar dentro». MANTENIENDO EL ESPÍRITU COMBATIVO Pero a pesar de esas nuevas tendencias, por los locales de ensayo de Bilborock todavía se pueden ver chavales y chavalas que parecen mantener el espíritu combativo de otros tiempos: «Lo que es sorprendente es que viene gente de 14 años con la mohicana, las tachuelas, la chupa de cuero, las camisetas de Megadeth…», nos cuenta Santi López, uno de los trabajadores de Bilborock. Una de esas bandas es Frenillo Frakturado, que tienen muy claro por qué hacen música: «Vas a conciertos y no ves ni a Dios, el punk ha muerto, y nosotros no somos la venganza ni estamos aquí para revivir nada, hacemos esto porque es lo que nos gusta y porque nos da la gana». Actitud. En este grupo de fotografías, Robbie Williams, Leo Bassi, Audience y We are Standard actuando en Bilborock, e imagen de Head Holes, extraída del documental. Archivo de Bilborock Visto este panorama, la función de Bilborock en la actualidad no puede ser otra que la de dar cabida y apoyo a todas esas nuevas expresiones artísticas. «Lo que hemos hecho ha sido adaptar los formatos a otros tipos de comunicación que existen actualmente», señala Asier Batiz, actual coordinador del espacio. Así pues, la que fuera la casa del Villa de Bilbao, es actualmente la sede de eventos y festivales como Caóstica, Bideo-klippa!, Damba Festival o Femme, demostrando una capacidad de asimilación de los nuevos tiempos y las nuevas necesidades de una sociedad que no para de evolucionar. En fin, que todo cambia, menos el espíritu de Bilborock de acompañar a los jóvenes en los primeros pasos del duro camino que es el arte, en cualquiera de sus formas, haciéndoles sentir que lo que hacen es de verdad importante para mucha gente. Y para finalizar, nada más que un resumen de lo que este pequeño gran local supone para tantos y tantas, extrayendo del documental varias frases de diferentes personas que dicen mucho del trabajo que se ha realizado en estos más de 25 años -27- en Bilborock, una pequeña fábrica de sueños para mucha gente. En primer lugar, la frase de una de las recientes triunfadoras en Villasound, la joven artista multidisciplinar Lova Lois: «Para mí Bilborock es pasión, vida y unión», que se complementa a la perfección con lo que dice Asier Batiz: «Bilborock es inspiración, valores y juventud», o con lo que expresa Alaitz Arenzana, directora del festival Zinegoak: «Un símbolo de diversidad». Pero si algo resume a la perfección lo que todos y todas los bilbainos y bilbainas sentimos es la frase del responsable de Anti Liburudenda, Javi Nevado: «Incluso los que pasamos poco por Bilborock, si desapareciera lo echaríamos en falta». Por otros 25, 50… ó 100 años más!