2024 ABU. 25 PANORAMIKA Continuar el legado En el centenario de Eduardo Chillida, la exposición «Topalekuak», que se puede ver en Tabakalera, propone un encuentro entre dibujos y otros materiales del escultor y piezas de ocho artistas contemporáneos. (Jon Urbe | FOKU) IKER FIDALGO Nada surge de la nada. Todo lo que sucede viene precedido de algo y será el punto de partida para lo que acontezca después. La cultura en general y el arte en particular, no son nunca un hecho aislado. Por más que las ideas de innovación y genialidad hayan formado parte del imaginario de la creación artística, todo se basa en algo que ya existe anteriormente. Conceptos como el ready made duchampiano, que se basa en objetos cotidianos, el término “posproducción” que el filósofo Nicolas Bourriaud acuñó para hablar de la creación artística con materiales preexistentes o la “imagen pobre” de Hito Steyerl para referirse a la imagen convertida en archivo que viaja por la red, eliminan precisamente cualquier pretensión de originalidad y se rinden ante la evidencia de que todo forma parte de algo. Es por eso por lo que cuando, como público, asistimos a exposiciones de arte contemporáneo, somos capaces de encontrar resonancias en aquello que encontramos en una sala. Trabajos que dialogan, ecos de referencias culturales, resoluciones formales de artistas que trabajan en contextos cercanos e incluso herencias que las generaciones anteriores dejan como un tejido en constante actualización. En definitiva, aquello convierte al arte en un espacio vibrante y vivo, pues de lo contrario, perdería uno de los principales sentidos de su existencia. En relación a esto, el Centro de Cultura Internacional Tabakalera de Donostia inauguró a finales de junio su apuesta expositiva para el programa de verano. “Topalekuak”, que podrá visitarse hasta octubre, forma parte del abanico de programas que conmemoran el centenario del nacimiento del escultor Eduardo Chillida. El título, que puede traducirse como “lugar de encuentros”, es el nombre de una de las series escultóricas más famosas del artista y una invitación a hacer de esta muestra un lugar de intercambio y puesta en común. Es precisamente el trabajo del escultor donostiarra el que actúa como disparador de la muestra comisariada por Soledad Gutiérrez Rodríguez quien invita a varias artistas a releer el trabajo del artista. El legado es asumido e interpretado como punto de partida para una colección de creaciones que habitan la sala principal del centro. El elenco está conformado por Elena Aitzkoa, Josu Bilbao, Laia Estruch, Sheroanawe Hakihiiwe, el colectivo Juf, Christian Salablanca, Marianna Simnett junto con el mismo Eduardo Chillida. La puesta en escena combina piezas de gran presencia como las de Aitzkoa, Salablanca o Bilbao, que se agarra a la sutileza del suelo, mientras reserva la pared y el mobiliario para mostrar vídeos, dibujos y estudios previos que el desaparecido artista realizó para algunas de sus obras. En definitiva, una oportunidad para mirar desde otra óptica la influencia que Eduardo Chillida tiene aún en el presente de la creación contemporánea.