7K - zazpika astekaria
NAIZ AFRONTA NUEVOS RETOS CON ANE URKIRI AL FRENTE
Elkarrizketa
Ane Urkiri
Directora de NAIZ

«Creo que los jóvenes sí están interesados y, a su manera, informados, pero hay que adaptarse a ellos y ellas»

«El cambio que se ha dado en el país se entiende mejor si se mira a los doce años de vida de NAIZ», afirma Ane Urkiri, que toma el relevo a Iñaki Altuna en la dirección de nuestro proyecto digital. Y lo hace «con ilusión y motivación», pero también con la exigencia de seguir siendo un medio de comunicación relevante y referente, tanto para la comunidad que ayudó a levantar GARA después del cierre de «Egin», como para la nueva generación, siendo rigurosas e innovadoras, los principales sellos de este proyecto periodístico.

(Marisol Ramírez FOKU)

En un medio de comunicación uno acaba haciendo de todo, pero hacerle una entrevista a la persona que va a coger tu relevo es una experiencia cuando menos peculiar. Cuando hay casi treinta años de diferencia entre ella y tú, corres el riesgo de ser paternalista, pero no deberías renunciar a ser cuidadoso. Siendo mujer, conviene que te revises y pienses que no le haces falta para que haga su trabajo lo mejor que sabe. Hay una parte en la que, más que preguntas, querrías hacerle advertencias, darle consejos, restarle importancia a algunas cosas que sabes que le pueden pasar y poner en valor otras. Querrías salvarla de juicios injustos y ser capaz de transmitirle a los y las lectoras lo convencido que estás de que esta es una decisión correcta. Y sabes que su entusiasmo y sobre todo su capacidad van a servirle para afrontar cualquier situación.

Ane Urkiri (Mutriku, 1993) es una periodista brillante y una grandísima compañera. Escucha, aprende rápido, se responsabiliza y comparte. A pesar de ser «insultantemente joven», tiene oficio y un desparpajo poco común. Le encanta este trabajo, cree en el país y en sus gentes, y eso es un enorme valor para este proyecto. Tiene un plan que intentará llevar a cabo junto a nuestra redacción. Este es un primer esbozo.

Para los periodistas que venimos del papel, la transición digital ha sido una revolución. Cuando lanzamos el nuevo NAIZ, la apuesta era «digital first» (primero en internet). ¿Cuál es el siguiente paso? La redacción domina ya ese proceso, que supuso una transformación muy grande. Creo que ahora tenemos nuevos retos. Por un lado, no basta con dar prioridad a lo digital; lo prioritario deben ser nuestras audiencias, la gente que consume nuestros contenidos, que paga por ellos, que nos apoya.

También hay que dar pasos en lo que denominamos transmedia. La radio ha supuesto un salto en ese sentido, pero tenemos que experimentar con otros formatos, otras maneras de contar, abrir caminos para llegar a otras lectoras y audiencias.

Por otro lado, tenemos que mejorar la relación entre internet y el papel. El periódico debe ser un destilado y tener elementos propios, como tienen el resto de productos de papel. Tratamos ese material con especial mimo pero, tanto quienes trabajan en esos productos como quienes estamos centrados en NAIZ, vemos que hay cosas que mejorar. El objetivo siempre es mejorar la calidad y el servicio, tanto en NAIZ como en el resto de productos.

Eso supone conocer mejor a esas audiencias… Claro. Tenemos que hacer ese esfuerzo. Hay una parte en la que la conocemos porque somos parte de una misma comunidad, de la que nos fundó hace 25 años y que ya venía de una tradición periodística que nació al morir Franco. Una comunidad reconocible en el tiempo, que quiere crear medios independientes para controlar al poder, para pensar en el país, para poner en valor el trabajo que hace su gente, sus protagonistas…

Pero también es cierto que el país ha cambiado, y que nueva gente se ha sumado a nuestro proyecto y consume nuestros contenidos. Es gente que tiene un vínculo diferente con nuestro medio -y con el resto de medios-, que también tiene otras fuentes, que lo que busca en nosotras es rigor, honestidad y calidad.

Para conocer a nuestra audiencia, tenemos una ventaja por el sistema de suscripciones. Tenemos recursos para conocer aún más e indagar en lo que les interesa. No se trata de hacer más, sino de hacer mejor, acertar en ese periodismo al servicio del país y de toda la gente que vive en él. Está comprobado que la gente se hace suscriptora cuando acertamos.

La comunidad que creó nuestro medio de comunicación y que lo ha ayudado a crecer tenía una base militante, no solo de otras causas, sino del periodismo y la libertad de prensa. Lo cual es lógico en un país donde se cierran periódicos como el nuestro. ¿Eso también ha cambiado? En parte sí, y en parte no. En esta casa estamos vacunados contra la nostalgia. Y eso se transmite de generación en generación. Por ejemplo, en comparación con otros medios, tenemos mucha gente joven que paga una suscripción. Muchas lo han hecho asociado a conciertos o promociones, pero es que ahí también hay un mundo creador de cultura que sí que es militante y que comparte sus proyectos con nosotras.

Y sigue habiendo en la sociedad vasca un impulso militante muy fuerte en muchas causas solidarias, desde los refugiados hasta el sindicalismo. Es lógico pensar que esa gente y esas entidades nos tengan como medio de referencia, que inviertan para que hagamos nuestro trabajo, porque aquí salen muchas de sus noticias, de sus representantes y de sus historias. Porque en nuestras páginas se defienden esas causas sin complejos, lo mismo el feminismo que el euskara.

Aun así, no nos podemos conformar con las que ya nos leen o siguen. Tenemos que pensar en esa audiencia a la que podemos llegar con diferentes temas y formatos, por el interés en lo que cuentan nuestros periodistas, y que tenemos que aspirar a convencer para que se hagan suscriptores, porque hacemos buen periodismo y somos útiles para la sociedad vasca.

NAIZ es una marca menos asociada al pasado y más al futuro. ¿Eso le da más libertad? Seguramente sí. Para empezar, es de futuro porque es un proyecto tecnológicamente potente, innovador, que responde a algo que demanda la sociedad actual. Para ser tan joven, NAIZ ya es una marca potente, y tenemos que reforzarla aún más.

Me refería más al conflicto y a cómo se marcaba a nuestros medios. Ya lo imaginaba, pero quería decir lo otro también. Posiblemente, NAIZ está libre de algunas etiquetas porque nace en un nuevo tiempo político. Pero no porque la política haya dejado de interesar a la sociedad vasca, ni mucho menos. Por explicarlo gráficamente, si al aplicar esas etiquetas con mala voluntad se decía que GARA era el periódico en el que se publicaban los comunicados de ETA, NAIZ siempre será el medio que destapó los audios de la noche en la que mataron a Iñigo Cabacas. Y estamos orgullosas.

Creo que cada vez más la gente nos juzga por lo que decimos y hacemos nosotras, no por lo que dicen de nosotras. La sociedad vasca es adulta y crítica, sabe qué medios responden a los intereses del poder y cuáles no, cuáles generan y reproducen «fake-news» y cuáles no. Para empezar porque, a menudo, las «fake-news» actuales son lo que antes se conocía como «la versión oficial».

Que el país está cambiando se ve en las elecciones pasadas, pero sobre todo se entiende cómo ha cambiado si miramos atrás, a los doce años de vida de NAIZ. Y el que lo niega es, en mi opinión, porque ese cambio no le gusta o va contra sus intereses.

Hablamos de política, pero tú vienes del periodismo deportivo, que es también muy político. Es cierto. Es impresionante las pasiones que levanta y que transmite el deporte. Y cuánto dinero mueve. El periodismo deportivo es reflejo de eso, a veces de forma exagerada, por ese carácter de guerra que se le imprime a la pertenencia a un club y a la competición. En eso quizás sí que hemos ido para atrás, con el provincianismo y esa guerra inducida entre nuestros clubs y aficiones. Y, mientras estábamos en esas, se nos ha colado “La Roja” por la banda y nos ha pillado con la defensa muy desorganizada, por seguir con esa jerga.

Tampoco creo que haya que ponerse tremendista, pero es cierto que hay algunos síntomas preocupantes en el deporte y en su relación con el periodismo. A mí me encanta el fútbol, pero me preocupa el fanatismo, ese placer que encuentran algunos en que a otro equipo vasco le vaya mal.

Hay una clase de seguidor al que nuestros medios no pueden saciar, seguramente porque son insaciables. El seguidor de un equipo, que además es seguidor de jugadores concretos y detractor de otros, tiene hoy en día otras fuentes, empezando por los clubes o por los gigantes tecnológicos. Nosotros ahí no competimos, es imposible.

En cambio, creo que, si vemos el deporte como una fuente de historias, como un fenómeno social muy importante para mucha gente, encontraremos qué contar más allá de un partido. Ahí no solo podemos competir, sino que podemos hacer mejor periodismo para nuestra comunidad.

Este año cubrió los Juegos Olímpicos de París. ¿Qué tal la experiencia? Genial. Agotadora, pero inolvidable. A mí el deporte me encanta, y poder vivir y contar a nuestros lectores y lectoras todo lo que rodea a unos Juegos Olímpicos me parece una experiencia increíble. Es un evento que va más allá de lo deportivo y te brinda una oportunidad única para escribir aquello que muchas veces imaginaste.

¿Son experiencias así las que le empujaron a estudiar periodismo? De pequeña quería ser veterinaria, pero esa es otra historia. A mí el periodismo me lo contagió el fútbol. En el año 2008 fuimos a Zubieta a ver jugar en el Sanse a “Illarra” (Asier Illarramendi), que es de Mutriku, y en el campo de abajo había un partido del equipo femenino de la Real. Jugaban contra el Colegio Alemán, un equipo de Valencia. Y me llamó la atención. Luego vimos el resultado -había ganado- y a las dos semanas escuchamos en Euskadi Irratia que jugaban el domingo contra el Espanyol, por aquel entonces un equipo top de la competición. Mi padre me preguntó si quería ir y fue así como me enganché al fútbol femenino. Me atrajo mucho.

Luego vi que había que buscar en el teletexto los resultados de lo que había hecho fuera de casa, y entonces me puse alerta y dije, «hostia, ¿cómo puede ser?». Ni en la web de la Real lo daban. Aunque es cierto que en 2008-2009 era otro mundo, apenas informaban del equipo masculino y eran noticias muy simples, pero no había nada del femenino.

Así que en 2010 empecé creando primero una página de Facebook y luego un blog para informar de las chicas de la Real. Ahí me entraron las ganas de escribir y de contar historias. Sobre todo, aparte de las crónicas, lo que me motivaba era poder entrevistar a las jugadoras. Para mí supuso un cambio y una ilusión importante. Ahí me decidí a estudiar periodismo. En la carrera tenía claro que luego iba a hacer periodismo deportivo.

Entonces, ¿le hemos sacado de su carril, de su pasión? No vosotros o NAIZ, sino el propio periodismo. Yo antes era una obcecada del fútbol, y el periodismo me ha abierto la mirada. El periodismo abre la perspectiva. Tú puedes leer una entrevista muy buena de alguien que hace algo que, en principio, a ti no te interesa, sea deporte, cultura, política… Puedes ver un reportaje sobre algo que no sabías y te hace pensar. O leer un editorial que te da argumentos que no habías tenido en cuenta. Para ser periodista, nuestra pasión tiene que ser útil e interesante para los demás.

Nuestra obsesión es el vehículo para contar mejores historias que enciendan el interés de nuestra comunidad. Las periodistas no podemos solo pensar en lo que nosotras queremos contar sin tener en cuenta lo que nuestras audiencias quieren saber. Y, además, tenemos que tener en cuenta cuáles son sus horarios y costumbres, dónde consumen nuestros contenidos, en qué formatos y en qué soportes, qué hace que los compartan o no… Si escribimos muy bien pero ni nos leen ni nos escuchan ni nos ven, no hemos cumplido con nuestro trabajo. Es el equivalente a que antes un artículo no se imprimiese o el periódico no se distribuyese.

Hoy, al llegar a Bilbo, en la parada de bus había cuatro personas y las cuatro estaban mirando al móvil. No podemos renunciar a que alguna de ellas esté leyendo un medio de comunicación y que ese medio sea NAIZ.

Sin embargo, hoy en día nuestros intereses están dirigidos por algoritmos. Tenemos acceso a más información y contenidos que nunca, pero el algoritmo lo limita a lo que nos gusta o nos interesa según sus cálculos. ¿Cómo esquivar ese riesgo? ¿Cuál es el trabajo del periodista si no es precisamente intentar ampliar esa visión? Hay una parte en la que tienes que atender lo que quieren las audiencias, pero hay otra parte en la que creo que tienes que intentar contarle cosas que le van a interesar, que le serán útiles, que le ayudarán. Esto es interesante, esto merece la pena… Y ahí hay que esquivar o seducir al algoritmo. Porque esa información tiene que ver con los valores que tiene tu comunidad, y nuestro medio debe darle algo diferente a lo que le dan otros medios.

Hace unas semanas, cuando apareció un preservativo usado en el Parlamento de Gasteiz, todos los medios le dieron muchísima cancha. Tanto es así que esa podía ser la noticia más leída en un medio de, digamos, Catalunya. Supongo que allá habrían visto que la audiencia estaba hablando de ello. Así funciona el «clickbait». En cambio, en NAIZ, las noticias que más tiraban eran el derribo irregular del palacio de Getxo, la muerte de Yaneli González en un crimen machista o el impacto del turismo en Alde Zaharra de Donostia. Nosotros dimos la noticia, porque la gente hablaba de ello, pero no podemos valorar qué tal hicimos ese día nuestro trabajo en base a esas audiencias, sino por el valor de esas otras informaciones. En eso, en este mercado, somos una «rara avis».

Toma mi relevo, y nos llevamos más de 25 años. ¿Qué cree que puede aprender la gente joven de la mayor? ¿Y viceversa? Nosotras debemos aprender el rigor y el tono periodístico, el oficio. Artefaktua ha sido interesante para darnos cuenta de dónde trabajamos y qué bien se ha hecho, qué periodismo tan potente y tan importante se ha hecho en esta casa. Ese trabajo ha sido socialmente relevante. Nuestra sociedad sería peor si no hubieran existido primero “Egin”, luego GARA y ahora NAIZ. Por ejemplo, si no hubiera un contraste con la «versión oficial». Yo con Artefaktua me he preguntado muchas veces cómo hubieran sido las cosas si estos medios no existieran.

A los jóvenes creo que hay que escucharles más, y juzgarles menos. Hay que atender su visión para darse cuenta de las necesidades, tanto políticas como culturales y tecnológicas, que tiene nuestra sociedad. En contra de lo que se suele decir, creo que sí están interesados y a su manera informados, pero hay que adaptarse a ellos y ellas para hacerles llegar la información. Nos puede parecer bien o mal, pero pensar que van a volver a leer masivamente el papel no es realista.

Creo que hay una identificación muy fuerte entre la juventud vasca y lo que defiende NAIZ. Es momento de hacernos fuertes y decir que queremos representar a esas mayorías en temas como el feminismo, la democracia, la justicia social, el cambio climático, la vivienda…

El euskara es otro tema importante, porque en este tema la sociedad vasca también ha cambiado mucho. ¿Qué proyectos tiene NAIZ en torno al euskara? Yo quiero reivindicar lo que se ha hecho hasta ahora, y a la vez quiero ser ambiciosa sobre lo que podemos hacer en adelante. Nuestra producción en euskara es muy amplia y de mucha calidad, y así lo demuestra que a menudo nuestras piezas en euskara estén entre las más leídas. Tenemos gente que escribe muy bien en euskara, y nuestra comunidad se ha ido euskaldunizando con nosotros.

NAIZ Irratia ha supuesto un salto importante en el ámbito del euskara, porque además conlleva añadir audio y transmedia. Ya estamos preparando el siguiente salto, que supone ofrecer más contenidos en euskara. Es un proyecto muy potente, en el que habéis trabajado muy duro, y que ahora a nosotras nos tocará poner en marcha. Cambia la forma de trabajar y la relación con nuestras audiencias. Es, en cierta medida, un cambio de paradigma.

Sin embargo, una parte de nuestra sociedad sigue sin conocer el euskara. ¿Cómo se dirigirán a ellos? En sus idiomas, sin duda. Nosotras queremos cambiar la sociedad, pero no negando la realidad, sino transformándola. Para nosotras son ciudadanos y ciudadanas vascas, y debemos hablarles a todos y a todas. Y ayudarles para que den el paso de aprender y usar el euskara.

¿Cómo lleva la responsabilidad? Porque pesa… Con responsabilidad, pero bien. Mi familia y mi gente me apoyan, y el equipo que tenemos es muy bueno, muy comprometido. Además, no estoy sola. Para empezar, conmigo viene Ruben Pascual, que es muy buen periodista y compañero. Y confió en que nuestra comunidad también nos apoye en este cambio, de forma crítica cuando haga falta, pero siempre con cariño. Como hasta ahora, ¿no?

El otro Iñaki [Soto] dice -y creo que en esto tiene razón (sonríe)-, que la diferencia entre nuestro trabajo y otros no está en la responsabilidad, sino en la exigencia. Hay trabajos y cargos con mayor responsabilidad, sin duda, de los que dependen cosas importantes. Del nuestro seguramente también dependen cosas importantes, pero sobre todo es un trabajo muy exigente. Es diario, la actualidad no tiene horarios y con la tecnología eso se ha acelerado. Ahora tenemos que estar ahí todo el día, toda la semana, todo el año. Incluso en los días que no hay periódico sigue habiendo NAIZ. La prensa es una cadena en la que cada día se hace un producto distinto, y nuestra audiencia es exigente, no podemos fallar, tenemos un estándar de calidad y de rigor muy alto.

Me hace ilusión tener la oportunidad de sacar adelante este proyecto y hacerlo con este equipo. En Euskal Herria y en el mundo, es una época de cambios, y eso siempre da vértigo, pero a la vez tenemos el potencial de hacer una aportación, de dejar una huella. Y que dentro de 25 años, en el formato que sea, los y las periodistas de esta casa tengan dónde elegir para crear su propio Artefaktua.