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SORBURUA

Cuidados en setiembre


C on el mes de setiembre a la vuelta de la esquina no está de más recordar que no hay que abandonar el césped tan fácil de agostar por el sol. Al contrario, hay que seguir regándolo, aunque ahora mejor durante veinte minutos cada tres o cuatro días que con un gran riego semanal. Los cortes de la hierba conviene espaciarlos. A partir de ahora se realizarán cada tres semanas en lugar de cada quince días, para evitar que con los cortes muy bajos, como los de primavera, se quemen las raíces. El truco para esquivar el trabajo de cortar el césped es dejarlo sin segar para que se convierta en pradera; de esta manera atraerá a los insectos polinizadores. La siega se hará a principios de otoño.

También es un buen momento para instalar las camelias en tiestos, ya que el choque vegetativo ralentiza la producción de follaje y además desarrollarán yemas florales más numerosas. Para llenar el tiesto les va bien la tierra específica para camelias. Estas flores normalmente no tienen perfume, aunque las nuevas variedades ya cuentan con esta característica. Su nombre indica su olor: “Cinnamon Cindy” huele a canela y es de rápido crecimiento, mientras “Sugar Dream,” (sueño azucarado) tiene flores de pétalos rosas dobles que florecen de noviembre a febrero.

Respecto a los bulbos, después de la floración se deben cortar solo las flores marchitas, al tiempo que dejamos que las hojas se vuelvan amarillas y así los bulbos engrasan sus reservas. Una vez recargadas hay que desenterrar los bulbos y guardarlos hasta su plantación el próximo año.

No olvidar la poda de los setos de hojas persistentes. Se recomienda ejecutarla a comienzos de otoño, cuando la temperatura no es muy baja. Las loniceras se podan en mayo, julio y setiembre; el boj en junio y setiembre; el tejo en abril y agosto. El resto de plantas una vez al año.

Es tiempo de sacarle esquejes al seto del laurel de hojas comestibles –que además de ser decorativo alegra los platos–. Se trata de cortar un trozo de madera de este año de 8 a 10 cms y plantarlo en un tiesto con tierra arenosa. Luego mantenerlo húmedo hasta trasplantarlo en primavera a su lugar definitivo. Los espacios de las jardineras, que se han quedado vacíos tras la última floración, se rellenan con nuevas flores de la temporada otoñal.