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MOTOR

Dos décadas de evolución bajo el capó


Desde que el ingeniero alemán Karl Benz construyese en 1885 el primer automóvil de gasolina, el Benz Patent-Motorwagen, la evolución de este medio de transporte ha sido una constante durante este último siglo, más aún tras el inicio de la producción en cadena ideada en 1913 por Henry Ford para su Model T.

En estos últimos veinte años, el automóvil ha seguido experimentando una importante evolución en cuanto a diseño, equipamiento, motores y seguridad, aunque lo más reseñable de este periodo es que se ha comenzado a poner en cuestión la viabilidad del motor de combustión interna, debido a sus efectos sobre el medio ambiente y al cada vez más cercano agotamiento de los combustibles fósiles, lo que ha llevado a los fabricantes a buscar nuevas formas de propulsión alternativa, como el gas o la electricidad, o incluso el hidrógeno.

Pero lo cierto es que el mercado sigue estando aún dominado, como lo estaba antes, por los motores movidos por gasolina o gasóleo, eso sí, ahora mucho más eficientes y menos contaminantes.

Como muestra de estas dos décadas de evolución, hemos elegido dos modelos muy conocidos que han cumplido veinte años de existencia, como son el Audi A3 o el Citroën Berlingo.

El Audi A3 llegó a nuestro mercado en 1997 y en su momento constituyó una gran novedad, ya que combinaba un tamaño compacto con un posicionamiento premium, un concepto apenas visto hasta el momento. Inicialmente se comercializó con dos motores gasolina 1.6 y 1.8 de 101 y 125 CV, y con los archiconocidos 1.9 TDI de bomba-inyector en versiones de 90, 110 y 130 CV. Los de gasolina consumían alrededor de 7 litros y las emisiones se acercaban a los 200 gramos de CO2 por kilómetro, mientras que los diésel consumían 4,9 litros y las emisiones se quedaban en 132 gramos.

Con el paso del tiempo, los motores de Audi, como los del resto de fabricantes, han ido reduciendo su cilindrada para mejorar consumos y emisiones, aunque sin perder prestaciones, lo que se ha venido a denominar «downsizing» o miniaturización.

Así, en la actualidad es posible encontrar un propulsor de gasolina de 116 CV con un solo litro de cilindrada, gracias a la tecnología de inyección directa sobrealimentada TFSI. Se trata del tricilíndrico 1.0 TFSI, que ofrece la misma potencia que el anterior 1.4 TFSI, pero con un consumo de 4,5 litros y emisiones de 104 gramos. Unas cifras que quedan muy lejos de las de 1999.

En ciclo diésel, las potencias de 110 CV se reservan a los motores de 1,6 litros, cuyo consumo se reduce ya a los 3,9 litros y las emisiones a 104 gramos, mientras los de dos litros alcanzan 150 y 184 caballos, pese a lo cual solo consumen 4,8 litros y emiten 126 gramos de CO2.

Los combustibles alternativos e híbridos también se han ido haciendo un hueco en la gama de Audi, como el A3 e-tron, un híbrido enchufable que combina un motor 1.4 TFSI de 150 CV con un pack de baterías para una potencia total de 204 CV, o el A3 g-tron, cuyo motor 1.4 TFSI de 110 CV usa como combustible gas natural comprimido.

Citroën Berlingo. El Citroën Berlingo, que llegó en 1996, constituyó también un nuevo concepto de automóvil, al combinar la comodidad de un turismo con la capacidad de una furgoneta. La primera generación salió al mercado con una gama de motores atmosféricos de entre 60 y 110 CV, con consumos que rondaban los 7 litros y emisiones que ascendían a 178 gramos/kilómetro. Pero pronto llegó el 2.0 HDI de 90 CV, que redujo el consumo a 5,5 litros y las emisiones a 147 gramos.

La segunda generación (2008) mantuvo las prestaciones de los motores, pero reduciendo la cilindrada a 1,6 litros, con potencias de 95 a 120 CV en ciclo gasolina y de 75 a 120 CV en diésel. Pero la filosofía «downsizing» tiene su máxima expresión en el propulsor tricilíndrico 1.2 e-THP que, gracias al turbocompresor, ofrece 110 CV pero solo consume 5,1 litros y emite 119 gramos de CO2, lo que le convierte en una clara alternativa a los diésel BlueHDI.

Desde la primera generación, también han estado disponibles versiones eléctricas, con potencias que arrancaban en unos modestos 38 CV, hasta los 67 CV del modelo actual.

Y transcurridas dos décadas desde su lanzamiento, Citroën acaba de presentar la tercera generación de este vehículo, que llega con dos motores gasolina 1.2 PureTech, uno de los cuales eleva su potencia hasta los 130 CV, y cuatro diésel 1.5 BlueHDi con potencias que abarcan desde los 75 hasta los 130 CV.

La seguridad ya no es opcional

La evolución de los sistemas de seguridad queda reflejada en la actividad del organismo europeo NCAP, que el año pasado cumplió precisamente veinte años realizando pruebas de choque con el objetivo final de mejorar la seguridad de los vehículos para reducir tanto el número de víctimas mortales como la gravedad de las lesiones sufridas en accidentes de tráfico.

Desde entonces, el consorcio independiente europeo ha llevado a cabo 1.800 crash test –con un coste estimado de 160 millones de euros–, que han ayudado a salvar más de 78.000 vidas desde 1997, época en la que las tecnologías de ayuda a la conducción eran prácticamente inexistentes y numerosos de los sistemas de seguridad formaban parte del equipamiento opcional.

Los primeros exámenes valoraron, hasta con cuatro estrellas, la protección de los ocupantes adultos ofrecida por siete utilitarios pequeños: mientras que el Ford Fiesta y el VW Polo consiguieron tres, el Fiat Punto, el Nissan Micra, el Opel Corsa y el Renault Clio lograron dos. En último lugar quedó el Rover 100, con una de las cuatro estrellas posibles (en la foto, junto a un Honda Jazz actual).

Cuando EuroNCAP comenzó a valorar la protección de los peatones, ninguna marca consiguió más de dos puntos, lo que demostraba que ésta era una de las asignaturas pendientes de los fabricantes, que no pensaban en los demás usuarios de la vía.

En la actualidad, los coches sometidos a estas pruebas de choque pueden alcanzar un máximo de cinco estrellas en base a la protección que ofrecen tanto a los ocupantes (adultos y niños) como a los viandantes, así como por los sistemas de seguridad y ayudas a la conducción que equipan para evitar accidentes.

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