2019 ABEN. 08 SORBURUA Ortigas que pican y curan TERESA MOLERES Las ortigas utilizan una especie de jeringas de su invención para producirnos irritación en la piel cuando las rozamos. En realidad es una manera de protegerse de los herbívoros. Las hojas de estas plantas urticantes están cubiertas de miles de pelitos; la base de cada pelo lleva una ampolla que se prolonga en un filamento que acaba con una protuberancia. Este ensanchamiento se rompe con facilidad al roce, como sucede con el vidrio, porque, como este, está impregnado de sílice. Al romperse en diagonal el pelo se transforma en una aguja que se inca en la piel, liberando el contenido de la ampolla y produciendo inflamación con picor intenso. Este líquido está formado por una mezcla de ácido fórmico –el mismo que hace que las picaduras de las hormigas y abejas sean tan irritantes–, serotonina, acetilcolina e histamina, que es la causante principal de la inflamación y del picor. Cuando eso ocurre, mojar la piel con agua es contraproducente. Lo mejor es buscar una planta de llantén, habitual en el campo, y frotar la irritación con sus hojas. El llantén, y también las hojas de malva, atenúan el picor de ortigas y picadoras. A las ortigas les gustan los suelos húmedos y ricos en nitrógeno, con abundante materia orgánica e indicadores de lugares alterados por manos humanas. Se la considera “mala hierba”, aunque ya desde la antigüedad eran conocidas sus propiedades medicinales. La Urtica dioica es común en nuestros campos y hay que distinguirla de la U.ferox, originaria de Java y América Central que produce irritaciones que duran semanas. Una vez que pasa la primera sensación de quemazón, se nota una sensación de calor vivificante, sobre todo si el roce ha sido en tobillos y piernas: se debe al ácido fórmico que tiene efecto rubefaciente, esto es lo que enrojece la piel con sensación de calor y se ha utilizado en el tratamiento de dolores musculares. Es la respuesta de nuestro sistema inmunológico que se activa para neutralizar la entrada del ácido fórmico. En el jardín y huerto se utiliza el purín de ortigas como fertilizante y para la protección contra plagas y enfermedades. Con los niños, podemos presumir de que no nos pican: el truco es cogerlas y tocarlas aplastando las hojas desde abajo, o esperar a su floración cuando la ortiga es menos virulenta.